Jaime de los Santos: "No somos una sociedad peor, pero hay discursos que son rechazables sí o sí"

Diputado, escritor e historiador, su nombre cotiza al alza tras la renovación de la cúpula del PP de Feijóo. A punto de sacar nueva novela, 'El Evangelio según Caravaggio', transformó su pasión por el teatro en el ejercicio de la política, "una religión en la que a veces sobreactuamos un pelín"

Jaime de los Santos retratado en la planta alta de los Claustros de Santo Domingo, tras la entrevista con lavozdelsur.es en días pasados.
05 de octubre de 2025 a las 07:43h

El arte del actor: el 'intérprete' revelación en la cartelera política nacional

Jaime de los Santos González (Arganda del Rey, 1978) está en el pico de la ola de su trayectoria política. Y eso que su carrera política en el Partido Popular ya empieza a ser dilatada y trufada de incontables experiencias. Fue consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid con Cristina Cifuentes y senador tras ser asistente personal de Elvira Rodríguez, esposa del ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, un puesto que aún le recuerdan algunos con su toque homofóbico incluido. 

Ahora su nombre suena y resuena hasta haberse convertido en un puntal de la renovada ejecutiva nacional con la que Alberto Núñez Feijóo pretende llegar a la Moncloa. Además de diputado en el Congreso, este hiperactivo dirigente político madrileño, con el puntito justo de chulería castiza y el aspecto malote que le da el pecho descubierto, una finísima cadenita sobre el cuello y las New Balance con calcetines tobilleros, es vicesecretario de Educación e Igualdad y miembro del comité director del PP, pero también es historiador del arte, escritor, feminista —lleva diez años involucrado en una ONG, Apram, contra la trata de mujeres y niñas— y espectador compulsivo de artes escénicas. Capaz de ir hasta cuatro veces en semana a salas y teatros de la capital de España. Lo último ha sido Otello en el Teatro Real, pero hace poco disfrutó mucho de la revisión teatral de Historia de una escalera en el Español

Como está en Jerez invitado por su amiga María José García-Pelayo a la nueva edición de la Feria del Libro, este tertuliano de televisión —habitual en Espejo público— y columnista se declara fan total de la compañía teatral jerezana La Zaranda: "Hacen teatro de verdad, me fascinan". El amor a la escena, reconoce, le viene de su madre, “que me apuntó a una escuela de teatro donde, entre otras muchas cosas, me descubrieron a Lorca”.

Una infancia marcada por esta "guerrera" que le reveló el arte de la interpretación, por los libros de su padre —"un lector infinito"— y una vida rodeado de sus cuatro hermanas. Un político, en fin, atravesado por el arte, con una sensibilidad especial por la cultura, con una oratoria abrumadora, directa y punzante como florete de un esgrimista. Quizás, ¿un actor metido a político? Un político lector voraz antes que papagayo de argumentarios tuitificados. Un intruso empleado como estilete que da los pies en un escenario ajeno. Como sea, rara avis en esta cuarta pared de la política española. En este gran teatro que inunda nuestro día a día. La vida imita al arte mucho más que lo que el arte imita a la vida, dijo Wilde.

Pregunta. Está a punto de publicar nuevo libro, ‘El Evangelio según Caravaggio’. Habla de un pintor que vivía al límite pero que nunca perdía la humanidad. Como político, ¿se mueve en esos parámetros?

Respuesta. Efectivamente, el 3 de noviembre presento mi segunda novela, El Evangelio según de Caravaggio. Y la ha escrito por varios motivos: el principal, mirar a Caravaggio como casi nadie le ha mirado nunca. Y es que al Caravaggio que conocemos todos, incluso los que somos historiadores o que hemos podido profundizar en su obra y en su vida, nos lo han acercado como el hombre canalla, como el pintor homoerótico, como ese individuo que iba en contra de todo lo establecido, cuando no hay ni un solo documento que justifique esa realidad que, sin embargo, se construyó cuando todavía estaba vivo. ¿Por qué? Porque era absolutamente genial. Y no hay nada más peligroso que ser un genio, sobre todo cuando estás rodeado de personajes mediocres. El peligro está en que todos esos mediocres se alían para acabar de un golpe con tu carrera, y eso fue lo que ocurrió.

