El isleño Benito García Morán (1962) lleva 27 años con Jerez en la cabeza. Un año después de titularse como arquitecto en Sevilla, en 1988, aterrizó en la extinta Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento jerezano tras una convocatoria que puso en marcha el entonces arquitecto municipal Ramón González de la Peña. De ahí no se ha movido. Junto a otros “maestros y amigos” como Andrés Luque, Chano Olmedo y el inefable Manolo González Fustegueras, por sus manos pasó la culminación del Plan General del 84, el diseño del Plan del 95 y la dirección del PGOU de 2009, que recibió un año antes el premio a la Excelencia Urbanística que concede la Asociación de Técnicos Urbanistas de Andalucía.

Lejos de pavonearse por el galardón, en unos años en los que la burbuja inmobiliaria se deshacía en mil pedazos, ya aventuró que aquel documento, ajado por las disputas políticas y que determinaba el Jerez que debía venir, sería “papel mojado”. No erró el tiro. A día de hoy, ese papel que lo resiste todo no ha visto hacer realidad prácticamente nada de lo que contenía. Eran más de 25.000 viviendas y 5 millones de metros de suelo para actividad económica. Previsiones que no contaban con la llegada de la gran recesión y una profunda crisis financiera que derribó todo. Director de planeamiento, gestión y urbanización, el máximo responsable técnico en el edificio Los Arcos se resiste a no intervenir ante la enorme parálisis de la quinta ciudad andaluza. Él, que ha sido protagonista y testigo de la transformación urbanística de Jerez en los últimos treinta años. Grandes aciertos y demoledores errores que han derivado en el municipio que conocemos hoy. Nos guste más o nos guste menos.

—¿Jerez ha crecido de forma razonable en las últimas décadas?

—El tema del crecimiento urbanístico lo comparo con una familia. ¿Es razonable que una familia con 900 euros al mes tenga un coche de alta gama que gasta 22 litros a los 100? No. ¿Y si tienen 6.000 euros al mes? A lo mejor sí, por qué no. El problema del urbanismo es que nos hemos creído que es el ombligo de la gestión municipal y solo es una cosa más. Está tremendamente marcado por la economía de la ciudad. Si ésta tiene recursos suficientes para sostener y aguantar una urbanización con unos costes de mantenimiento determinados, pues es un crecimiento lógico. A mí no me parece que el crecimiento de Jerez sea ilógico, es normal. De hecho, las leyes de Ordenación del Territorio y de Ordenación Urbanística de Andalucía dicen que las ciudades tienen que crecer como ha crecido Jerez, en continuidad con la ciudad existente, no tenemos ninguna urbanización ‘más allá de’…

—La famosa mancha de aceite.

—Efectivamente. A mí me parece que es una ciudad conectada en redes y viales. Una decisión muy interesante del Plan del 95 fue la ronda Este (avenida Juan Carlos I), algo que se nos olvida. Articuló todo el este de la ciudad, no es que aquello fuera el campo, que sería bueno, es que era el suburbio de cosas inconexas que hoy están conectadas. Que luego te puedan gustar las pitufas o no, es distinto, porque una cosa es el urbanismo y otra la arquitectura.

—El urbanismo en Jerez en democracia parece haber contado con una perversa ambivalencia: por un lado, ha sido modélico a nivel nacional; y por otro, ejemplo del desarrollismo peor entendido.

—Es muy complicado. Cuanto más años paso en esto más me convenzo de que el urbanismo es muy complicado en España. El urbanismo en España es una anormalidad en el mundo. Las leyes urbanísticas en España son anormales en el mundo, no solo en Occidente. Parten de unos supuestos de los que nadie parte. Hay un gobierno municipal refrendado por un gobierno autonómico que pinta un Plan y que, de alguna manera, con una varita mágica le da una serie de expectativas a una serie de suelos. Pero, por otro lado, a esa serie de suelos también le pone una espada de Damocles encima para desarrollarse sí o sí, y si no la administración puede llegar y expropiarlos. Eso no pasa en ningún sitio del mundo.

"Las leyes urbanísticas en España son anormales en el mundo, no solo en Occidente. Parten de unos supuestos de los que nadie parte"

—¿Eso no favorece la especulación?

