Dobles desnudos
El artista Rodrigo Báez Garía, Kuko Báez (Jerez, 1989) muestra en su ciudad natal casi una veintena de cuadros en los que lo sensual, lo sugerente o lo directamente erótico, tiene cabida. Kuko Báez asegura en esta entrevista que no pinta o da luz al tema que toque pintar porque el público conozca el asunto a tratar, sino por probarse él mismo al estímulo de tomar sus pinceles y comprobar de primera mano cómo se desenvuelve en aquellos asuntos que el espectador verá después plasmados en sus pinturas.
Un hombre extremadamente sencillo, de una lucidez apabullante, comenzó su carrera artística pintando retratos por encargo, hasta que el paso del tiempo que él valora tanto, fue cambiando su dinámica de trabajo que, como en estos días, lo lleva a exponer por diferentes salas. En esta exposición Hedoné, que se puede visitar hasta el 27 de enero en Espacio Abierto Jerez (calle Alvar López, 12), Báez utiliza la tinta y la acuarela para sus cuadros cargados de sensualidad y de erotismo. Un desnudo doble: el de los personajes que aparecen en su obra, y el simple (o complejo) hecho de mostrar su obra al público.
Son dibujos a tinta, sobre ella va la acuarela. Yo soy más dibujante que pintor, pero para lo que yo quería hacer, me venía muy bien esa combinación, porque el dibujo a tinta realza mucho la expresividad, lo que quiero comunicar: con lo mínimo posible expresas lo máximo posible, y se refleja bien la parte física de lo que está ocurriendo. Y luego, hablando de la acuarela, esa espontaneidad, esa transparencia le da un tono más etéreo. Con esa parte de color transmites lo que quieres decir. Y la acuarela te da ese punto de emoción, porque te va contando lo que ocurre debajo de esa superficie. Esa combinación me pareció perfecta para hablar sobre ese tema.
"No he notado el tabú de la gente, ni rechazo social alguno"
La pregunta es muy interesante porque es exactamente así. Hoy no creo que el tema sea tabú, ni he pintado y expuesto esta obra como manifestación al respecto. Lo que sí he notado es eso, que tienes que desnudarte y te estás exponiendo mucho. En toda obra hay siempre algo de autobiográfico, aunque no sea demasiado. Es decir, yo no he plasmado nada de mi vida, pero al final no deja de ser tu obra, estás exponiendo por el simple hecho de hacerlo. Haces tu propuesta, de qué manera lo enfocas, cómo lo haces, y eso ya, de por sí, te expone. La gente habla de eso y ve que, en efecto, eso es desnudarse.
Al principio sí, porque al hablar de esto te expones. No he notado el tabú de la gente, ni rechazo social alguno, pero sí el mío, también todo tipo de limitaciones. Sentí pudor ante lo que estaba pintando, porque pintas algo que es teóricamente normal, pero quizá tú mismo a veces veas que no lo es. Ese fue uno de los puntos más interesantes cuando me decidí a hacer este trabajo: dónde estaba yo en ese tema. Normalmente hago algo, no para que la sociedad lo sepa, sino para saber cómo me encuentro yo en el tema que toco.

Sinceramente, no tengo tan claro cuál es la línea, porque esto es un tema de la propia percepción. A lo mejor no era lo que yo quería, pero tal como yo he sentido el proceso, ha sido ir tocando, verlo, y decir: "¡uf!, esto no está en la línea de lo que yo quiero transmitir". Otras veces, sí. Y, en general, tocar el tema de forma sutil, aunque a veces las escenas no son demasiados sutiles, pero que yo pudiera expresar eso, aunque te llevara en ocasiones a ver otras cosas más allá del sexo. Es decir, transmitir cosas, ambientes, no solo el hecho en sí. El público que lo ha visto me ha dicho precisamente eso, que ha visto un intento sutil, que no han visto pornografía, y que lo han disfrutado de otra forma diferente. Pero no, no sé mucho del límite de esa línea. Eso va con la sensibilidad de cada uno.
No me gusta llamarlo niveles, pero creo que sí, que habrá niveles. A mí, de todas formas, no me gusta llamarlos marchantes; son más bien gente que, en mi caso, estaban viendo mis trabajos, encargándome cosas. Yo no lo he experimentado, pero habrá otros marchantes que tienen una cantidad de cometidos mucho más amplia. Y si te vas a los mercados de arte, donde se mueve más dinero y una notoriedad más elevada, seguro que hay diferentes niveles. De hecho, hay directores de carrera que te pueden meter en sitios y te puede ayudar mucho. Yo he tenido gente que me ha encargado cosas durante mucho tiempo, pero digamos que el marchante es un campo muy amplio.
En mi caso, yo tenía una ventaja, porque era un libro autobiográfico. Era sobre un viaje muy reciente, y en ese viaje, con dos caminos diferentes, tenía fotos sobre mí, tenía ese soporte, entonces lo podía llevar a una ilustración. Es verdad que hay otros episodios en los que tienes que hacer un ejercicio de memoria y de imaginación. Ahí el simbolismo no es sencillo, y tienes que hacer un trabajo de bocetos, descartes, y ver si comunicas lo que tú quieres. Sí es verdad que tiene un trabajo, pero al ser autor de las dos cosas, dibujo y texto, es más sencillo. Mucho más complicado resulta cuando son diferentes los autores.
"No hay atajos ni mentiras: la maestría viene de tu implicación y tu dedicación"
Sinceramente, yo consideraría maestro con respecto a lo que sea, en este caso con la pintura, a aquel que ha logrado una naturalidad, un entendimiento y un conocimiento de lo que hace. Es verdad que eso es algo que suele ocurrir cuando te has llevado dedicándole a algo, en mi opinión, que es muy, muy valioso: el tiempo. En general, es que los maestros se dan con el tiempo, pero no creo que necesariamente sea así. Si alguien tiene talento y el tiempo suficiente, en el caso de la pintura, la maestría pueda llegar más temprano. ¿Injusticia? No creo que la haya. Si tienes la dedicación, la paciencia, serás maestro en la medida en que tú le des a ese algo. Otra cosa es que hablemos del reconocimiento público. Ese es otro tema. Porque en el reconomiento hay factores más complejos que intervienen. Tu relación con el mundo, con los demás... Si es que eso lo que te interesa. Pero eso no está relacionado con ser un maestro. Puedes serlo y no estar reconocido. No hay atajos ni mentiras: la maestría viene de tu implicación y tu dedicación.

"No hay atajos ni mentiras: la maestría viene de tu implicación y tu dedicación"
En pintura, fotografía, escultura, se llama retrato a la plasmación plástica de una persona. Después hay gente que habla de retratos animales. Pero no, el retrato es la figura de una persona.
La mejor forma de verlo es quitar las ideas preconcebidas, toda resistencia. Dejar a la obra que te hable, darle el espacio. Hay que hacer un ejercicio de honestidad mientras dialoga y te cuenta algo. Ser honesto con lo que sientas, si es nada, nada. Si te emociona algo, pues lo que sea. No es necesario que sepas nada. La obra, como la verdad, se defiende por sí misma. No tiene sentido que tengas una formación previa. A la hora de enfrentarte a una obra, sé honesto con lo que sientas.
(Risas). No me atrevería a dar una respuesta contundente al respecto, pero es cada uno, artista y espectador, el que tiene que ver por sí mismo. Tanto el que crea como el que va a verlo. Eso tiene diferentes ópticas. Yo dejaría la respuesta en el aire. Creo que eso es una pregunta para el consumidor. Le dejo la propuesta a los artistas de Arco, que seguro que van a leer esta entrevista.
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