Lo más peligroso o lo más pecaminoso en el año 1610 era el pecado nefando. Y de ahí surge toda la leyenda de su presunta y pretendida homosexualidad, cuando sobre lo que sí hay documentación es sobre los gustos o inclinaciones homoeróticas de sus clientes. Entonces lo que la historiografía contemporánea siempre ha hecho ha sido mirar sus cuadros tratando de ver en esos personajes lánguidos, afeminados, con esas pestañas infinitas, un gusto del pintor por un tipo de jóvenes que no es sino el gusto de sus clientes, especialmente del cardenal Del Monte.

"Para mí la política es una religión, y a esa religión estoy absolutamente entregado"

P. ¿Y esto cómo lo conecta con la política?

R. De varias maneras. Hasta que el presidente Feijóo me pidió que colaborara con él de forma mucho más activa como vicesecretario de Educación e Igualdad, a pesar de ser diputado nacional y a pesar de estar en la televisión, como todo hiperactivo, necesitaba ocupar el resto del tiempo y, sobre todo, con cuestiones culturales. Para mí la política es una religión, y a esa religión estoy absolutamente entregado, pero tuve tiempo de recuperar mis apuntes de la universidad, recuperé mis libros, recuperé las conversaciones con la que ha sido mi mentora, Beatriz Blasco Esquivias, y empezamos a analizar al personaje. En un viaje a Roma, en el Vaticano, consultando alguna documentación, tuve acceso a un documento que ya estaba publicado, pero que no había visto nunca y que muy poca gente conoce, y que relaciona a Caravaggio de forma muy especial con Costanza Colonna (protectora, mecenas y enamorada del pintor).

Desde ahí empecé a reconstruir la vida de un hombre al que —insisto, y esto en política también ocurre mucho— las envidias hicieron desaparecer en vida, porque su muerte está envuelta en un montón de secretos y también en muerte. Excepto unos cuantos igualmente genios como él, como Rubens, que quisieron proteger sus obras, todos los demás se empeñaron mucho en hacerlas desaparecer. Y todo esto lleva, en segunda instancia, a querer rescatar a Pier Paolo Pasolini. El 2 de noviembre se cumplirá el 50 aniversario de su salvaje asesinato. Pasolini tuvo de profesor de Historia del Arte, de amigo, a Roberto Longhi, que es el que en la década de los 50 reivindica el papel de Caravaggio. Para mí, Pasolini y Caravaggio tienen una mirada interesantísima, que es la de mirar al desfavorecido con ojos reales: ni con romanticismo, ni con paternalismo, ni con miradas que no sean la de un ser humano que está observando a otro ser humano que desgraciadamente atraviesa por una situación de vulnerabilidad. Caravaggio les da su lugar por primera vez en la historia del arte a quienes no son nada, y eso es muy importante: es lo que Pasolini va a recuperar.

De los Santos, en un momento de la entrevista con lavozdelsur.es.   JUAN CARLOS TORO

P. ¿Qué es lo que más le atrajo de la conexión Caravaggio-Pasolini?

R. Fíjate, Pasolini es un personaje comunista que tiene que vivir cómo el Partido Comunista le echa de sus filas, cómo la Iglesia católica le denuncia reiteradas veces —la primera por el cortometraje La Ricotta, en el que participa el maravilloso Orson Welles— y, sin embargo, El Evangelio según San Mateo es, según el Papa Francisco y el Vaticano, la película que mejor refleja la vida de Jesús. Además, Pasolini se la dedica al Papa Juan XXIII. Es decir, un hombre de contrastes, un hombre que reivindica la diferencia y lo más sorprendente —y que le une a Caravaggio— es que ambos fueron asesinados por querer ser libres y por no renunciar a su manera de explicar el mundo. Ya solo por eso los dos merecen una nueva explicación. Y yo lo que he hecho en 680 páginas —que es lo que ocupa la novela— es reflejar lo que sabemos y los espacios de sombra, los claroscuros.