—Sí, de alguna manera favorece todas las cosas negativas vinculadas al urbanismo que tenemos ahora mismo. Favorece que las cosas interesantes no se hagan. La gestión es extremadamente complicada. Aquí además se obliga al propietario a ser promotor, independientemente de que lo sea o no. Cosas como las juntas de compensación hacen que las cosas no salgan, ahí hay promotores profesionales y una serie de vecinos que habitan esos suelos que quieren conservar sus casas. Es imposible conciliar sus intereses. El promotor no es la madre Teresa y el propietario pequeñito va a intentar que le cueste lo mínimo. La especulación de la que hablas se da por parte de los grandes propietarios y no sale nada cuando sobre todo entras en un ciclo económico desfavorable. Es imposible ahí que la ciudad vaya hacia delante.

—¿Usted es un urbanista antiPGOU?

—No, yo no soy antiPGOU, estoy en contra de lo que se hace aquí. En Francia, Alemania o Inglaterra se hacen planes de grandes líneas, de intenciones… lo que aquí sería un avance, pero lo de aquí es de locos. Por ejemplo, te piden que hagas una evaluación medioambiental estratégica completa en quince meses. Eso es imposible.

"También es prevaricación impedir que se hagan cosas que pueden hacerse. En mi ámbito, nada se ha hecho por la cara"

—¿Eso ha lastrado inversiones en Jerez?

—No, no, no, aquí en Jerez ha frenado inversiones el ciclo económico. Te hablo a nivel andaluz y es demencial. Me llama mucho la atención que ahora mismo el esfuerzo sea dificultar muchísimo el planeamiento urbanístico reglado, metiéndole por ejemplo ese proceso de evaluaciones en 15 meses, y sin embargo, cada vez es más fácil legalizar viviendas por la cara en suelo no urbanizable.

—¿Jerez ha sido Marbella en los años del pelotazo?

—No, hombre, no. No, no, para nada. El que diga eso no sabe lo que está diciendo.

—¿Esas voces perseguían otros fines, no estaban en lo cierto?

—Para nada. El que diga eso no conoce lo que ha sido Marbella ni lo que era el intramundo de Marbella y cómo funcionaba. Jerez ha podido tener sus cosas, en todos lados tiene que haber y hay operadores urbanísticos que mueven mucho dinero y siempre están cerca del poder, que no quiere decir en connivencia, pero eso hasta cierto punto es lógico. El poder municipal tiene que estar al loro de quiénes controlan los desarrollos. ¿Eso significa que Jerez haya sido como Marbella? No, no tiene nada que ver. Aquí teníamos un planeamiento que se ha desarrollado: te puede gustar más o menos, se puede haber desarrollado mejor o peor, pero se ha hecho con todos sus avíos de dotaciones. Pero de ahí a que esto sea Marbella, donde se daban licencias sin amparo del Plan General, ¿qué estamos diciendo? Que yo sepa, y ahí están las pruebas, aquí no ha habido licencias sin amparo del PGOU o al amparo de una modificación urbanística. El otro día tiraron un casco de bodega y lo que digo es: ven y deniégalo tú, y cuando estés en Puerto III, hablamos. También es prevaricación impedir que se hagan cosas que pueden hacerse. En mi ámbito, nada se ha hecho por la cara. Jerez no ha sido Marbella, ni de coña.

—¿Cómo ha cambiado la crisis esas relación entre el poder y los operadores privados?

—Ahora esas cosas en Jerez han cambiado. Hay mucha gente que aún no lo concibe pero la realidad es que, aunque un operador se quiera reunir con el concejal, los informes los hago yo. Las leyes son un caminito muy estrecho y lo que hay fuera de ese camino son culebras y alacranes que te pueden picar. Y eso ya está en la conciencia de todos. ¿Qué hubo un momento donde parecía que no? Pues sí, había un momento en que la gente iba a los alcaldes, a los concejales…

 "Hay mucha gente que aún no lo concibe pero la realidad es que, aunque un operador se quiera reunir con el concejal, los informes los hago yo"

—Hubo un momento en el que el urbanismo parecía ser la solución a todos los males, especialmente a los problemas crónicas de las finanzas municipales.

