Aguanta, Pedro, aguanta por favor

"La política consiste en una lenta y tenaz perforación de duras tablas con pasión y sentido de la proporción", Max Weber

28 de diciembre de 2025 a las 18:54h
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados.

En un reciente artículo publicado en un diario madrileño, Ignacio Sánchez Cuenca, una  voz habitualmente tan  clara como rigurosa, parece sucumbir al desánimo, victima de la burbuja mediática y judicial lanzada sobre la mayoría progresista. Como si hoy la alternativa en este momento fuera Sumar o los críticos del PSOE, y no una extrema derecha furiosa que carga contra todo el mundo. Uso esta opinión del sociólogo de la Universidad Carlos III por ser una opinión que está cobrando cuerpo, incluso, entre quienes apoyan a la actual mayoría progresista ¿Para qué alargar la agonía?, se preguntan, siguiendo aquel aforismo famoso de Marx en El 18 de Brumario, cuando decía que era preferible «un final terrible a un terror sin fin». Pero estos melancólicos izquierdistas olvidan algo que, a buen seguro, Sánchez y su entorno tienen muy presente: hablar de agonía a la mitad de la legislatura (dos años) es una temeridad. Una victimización de síndrome depresivo en la que se nos quiere hundir. La agonía presupone impotencia y dolor, y ni uno ni otro son reales ahora. En dos años se puede hacer normativa y políticamente muchísimo, hasta remontar las encuestas. Y se puede evidenciar la naturaleza de la alternativa que se presenta ante el supuesto ocaso decrepito del sanchismo.

Suicidarse por miedo a la muerte no deja de ser una imbecilidad insoportable por inconsistente, pero esa es la extraña lógica depresiva en que en muchas ocasiones se mueve la izquierda, siempre más atenta a la coherencia moralista tranquilizadora que a la eficiencia política sospechosa. Podemos encontrar miles de errores y fraudes en este gobierno, pero esos errores o fraudes deben ser balanceados con los logros obtenidos y contextualizados en un medio político como el  actual, dominado por actores de la reacción. Y no se trata de mal menor cuando, estúpidamente, proclaman algunos izquierdistas , inflados por un anhelo tan espectral como falso de virtud pura aunque sea en un nanogramo de porción. Habría que recordarle a los pocos que quedan de la extinta hipótesis podemita que la pureza mata tanto como la adulteración, si hablamos de droga, que es lo que parece que toman a diario desde algunos blog y canales cuando critica a Sánchez . Toda acción de un gobierno progresista es un cálculo de eficiencia entre costes y beneficios, desde el punto de vista del bien común. El gobierno donde ellos , Podemos , también estaban habría que juzgarlo por esa misma tabla de eficiencia, y así lo hicimos. Puede que su balance fuera mejor que el actual; de eso habría mucho que hablar, pero el debate ahora no es ese, sino reivindicar esa lógica de eficiencia frente a esa lógica de la pureza, que es donde parece que están instalados los nostálgicos de Irene y Pablo o los pragmáticos de Sumar como Ignacio Sánchez.

Los conservadores y neoliberales anglosajones tienen en marcha una campaña contra lo que ellos llaman el pensamiento de suma cero. En esto, la ecología política siempre ha tenido claras dos cuestiones que la separaban del izquierdismo tradicional y del pensamiento conservador reaccionario: una, la primacía del cálculo de eficiencia global, sin trucos ideológicos basados en la moneda ni retórica moralista centrada en el valor, sino en la ratio de materia y energía. Y dos, los recursos son finitos: ese cálculo de eficiencia siempre hay que realizarlo sobre un escenario de suma cero.

 ¿Cuál es la alternativa posible ahora? ¿Hay fuerza para, en menos de dos años, construir algo distinto con un balance posible de eficiencia mayor, ni siquiera aproximadamente paralelo? En este caso estamos ante un cálculo de probabilidades, otra gran olvidada del izquierdismo idealista , y no hay ningún cálculo de probabilidades factible que avale otra alternativa a la actual mayoría progresista, con todas sus contradicciones y problemas. En materia de derechos y libertades, los logros del actual gobierno de Pedro Sánchez, en la actual legislatura y en la anterior,  son relevantes y estructurales: la revalorización de las pensiones conforme al IPC ha blindado el poder adquisitivo de millones de personas mayores; la subida sostenida del salario mínimo ha mejorado las condiciones de los trabajadores más precarizados; la reforma laboral ha reducido de forma drástica la temporalidad y reforzado la negociación colectiva; se han ampliado derechos civiles con la ley de eutanasia y con la legislación LGTBI y trans; se ha avanzado en igualdad mediante permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles; se ha reforzado la protección frente a la violencia sexual con una redefinición legal del consentimiento; se ha aprobado la ley de memoria democrática ampliando derechos de verdad, justicia y reparación; se ha creado el Ingreso Mínimo Vital como red estructural contra la pobreza extrema; y, aunque de forma incompleta, se han corregido aspectos centrales de la ley mordaza, todo ello en un contexto de crisis múltiples gestionadas sin recortes de derechos fundamentales ¿Habrá alguna alternativa posible  que diera más? ¿Daría un mejor balance cualquier otro actor aquí y ahora? Esa es la pregunta. Así que…  aguante Pedro, aguante, por favor.

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