"La vida de las mujeres prostituidas de 2025 sigue siendo la misma que la de las mujeres del siglo XVII"

P. También reflexiona en esta obra sobre la prostitución.

R. Incluyo una reflexión especialmente relevante sobre las mujeres prostituidas, esas grandes amigas de Michelangelo Merisi da Caravaggio: Anna Bianchini, Fillide Melandroni, la Bella Lena. Hoy, como espectadores del siglo XXI, cuando nos ponemos ante La Dormición de la Virgen, solo somos capaces de ver que ahí, según nos ha contado la historiografía, está el cadáver de una mujer prostituida que se ahogó en el Tíber. Y a pesar de que Caravaggio nos dé todas las pistas, no somos capaces de reflexionar sobre cómo era su vida. ¿Y por qué esto me importa? Porque la vida de las mujeres prostituidas de 2025 sigue siendo la misma que la de las mujeres del siglo XVII. Y aquí está la tercera pata. Yo llevo 10 años trabajando en una ONG que se llama Apram, que lo que hace es rescatar a mujeres prostituidas de las garras de la mafia. 

Y quería —y aquí acabo— rematar con esta historia, que creo que es extraordinaria no por lo que yo he hecho, sino por lo que significó Caravaggio, sobre la vida de esas mujeres que la mirada benéfica que algunos intentamos ofrecer ahora es novísima. Nos habíamos acostumbrado, por ejemplo en Madrid, a verlas en la calle Montera y no prestarles siquiera atención, sin plantearnos cuáles son sus vidas. ¿Qué significa vender tu cuerpo? ¿Qué significa, en muchos casos, ser víctima de la trata? ¿Qué significa haber sido sacada del contexto de tu familia y tener que sufrir ahora todas las violencias posibles?

Otro momento de la entrevista.   JUAN CARLOS TORO

P. En el caso de Pasolini, antifascista absolutamente, hablamos de una figura, al final, incómoda hasta para los suyos.

R. Sí. Y fíjate lo que son los partidos políticos —y aquí no quiero señalar a ninguno en concreto—: cuando es asesinado, quienes le montan el funeral son las juventudes comunistas, reivindicando a ese hombre que le había puesto forma, luz y palabra —porque era un gran escritor— a los grandes males del siglo XX. Él es uno de los que de manera más fehaciente denuncia lo que había sido el fascismo y lo que podía volver a ser el fascismo si se reeditaba en Occidente. Y Saló, que es una película tremenda para un espectador muy sensible, lo que te muestra es que esas salvajadas son la metáfora o, desgraciadamente, la directa prolongación de lo que hacen los muy malos. Y los fascistas eran, son y siempre serán los peores, los muy, muy, muy malos.

"En ciertos momentos de la historia lo fácil es prestarle oídos al que habla más alto, dejarte seducir por lo visceral"

P. Y seguimos en las mismas.

R.  Bueno, yo creo que el ser humano, desgraciadamente, y de forma casi cíclica, y perdóname porque yo soy historiador de formación, cae en determinados errores.Y es, en según qué momentos, dejarse arrastrar por la polarización. ¿Por qué? Porque en ciertos momentos de la historia lo fácil es prestarle oídos al que habla más alto, dejarte solamente seducir por lo visceral. Y claro, cuando además quien tiene la irresponsabilidad de levantar mucho la voz no tiene ningún tipo de responsabilidad pública —hablo de gobierno—, todo le sale gratis. Señalar lo que se hace mal es fácil, levantar la voz también. Subir la temperatura de las discusiones, en ocasiones, es muy efectivo porque generalmente al que es educado y da muchos argumentos, con tres voces le estás colmatando. En ocasiones, las sociedades —y esto es una reflexión sociológica— cuanto mayor nivel de prosperidad han alcanzado, más se olvidan de lo que realmente importa y se dejan seducir por según qué cantos de sirena.

P. ¿Habla de la España de hoy?

R. Creo que España, en concreto, es una sociedad mucho más madura de lo que incluso los malos creen. A pesar de determinadas inclinaciones, de momento demoscópicas, no va a dejar de velar por una conquista tan extraordinaria como ha sido la democracia.

"Yo no critico tanto el ruido (en política), aunque a veces se nos vaya de madre, como el uso que le damos"

P. Después de lo que estamos hablando, que tiene mucho que ver con la voluntad de combatir el pensamiento único, ¿cómo se siente cuando debe formar parte activa de ese espectáculo a menudo tan poco edificante?