—Quiero desmitificar el urbanismo como lo hemos conocido. Parafraseando a Álvaro Siza, uno de los arquitectos más lúcidos del mundo, que dice que la arquitectura no da la felicidad, yo diría que el urbanismo tampoco la da. Es muy complejo, estamos aquí para intentar resolver los problemas pero no tenemos una varita mágica. Puedes vivir en un sitio sin dotaciones y ser feliz y puedes vivir en un sitio con unas dotaciones fantásticas y ser un desgraciado. Hay sitios con solares que cuestan muchísimo dinero y no hay dotaciones. Sotogrande no tiene ni aceras ni colegios. En el urbanismo hay que intentar ser muy humilde, que en lo que hagamos nos equivoquemos lo menos posible y que lo que esté mal lo intentemos corregir poquito a poco.

García Morán diseña ciudades. Se ocupa de pensar en los espacios dotacionales (equipamientos), los sistemas generales (espacios libres), los porcentajes de usos del suelo, los suelos industriales... Es dibujante en una disciplina que en España ha sido sinónimo de corrupción y despilfarro en los últimos tiempos, cuando de repente muchos dejaron de enriquecerse a costa de reclasificar suelos y levantar mares de urbanizaciones. Lejos de ese chapapote del pelotazo, este arquitecto es de la filosofía del "no construir", del urbanismo "pobre pero digno", y de la vivienda colectiva, en altura, antes que esa que depreda todo el suelo a su paso. Su método de trabajo, en cualquier caso, es el pragmatismo: "No hay verdades absolutas en el urbanismo, al final siempre encuentras problemas. Nuestro trabajo es estar atentos a todas esas cosas e irte adaptando a las circunstancias de cada momento".

—Urbanísticamente todo el mundo coincide en que el gran hito para la transformación de Jerez vino de la mano del PGOU de 1995 y la elevación del tren. 

—Efectivamente. El Plan del 95 fue interesantísimo, en el sentido de que por un lado se volcó mucho con la transformación de la ciudad consolidada, sobre todo con el tema fundamental de la elevación del ferrocarril, a la que dimos muchísimas vueltas porque la apuesta en principio era soterrar, y la ronda Este, que articuló la ciudad en esa zona. Pero es que además conozco muy pocos polígonos con la categoría del Parque Empresarial Norte, y nos cabe el orgullo de haberlo hecho nosotros; también está el PAU de la avenida Lola Flores, con esas plazas como Iguazú; El Altillo 1, con cierta mixtura de usos interesantes entre vivienda unifamiliar y colectiva…  

—¿El gran error ha sido que la ciudad no haya terminado de mirar al río Guadalete, tal y como llegó a plantearse?

—Yo no estoy tan de acuerdo con eso (risas)…

—¿Ha sido como un mantra, una idealización?

—Exactamente, exactamente. Hombre, a ver, los errores suelen ser por falta de recursos. A mí, por ejemplo, me gustaría haber hecho un desarrollo bonito en cuanto al espacio libre de Santa Teresa. Muchas veces hablamos de urbanismo como exclusivamente construcción, que durante mucho tiempo fue un fin en sí mismo, pero creo que no tiene por qué ser solo eso. A lo mejor ahora tendríamos que estar en la no construcción, soy partidario de resolver problemas sin construir o construyendo lo mínimo. Para mí, una cosa que queda pendiente, y de hecho ahora el gobierno actual está dando pasos, es la conexión con el Guadalete. Pero no a nivel construido sino de espacios libres públicos, que la gente entienda una continuidad con la ciudad habitada.

—¿Entonces, según su criterio, cuál ha sido el gran error del urbanismo jerezano de los últimos 30 años?

—Me voy a pringar, aunque habré tenido algo de culpa. Hay un error importante que fue la Ciudad del Flamenco. Un error que  todavía no hemos logrado solucionar, estamos en vías. Te puedo decir que este gobierno tiene la intención y las cosas claras de qué es lo que hay que hacer, pero el problema es que no hay dinero, aunque nos han hecho caso a los técnicos teniendo en cuenta que la prioridad número uno es arreglar la plaza Belén. Es el producto de una política errónea. Se pensó en el efecto Guggenheim de Bilbao, se trajo a unos señores que cobraron un pastizal, 1.500 millones de pesetas de la época, por hacer un proyecto. Empezaron a hacer una cimentación con unos costes demenciales y eso ha hecho mucho daño al centro histórico. Solo eso costó cinco millones de euros y hoy no sirve para nada. Creo que las cosas hay que arreglarlas. Los ayuntamientos tienen una muy limitada capacidad de desarrollo, pero lo que sí tienen es la obligación absoluta de mantener lo suyo. Y eso no se está haciendo. En las épocas buenas ha habido mucha inversión en la ciudad y no se ha invertido en la plaza Belén. Eso es un error gordo.