R. Yo detesto de manera especial la ultraortodoxia. El pensamiento único, por supuesto, pero la ultraortodoxia en particular. Porque yo, que soy católico, creo que lo peor que puede hacer la Iglesia es imponer ideas absolutas que además castren al ciudadano. Pero esto me pasaría con cualquier fe, con cualquier ideología, casi con cualquier sentimiento humano, porque todo lo que se lleva al paroxismo es absolutamente terrible, además de muy poco generoso. Otra cosa son las formas. Estábamos hablando de teatro: cuando estudias teatro, cuando lees teatro, cuando ves teatro, te das cuenta de que entre los fondos y las formas hay un camino suficientemente amplio para que, en el recorrido, no caigas en defectos imperdonables.

Es verdad que vivimos en un mundo de inmediatez —el TikTok que dura 15 segundos, la sociedad del espectáculo—. Si quieres ser escuchado porque crees que tus ideas son las buenas, aunque sean de absoluto centro, tienes que utilizar las formas de los que son un poco menos de centro. Si no, el altavoz se apaga. Y siempre hago esta reflexión, quizá porque ahora estoy muy atravesado por el galleguismo: ¿por qué a los medios de comunicación lo que les interesa son los titulares grandilocuentes? Y ya si tienen una palabra que sea un taco, mucho mejor… porque va a haber más clics, y eso se monetiza, y eso hace que tú puedas continuar con tu trabajo como periodista y el medio como altavoz de noticias.

Esto nos hace corresponsables del ruido. Yo no critico tanto el ruido, aunque a veces se nos vaya de madre, como el uso que le damos. Si a mí el ruido me sirve para levantar la voz de vez en cuando y defender a las mujeres víctimas de violencia machista —y no me refiero solo a las pulseras de los maltratadores, que parece que es lo que está de moda, sino a una sociedad que tendría que estar permanentemente cuidando para que ni un caso más se repita—, si me sirve para defender a cualquier ciudadano que padezca LGTBIfobia, o para que España deje de ser un país en el que uno de cada tres chavales vive en riesgo de pobreza, pues voy a seguir utilizando esas formas. Llámales extremas, o incluso, volviendo al teatro, un pelín sobreactuadas. 

"Eso que algunos veis como 'dos almas' del PP, en el caso de que lo fueran, son perfectamente complementarias"

P. Lo importante es que esa sobreactuación no nos lleve a lo grotesco o a la desinformación.

R. Exactamente, a la mentira, nunca.

P. Estamos viendo permanentemente dos almas en el PP actual: una, la madrileña con Isabel Díaz Ayuso al frente; y otra, esa que llaman la vía andaluza que encarna Juanma Moreno, la de la moderación y la bajada de decibelios. Esta semana, por ejemplo, el presidente de la Junta ha tenido un caso especialmente controvertido con los casos de cribados de cáncer de mama y ha pedido rápidamente perdón. No es habitual...

R. Cuando hablamos de España, yo soy un gran defensor de España, lo hacemos desde el poliedro que es culturalmente nuestro país. Nos gusta reivindicar —a mí el primero— hasta qué punto los padres de la Constitución eran mucho más listos que nosotros; y no solo blindaron todas las lenguas cooficiales, sino incluso la posibilidad de que los cafres pudieran criticar la Constitución. Esto no pasa en otros países, y demuestra hasta qué punto nuestra democracia es mucho más sólida de lo que algunos creen. En cuanto a esas dos vías de entender la política que algunos veis como dos almas del PP, en el caso de que lo fueran, son perfectamente complementarias. Vivimos en un país de contrastes: geográficos, de paisaje, de clima... Eso deriva en posicionamientos vitales completamente distintos. Nuestros líderes son respuesta no solo de las necesidades de sus pueblos, sino también la prolongación directa de lo que han sido sus vidas.

Una mujer criada en Madrid nunca será igual que una mujer criada en Huelva o en esta ciudad maravillosa de Jerez. ¿Qué quiero decir? Que Juanma Moreno es el presidente del PP que se merece Andalucía, y el que más ha hecho por Andalucía. E Isabel Díaz Ayuso es la presidenta que los madrileños votamos, absolutamente seguros de lo que queremos. Probablemente Juanma como presidente de Madrid e Isabel como presidenta de Andalucía sabrían tomar la medida a sus votantes para modular, si fuera necesario, sus discursos. Y también te digo: igual que Juanma ha pedido perdón —algo que todavía no ha hecho ni la ministra de Igualdad ni el presidente del Gobierno con el tema de las pulseras—, Isabel Díaz Ayuso tiene exactamente la misma capacidad de humildad. Otra cosa es que entiendo que, de Ciudad Real para abajo, nos veáis a los madrileños a veces un poquito a 45 revoluciones por minuto.