Patrimonio público: "Si malo es lo de San Blas más sangrante es lo de Riquelme. Si no tienes dinero no compres cosas. Si no tienes para echarle gasolina a un Porsche no te lo compres"

—¿Qué otras aberraciones urbanísticas del municipio no le gustan?

—No me gusta personalmente, no como técnico municipal, el concepto y la idea de Área Sur-Luz Shopping. No me gusta. Aquello empezó con Área Sur y terminamos de empatarla con Luz Shopping. Fue una decisión municipal, nosotros al fin y al cabo somos instrumentos técnicos al servicio de una decisión política.

—Esa ya tiene difícil solución, pero ¿lo de la Ciudad del Flamenco cómo se soluciona?

—Hay otra forma de hacer la Ciudad del Flamenco, se está trabajando en eso. Se puede hacer de otra manera. No desarrollar una especie de alcazaba del flamenco, como se estaba planteando, sino de alguna manera plantear un gran espacio público multiusos en plaza Belén, y luego aprovechar una serie de solares a disposición del Ayuntamiento para meter distintos tipos de equipamientos. Puede ser muy interesante, tampoco quiero adelantar nada, pero puede haber posibilidades económicas. Algún proyecto que concurrió al concurso público para la Ciudad del Flamenco —el de SANAA (Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa)— se basaba en esa idea.

—Tampoco se trata de convertir esa zona en un parque temático, ser devorados por el fenómeno de la gentrificación.

—Efectivamente. No, no, no. Ese peligro también está ahí. Así y todo, creo que a nosotros nos falta mucho para llegar a eso. Vamos a intentar solucionar lo que tenemos por delante.

Plaza Belén: "Ahora mismo allí es impensable que alguien desarrolle apartamentos turísticos o un negocio. Fíjate el daño que puede hacer la megalomanía"

—Usted es de los que dice que es mejor un centro pobre pero digno. ¿Dejaremos alguna vez de sentir vergüenza al pasear por el intramuros jerezano?

—Sí (sonríe)... Bueno, creo que en eso tenemos que estar, en dejar de sentir pena y congoja al pasear por el centro. También hay algo que digo siempre: lo que no podemos es estar continuamente dando una imagen negativa del centro histórico. Llevamos ya un tiempo los técnicos, desde la legislatura pasada, diciendo que solamente se recupera el centro poquito a poco y mediante pequeñas acciones puntuales, que no tienen por qué ser caras pero sí contundentes y en las que hay que creer. Pueden ir desde quitar unos contenedores a retirar cuatro coches mal aparcados. Donde el Ayuntamiento tiene que actuar ya es ahí. En el otro sentido, en el de expropiar, hay que dejarse de tonterías porque no hay dinero. Estoy convencido de que si nosotros arreglamos la plaza Belén, con un proyecto que no es el mejor del mundo pero es digno, con un presupuesto que no llegará a un millón de euros en licitación, habrá posibilidades de que puedan abrirse negocios. La plaza quedará urbanizada y será digna, aunque no la haya firmado Herzog y De Meuron. Al menos vamos a poner los mimbres para que alguien quiera invertir. Ahora mismo allí es impensable que alguien desarrolle apartamentos turísticos o un negocio. Fíjate el daño que puede hacer la megalomanía. También hay que ser capaces de darle un cierto uso más intensivo al Zoco y desarrollar dos o tres solares municipales para que, poquito a poco, vayamos viendo esa recuperación. Esto sí que es mancha de aceite. Esto es muy difícil y muy lento pero tampoco hay que ser derrotistas y hablar todos los días de lo mal que está el centro histórico.

—¿Los subterráneos se cargaron el centro, como sostienen muchos?