Clip de la entrevista.   JUAN CARLOS TORO

P. Bueno, esa mirada del centralismo a la periferia de que vamos por debajo en revoluciones creo que está algo desfasada o, quizás, es que, como decíamos antes, tenemos que alzar aún más la voz.

R. ¡Claro! Tienes una alcaldesa en Jerez que, aparte de ser la mejor alcaldesa que conozco, va a 45 revoluciones por minuto como yo. Pero son discos distintos: ella un disco más acompasado y yo voy más a trompicones, consecuencia de nuestras historias, de nuestras vidas, de los lugares donde hemos nacido...

Jaime de los Santos, tras la entrevista con lavozdelsur.es.   JUAN CARLOS TORO

P. ¿Y en esa vida a trompicones de la que habla, cómo saca tiempo para poner en orden una novela de casi 700 páginas?

R. 680 páginas que cuando, de repente, las vi editadas dije: ostras, se me ha ido la cabeza. Pues saco tiempo de ser hiperactivo. Empecé a escribirla el 1 de abril de 2024 y hasta que la entregué no he tenido ni un solo día de descanso. Ni uno. Y en mi caso, la trazabilidad es muy clara: porque se me ve en la tele, en las intervenciones, escribo artículos... pero bueno, no soy muy nocturno, no soy muy de fiestas fuera de las familiares y de las del calendario en rojo. Y cada vez que tenía un rato, leía y escribía. ¿Y sabes qué pasa? Que para mí escribir es un placer absoluto. Y cuando además lo haces sin esperar nada, excepto ser feliz y que quienes te lean, más o menos, también lo sean, baja el nivel de estrés. Por tanto, dedicándome a lo que me dedico, que estoy el 90% del tiempo estresado, esto era un relax y un remanso de paz.

"Todos tenemos derecho a opinar, a discrepar, incluso a decir una burrada, decir burradas también es democrático"

P. Dicen que la vida política no es vida, pero les sigo viendo en activo, sin abandonar, completamente enganchados a esta especie de droga de la representación pública.

R. Sí. El problema de la política —y yo no me canso de reivindicarla— es la mirada negativa que gran parte de la sociedad, muchas veces alimentada por los propios políticos, tiene hacia nosotros. Yo soy defensor absoluto de todos los políticos, de todas las ideologías, que especialmente en momentos tan complicados como la Transición y los primeros años de la democracia, viniendo de una dictadura insoportable, sin mirar para atrás o al menos sin mirar con rencor, nos han traído hasta aquí. Construyendo, construyendo, construyendo. Entendiendo que todos tenemos derecho a opinar, a discrepar, incluso a decir una burrada, porque decir burradas también es democrático. Y con esa generosidad nos han traído hasta aquí. Por eso me duele tanto que, con la mirada urgente y muchas veces irresponsable de hoy, se nos mire de forma frívola. La mayoría de los políticos hoy, de todas las siglas, los que tienen un buen sueldo y los que lo hacen de forma gratuita en municipios pequeños o pedanías, todo lo que hacen lo hacen por el bien común.

Y aquí hay otra conexión con la cultura: siempre digo que política y cultura, cuando se hacen bien, tienen una función idéntica: cambiar el mundo. Suena utópico, pero solo cuando te crees esa utopía merece la pena. Porque, créeme, por más que haya quien pretenda ridiculizar nuestra labor o destruirla —porque les va bien el follón y sobre ese follón construyen otras cosas—, o te lo crees mucho, o no compensa. Y yo me lo creo.