—A mí no me parece que desestructuraran el centro. La peatonalización fue fundamental. El tema de calle Larga, por ejemplo, fue una guerra pero mira ahora. No puedes hacer un centro solo para cierto tipo de público, solo para gente joven o que está en contra del coche; está claro que con el coche hay que llegar y dejarlo en algún lado. La idea de los parkings periféricos no me parece mal y en el estudio de movilidad de 2009 se volvía a plantear. Distinto es dónde los metes. Yo en la plaza del Mercado o en Belén no veo un parking porque, o hay muy poca gente que llega y es una ruina, o destrozas el centro. Los parking sí pero en una situación periférica al centro histórico. La parte más sensible hay que hacerla peatonal con posibilidad de acceso a los residentes y servicios.

—Y se ha hecho todo lo contrario: ampliar zona azul al entorno de San Mateo y San Miguel.

—Hombre, entiendo que habría que intentar ganar para el peatón las máximas zonas posibles. La zona azul tiene otras connotaciones, es un contrato que se hace con una empresa en un momento dado, y no es de mi área (risas), entiéndeme.

"Habría que intentar ganar para el peatón las máximas zonas posibles. La parte más sensible del centro hay que hacerla peatonal"

—¿De quién es la culpa del estado de deterioro y la desertización del centro?

—Siempre se ha actuado mucho en el centro, ¿eh? Desde los primeros ayuntamientos democráticos se hacen actuaciones. En el año 82 lo primero que se hace es un plan especial de recuperación del centro. El Ayuntamiento siempre ha tenido el centro como una de sus prioridades. Pero el problema es que el urbanismo no lo resuelve todo, hay que tener en cuenta también el libre albedrío de la gente. La gente empieza a abandonar el centro desde hace muchos años, desde el franquismo. Esa diáspora hace que el centro se vaya quedando para gente que no puede salir y hay muy poca gente que vuelve por muchas razones ligadas a la vida actual. El centro no es caro con respecto a otras ciudades pero sí es caro de ejecutar y mantener una rehabilitación. Creo que el Ayuntamiento lo que tiene que hacer es sobre todo mantener lo suyo perfecto. Con eso me daría por satisfecho. Que la urbanización y los espacios libres estén perfectos, y hay que apretar y dar la lata a los promotores privados que aún tienen zonas que están abandonadas y sin ordenar.

—Ponga un ejemplo.

—Por ejemplo, me refiero al solar junto a la Puerta del Arroyo, que todos sabemos de quién es. Que esté ahí en esas condiciones, y que haya pasado por él la época de las vacas gordas sin que se haya desarrollado, me parece impresentable. Tienen que ser conscientes estas empresas de que ahí hay que arrimar el hombro. Lo mismo sucede con el palacio del Pantera, en la calle San Blas, en San Mateo.

"El Ayuntamiento siempre ha tenido el centro como una de sus prioridades. Pero el problema es que el urbanismo no lo resuelve todo, hay que tener en cuenta también el libre albedrío de la gente"

—La expropiación ya ha dicho que es impensable.

—Con todas esas cosas hay que dar la lata pero también hay que tener en cuenta que la legislación en materia de disciplina urbanística es muy limitada. Si como Ayuntamiento te metes hasta el final y no hay nadie que lo quiera comprar cuando lo sacas a venta forzosa porque el propietario no cumple con sus obligaciones, el Ayuntamiento es el que se lo tiene que quedar. Al final te lo comes con papas y son los ciudadanos los que se quedan con el problema de una empresa. Eso es injusto también. El papel municipal tiene que ser que al menos lo público esté perfecto e intentar por todos los medios que lo privado tire para adelante. Si malo es lo de San Blas más sangrante es lo de Riquelme. Si no tienes dinero no compres cosas. Si no tienes para echarle gasolina a un Porsche no te lo compres. Ahora mismo lo que estamos haciendo es determinar que el poco dinero que podamos tener lo invirtamos con cabeza. Hay que hacer una política de madre, que saben dónde hay que gastar el dinero.

—Justo ahí nace el plan de urgencia para actuaciones en zonas especialmente degradadas de la ciudad.

—Hemos un documento muy sencillo que marca una serie de prioridades para este año: eje Arroyo-Belén-San Lucas-Mercado; otro sitio fundamental que es rematar la zona de La Hoyanca, que es una brecha que tiene la ciudad casi en el centro, que viene del plan del 84, y que es iniciativa pública pura y dura y hay que hacerlo a pulmón; y por otro, también hemos metido el gran sistema general que es Chapín, para el que queremos una mejora del contacto con la ciudad. Rápidamente los periodistas decís, ¿y dónde está el dinero? Pues no lo sé pero lo que digo es que si hay un euro se gaste en eso, en lo realmente importante. Podríamos hablar cinco años de cosas necesarias pero sobre todo esos son los puntos negros ahora.

El actual Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de Jerez, en vigor desde 2009, tiene 9.300 folios y 830 planos. Si un ciudadano quisiera llevárselo a su casa fotocopiado tendría que gastarse 11.000 euros. Con estas tres cifras, uno puede hacerse una pequeña idea de la complejidad del documento. Si farragosa es su literatura, no menos árido es trasladarla y materializarla en la realidad. El gobierno local trata ahora de desbloquear el documento, flexibilizando sus condiciones y renunciando abiertamente a lo que ya se sabe que no podrá hacerse en muchos años.

—Usted, que dirigió la redacción del actual Plan, predijo que sería "papel mojado". ¿Le ha pasado factura aquella afirmación?

—(Risas) No me equivoqué, ¿no? No, creo que no, siguen confiando en mí, muy malo no debo ser. Por desgracia es papel mojado, ahora mismo sí. Pero vuelvo a lo mismo, no por culpa del Ayuntamiento de Jerez, sino por la legislación urbanística. Es un Plan que no se desarrolla porque con los precios que tenemos en Jerez de vivienda es imposible. No salen las cuentas en los nuevos suelos. Hemos desarrollado nada: una unidad de ejecución en suelo urbano y se ha aprobado un sector que está parado. Además, la gestión urbanística es cada vez más compleja; la legislación es cada vez más compleja; la justicia, cada vez más garantista… Entonces es muy difícil hacer gestión urbanística. Hay muchas cosas desarrollándose al margen de la legislación, por ejemplo el tema de El Palmar, donde la gente paga 200 euros al día por alojarse en un contenedor. Y mientras, la Junta sigue informando desfavorablemente a los desarrollos normalizados en esa zona.

—¿Cómo se puede volver a hacer útil el planteamiento?

—Estamos dándole vueltas a ver qué podemos hacer porque las leyes nos dejan un camino muy estrecho. Vamos a hablar con la Dirección General de Urbanismo para cambiar la programación de los suelos, dejar menos suelos urbanizables, que sean más asumibles por el municipio desde el punto de vista de la aguantabilidad económica; y el resto pasarlos a una situación de urbanizables no sectorizados. Un suelo de reserva que ahí estará por si cambian las cosas. Y la idea es que también pasen a reserva, a la espera de mejores tiempos, ciertas dotaciones que se previeron a nivel metropolitano, cuando había una gran euforia.

"Todo el mundo quiere meter su mano en el Plan, con lo cual salen muchas veces instrumentos contradictorios porque son muchas cosas contrapuestas"

—¿No es, en la práctica, hacer un nuevo PGOU?

—No, no, porque no tocaríamos el suelo urbano, solo el de expansión, y no desclasificaríamos suelos. No entraríamos en un motivo de revisión total del Plan. Ahora mismo el municipio que se meta en una revisión del Plan está loco. A los técnicos habría que echarlos a la calle. Ahora mismo las cosas son absolutamente demenciales. Los planes generales, y ya lo dije hace mucho tiempo, son como una especie de cajón desastre para que los ayuntamientos hagan su trabajo a todas las administraciones sectoriales: Costas, Aeropuerto, Cultura, Medio Ambiente, Salud… Es de locos. Todo el mundo quiere meter su mano en el Plan, con lo cual salen muchas veces instrumentos contradictorios porque son muchas cosas contrapuestas. Nosotros vamos a intentar ir flexibilizando poquito a poco las cosas para que quienes quieran invertir puedan hacerlo y evitar que si las cosas cambian de manera radical pueda llegar alguien que vuelva a hacer una barbaridad desagregada de la ciudad existente y se nos quede esa carga. Para eso queremos pasar algunas cosas a no sectorizado, para que eso sea lo último que se desarrolle.

—Proponen también flexibilizar el uso de suelos rústicos, ¿eso no corre el riesgo de atraer pelotazos indeseables?