Retrato de Jaime de los Santos, en los Claustros de Santo Domingo.   JUAN CARLOS TORO

P. Ha conocido a Obama, Merkel... ¿por sus palabras quiere decir que la clase política va a peor?

R. Yo creo que vamos a diferente.

P. ¿Es reflejo de la sociedad, va a peor todo?

R. Siempre digo: los políticos ni venimos de Marte ni salimos de vainas que aparecen espontáneamente en un árbol. Somos la consecuencia directa de la sociedad, pero con una particularidad: tenemos la obligación de mejorarla. Si nos rendimos a dejarnos llevar por lo que a veces la sociedad, sin darse cuenta, empeora, flaco favor estaremos haciendo a lo que realmente nos debemos. Y no, no creo que seamos una sociedad peor, bajo ningún concepto. Por más que tamibén haya quienes, desde otras latitudes, pretendan imponer una verdad unívoca. Somos la sociedad más pacífica —desgraciadamente, hablo de Occidente, ojalá fuera en todo el mundo— de las últimas décadas, con la esperanza de vida más alta, con el mayor nivel de bienestar de la historia de la humanidad y con una mirada frente al que sufre como jamás se había visto. Hasta hace nada, al desfavorecido se le expulsaba aún más. Hoy no. ¿Qué quiero decir con esto? Que somos una sociedad muy buena, muy justa y mejorable, sí. Quizá como consecuencia de toda esta gran conquista, a veces se relaja. Y en esos momentos de relax se cuelan determinados discursos y formas de ver la vida que son rechazables sí o sí.

"Me niego a que solo levantemos banderas cuando interesa; hace tres meses, el Gobierno de España huía del concepto 'genocidio"

P. ¿Por qué se abusa de la retórica y de no llamar a las cosas por su nombre, como ocurre con el genocidio en Gaza?

R. Te voy directo: hace tres meses, el Gobierno de España huía del concepto genocidio. Y además, utilizaban el argumento, que seguimos utilizando nosotros, de que debe ser una corte internacional la que diga qué es lo que ocurre allí. ¿Lo que ocurre allí es una masacre? Sí. ¿Inaceptable? Sí. ¿A Netanyahu hay que exigirle que plantee de forma inmediata una paz en Gaza? Por supuesto. Y que asegure corredores humanitarios, sin ninguna duda. Pero —y lo subrayo con exclamaciones— bajo ningún concepto voy a permitir que nadie me venda a Hamás como si fueran hermanitas de la caridad. Son una organización criminal y terrorista que el 3 de octubre de 2023 dio un golpe que acabó con la vida de casi 1.200 ciudadanos israelíes. Si comparamos víctimas, el número es, efectivamente, inigualable. Pero para mí una vida, cuando se acaba con una o son 17, es igualmente dramático.

Otro momento de la entrevista.    JUAN CARLOS TORO

Y mientras reivindico la paz absoluta y el reconocimiento de dos Estados —Israel y Palestina—, también reivindico a las 10.000 víctimas que de enero a septiembre de 2025, por ser cristianas, han sido asesinadas en Nigeria. Pregunto: ¿eso es genocidio o no nos interesa Nigeria? ¿Lo que pase a los cristianos en África no preocupa? Según el Vaticano, son 380 millones de cristianos amenazados de muerte en el mundo. Y no quiero convertirlo en la principal preocupación de las potencias occidentales, pero hay mucha hipocresía, me niego a que solo levantemos banderas cuando interesa. Me duele el alma ver a crituaras masacradas en Gaza, pero ¿y las mujeres iraníes sometidas a la ultraordoxia? ¿Y Gaza hace tres meses?; ¿es que los primeros 17.000 muertos no importaban? ¿Dónde pone Pedro Sánchez la línea roja entre lo que es genocidio y lo que no? ¿Quién es él? La retórica la podemos usar todos, pero de un presidente del Gobierno espero más nivel y responsabilidad, no solo hacia sus ciudadanos, sino hacia sus socios europeos.

P. Preparando la entrevista he leído varias con usted en otros medios y siempre resaltan el tema de su condición sexual. ¿Le cansa?

R. A ratos sí. Pero cuando sales de Madrid, que es este lugar donde todo va bien y nadie te mira por casi nada, y vas a municipios pequeños o a zonas de España donde todavía hay gente que padece LGTBIfobia o que no puede transmitir a los suyos a quién quiere, me pregunto: ostras, si yo con mi ejemplo sirvo a alguien para demostrarle que soy imperfecto, pero tan normal como mis cuatro hermanas y el resto del vecindario..., quizás sí valga la pena que me sigan preguntando: ¿Y usted que es gay de derechas?. Pues sí, gay de derechas, católico, imperfecto, discrepante.