—No. Mientras que la ordenación del suelo urbano en la legislación está muy tasada, el tema del suelo rústico es un poco más abierto y ambiguo. Si te pones a hacer una comparativa de los PGOU cada uno tiene su propia reglamentación del suelo rústico. Nuestro Plan, por una tradición ya de muchos años, tiene una reglamentación bastante restrictiva, con el problema añadido de que tenemos un complejo, dinámico y enorme suelo no urbanizable. El suelo rústico no solo sirve para plantar, poner árboles y vacas porque, a la vista está, la realidad no es esa; y, a la vista está, mira cómo está Andalucía. No queremos dejar que se miren las actividades una por una, pero sí creemos que se pueden flexibilizar las condiciones reestudiando zonas. Te pongo un ejemplo: hay una categoría de suelo no urbanizable con especial protección forestal pero resulta que en muchos de esos suelos no hay árboles. Los propietarios dicen: me parece muy bien pero es que no hay árboles. Hay otra categoría muy poética: no urbanizable de especial protección paisajística, pero qué es el paisaje. Para mí, la ausencia de basura. Eso es una categoría muy sui generis. Planteamos revisar esas dos categorías por una empresa que sepa. Esto está más enfocado a la zona de La Barca, toda la vega del Guadalete… Para la implantación de actividades compatibles con suelo no urbanizable que ahora mismo no se pueden llevar a cabo.

—¿Y el plan del viñedo?

—El plan del viñedo se puede hacer en cualquier momento porque lo que intentaba, con una técnica un poco novedosa y arriesgada desde el punto de vista jurídico, era acortar un poco los plazos y los procedimientos de cosas que ahora mismo en el PGOU se pueden hacer. Todo lo que decía el plan del viñedo en el PGOU está admitido, lo único que pasa, y la Junta no lo vio, era que queríamos hacerlo de forma más ágil.

 "El suelo rústico no solo sirve para plantar, poner árboles y vacas porque, a la vista está, la realidad no es esa"

—También van a cambiar el sistema de actuación urbanística al que obliga el Plan en algunos suelos: de expropiación a compensación.

—¿Tú te crees que el Ayuntamiento está en condiciones de expropiar un suelo para invertir en urbanizar un millón y medio de metros de polígono industrial? Y sin embargo el PGOU te obliga a ello. Pero en un ejercicio de realismo y honestidad queremos cambiar el sistema para abrir la puerta para que si el privado quiere, lo desarrolle; nosotros no tenemos capacidad. Nos encantaría.

—¿El suelo urbanizable vale algo?

—El suelo ahora mismo vale muy poco. A los precios de Jerez, a 800 euros el metro de vivienda más o menos, nadie es capaz de hacer casas a ese precio. Solo con lo que necesitas para poner allí los servicios ya te vas de precio. No puedes hacer nada. Es un tema puro de números, no es urbanismo ni nada de eso, es pasta, la economía. Esto es complicado de cambiar porque la ley urbanística es tremendamente conservadora con las situaciones que aprueba sin ser capaz de adaptarse a nuevas circunstancias. Ahí estamos, en que la Dirección General de Urbanismo nos deje flexibilizar las cosas para no incumplir las leyes.

—¿Terminará de resolverse alguna vez el problema de las viviendas irregulares en el municipio?

—Nuestro problema son las vías pecuarias. Aquí hasta cierto punto entiendo a la Junta de Andalucía, ya que se le abre un melón enorme a nivel andaluz si de pronto un día dice que todo el monte es orégano en Jerez. La gente se sigue equivocando mucho en este tema. Cuartillos sabes que se desafectó pero no se desarrolla porque el suelo es de la Junta. El problema es muy complejo y no se arregla diciendo ya no hay vía pecuaria. El Ayuntamiento, tal y como está la gestión urbanística, no se puede meter a desarrollar urbanísticamente un suelo que no es suyo. La sacrosanta legislación urbanística dice que el propietario es el que debe desarrollar su suelo. Que cada palo aguante su vela. También te digo que ahora mismo somos de los municipios de la provincia que menos situaciones de edificaciones ilegales e irregulares tenemos. Distingo mucho entre edificaciones de asentamientos históricos, que es lo que fundamentalmente tenemos nosotros y que no se regularizan por estar en vías pecuarias, y construcciones en parcelaciones ilegales, que son pocas. Ahora hay un fenómeno de la segunda residencia cutre, como ocurre en El Palmar, y que en Jerez también se está sufriendo pero ligado a la necesidad de la gente. Viviendas en contenedores, por ejemplo. 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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