"Yo, que soy gay, tan normal o tan poco normal como mis cuatro hermanas, me veo en la obligación de recordar que todavía hay quien, para insultarme, me llama maricón"

P. Entonces, ¿le pregunto por eso de que le he leído de que ha sido seducido por hombres muy poderosos o hablamos del Cervantes de Amenábar?

R. [Ríe] Bueno, pero no porque ellos quisieran seducirme, sino porque yo me sentí seducido. Soy muy fácilón. Me pasa aquí: llego al Ayuntamiento de Jerez y hay un concejal como Jaime (Espinar) que solo con su manera de hacer política me deja totalmente seducido. Pero sí, seguimos siendo necesarios como —y esto ponlo entre comillas— role model. Porque no todo es tan fácil en todos los lugares. Y hay una responsabilidad pública que quienes damos el paso de dedicarnos a esto no podemos obviar.

Otro corte en vídeo de la entrevista.    JUAN CARLOS TORO

Y luego llega alguien como Amenábar y hace, porque le sale del pie, una mirada homoerótica de un personaje que se llama Miguel de Cervantes. Te puede gustar o no, pero ya vienen los oportunistas —y vuelvo a mencionar a Pedro Sánchez— a hacerse la foto, cuando le importa un pito el cine. O los que le quieren echar del país porque dicen que se ha cargado a un personaje imprescindible de nuestra cultura. Pues mire, ni lo uno ni lo otro. Es un creador extraordinario, que lo ha demostrado todo y que ha querido mirar de una forma distinta a un personaje del que desconozco sus inclinaciones. A mí me gusta reivindicar, porque soy de Arganda del Rey, que es de donde era la abuela de don Miguel de Cervantes, que lo que él era es un feminista recalcitrante, asumiéndolo este concepto en el siglo XVII. Cervantes estaba rodeado de mujeres. Su madre, sus hermanas, su abuela, sus tías… fueron imprescindibles en su forma de ver el mundo.

"Cuando el PSOE me quiere llevar al rincón por ser el que lleva bolsas de no sé quién, como si fuera un delito llevar bolsas, le atraviesa un profundo sentimiento homofóbico"

Y yo, que soy gay, tan normal o tan poco normal como el resto, sí me veo en la obligación de recordar que todavía hay quien, para insultarme, me llama maricón. Y ahí levanto la mano: anda que no tengo yo cosas para que me critiques, entre 1.000 y 300 millones. Cuando usas eso es cuando pongo pie en pared. Porque a mí no me hace daño, pero puede hacérselo a un chaval que no se atreve a decirle a sus padres quién es. Solo por eso, merece la pena decir en Espejo Público: Sí, yo soy maricón, pero voy a explicar lo que significa serlo porque para mí no es un insulto. Y hablo del proceso que hemos vivido para llegar aquí. Parecemos los más modernos, pero hace 20 años esto no era tan fácil. Yo tengo 47, y con 27 todavía había que ocultar determinadas cosas.

P. Incluyendo la difícil digestión que tuvo su partido sobre esta cuestión y aspectos como el matrimonio de personas del mismo sexo.

R. ¿Sabes qué pasa? Quizás como mi historiador tengo la visión de que quizas lo importante no es lo que hemos hecho regular en otros momentos —los partidos, las personas, las familias...—, sino lo bien que hacemos las cosas hoy y las ganas que tenemos de seguir haciéndolas cada vez mejor en el futuro. Y yo solo sé que a mí, nunca, nunca, me han hecho sentir mal por mi condición sexual en mi partida. Y fíjate que desde el PSOE, en alguna ocasión, sí me han intentado llevar al rincón por no sé qué cosas del que lleva bolsas de no sé quién. Cómo si llevar bolsas fuera un delito. Pues siempre ahí me pregunto: ¿hay un ápice de homofobia? Pues creo que sí. Ocurre como con el machismo, y es algo estructural. Y algunos personajes, y se me ocurre uno que fue alcalde de una ciudad castellano-leonesa y hoy es ministro y no se encarga de los trenes, que estoy seguro que cuando me critica, lo que le atraviesa es un profundo sentimiento homofóbico, por más que luego él tenga que venderse como el más moderno de la clase.

Sobre el autor

Paco Sánchez Múgica

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