Un camino de trabajo, esperanza y amor al teatro: de las tablas del IES Álvar Nuñez al Español

La actriz jerezana Rocío Marín comenzó su andadura en Mediazuela, en el grupo de El Pilar y en el encuentro joven Histrión. Tras 20 años de oficio, hoy cumple un sueño: estrenar una obra en el Español de Madrid

Un camino de esperanza y amor al teatro: de las tablas del IES Álvar Nuñez al Teatro Español. En la imagen, Rocío Marín en la rueda de prensa del 'La bella Dorotea'.
Un camino de esperanza y amor al teatro: de las tablas del IES Álvar Nuñez al Teatro Español. En la imagen, Rocío Marín en la rueda de prensa del 'La bella Dorotea'. ANTONIO CASTRO

Rocío Marín (Jerez, 1981) lleva toda su vida "obsesionada con el teatro". Comenzó muy joven en los grupos de teatro de Mediazuela y del colegio de El Pilar, con los que participó en varias ediciones del encuentro joven de teatro Histrión; con 17 años se marchó a la capital para formarse en el Laboratorio William Layton y luego al estudio de John Strasberg en Nueva York. En su dilatada carrera, ha protagonizado tantos papeles en teatro y cine, que ya ni es capaz de recordar con claridad cuál fue su primera aparición sobre un escenario, aunque cree que fue con Yerma, en una representación que se hizo en el IES Alvar Nuñez y en la que pronunció dos palabras: "Juan, Juan". En teatro, ha participado en el montaje de Juanita Calamidad con Chirigóticas; estuvo en el Festival de Mérida con Promoteo, dirigida por José Carlos Plaza, y en Barrocamiento, de Fernando Sansegundo; en cine, hizo de Milagri en Mi gran despedida y dentro de poco la veremos en El universo de Oliver, con Salva Reina y María León. 

Ahora, tras 22 años en Madrid y más de 20 obras a sus espaldas, llega al Teatro Español con La bella Dorotea, dirigida por Amelia Ochandiano, una comedia a la que le tiene "muchas ganas". Por ser comedia y por volver a un texto de Miguel Mihura, autor del que ya había hecho una obra en el Centro Dramático Nacional, Tres sombreros de copa. Esta vez hace un papel protagónico en una obra muy coral, "después de tanto tiempo, encontrarte con algo así ya tocaba", confiesa. Ha llegado su hora, fruto de un trabajo incansable "a pico y pala" durante mucho tiempo y en un momento vital muy especial, conciliando ensayos con el cuidado de su hija Alma. 

Ensayo de 'La bella Dorotea', junto a Manuela Velasco.
Ensayo de 'La bella Dorotea', junto a Manuela Velasco. 

¿Qué se siente cuando levantas el teléfono y tienes una propuesta del Teatro Español?

La directora me propuso que hiciera uno de los personajes protagónicos, había visto algo de mi trabajo en teatro y le cuadraba mi perfil. No tuve que hacer ni casting y fue una llamada muy esperanzadora, significaba estrenar en el Teatro Español, cosa que no he vivido nunca. Me dio un subidón muy grande esta oportunidad. Me encantó el guión y el personaje, fue como un regalito. 

¿La vida de actriz es como estar en un continuo casting? 

En el mundo del teatro suceden una conjunción de casualidades, pero siempre suceden tras muchos años de duro trabajo. Llegar al Español es el resultado de haberme movido mucho. Mi experiencia se basa en entrar en el escenario y dar lo mejor de mí en ese momento, sea que esté viéndolo el director del teatro más importante o el panadero del barrio. Cuando he querido hacer algo para que trascienda nunca ha salido bien, estás más pendiente de fuera que de dentro. Desde mi humilde opinión, cuando mejor me he sentido en un escenario ha tenido que ver con que he estado al servicio de la función, de lo que cuenta la historia, el personaje, estar con los compañeros y en la escucha. Lo importante es estar siempre bien dándolo todo, y al final cuando pasas mucho tiempo exponiendo tu trabajo, pues alguien lo verá. 

¿Qué recuerdos guardas de tus inicios?

Las actuaciones con el grupo de teatro de El Pilar, con Teatro Mediazuela y los encuentros de Histrión, en el que participé en Yerma y en La casa de Bernarda Alba. Luego un buen amigo, Norberto, me habló del Laboratorio William Layton en Madrid y allí que me fui, este consejo fue decisivo en mi camino. También recuerdo las clases de literatura en Los Marianistas con Emilio Ribote, él nos mandaba a leer libros para hacer trabajos y yo le pedía hacer obras de teatro sobre el libro, y terminaba montando con mis compañeros una función en la que yo era la directora. 

¿Siempre has conservado esta llama con el teatro o has llegado a perder la fe?

He tenido una gran crisis, precisamente previa a la llamada del Teatro Español. Tuve un momento muy potente antes de la pandemia en el que hice de todo, la película Mi gran despedida, Tres sombreros de copa en el CDN, Prometeo de José Carlos Plaza en el Festival de Mérida… pero llega la pandemia y me quedé sin ir al Festival de Málaga, nos confinaron y me quedé embarazada. Cuando tuve a mi niña me llamaron para hacer una película, El universo de Oliver, con Salva Reina y María León. Pensé: "¡Voy a ser madre y encima voy a estar trabajando!". Pero después de la película todo se paró, llegó una etapa muy grande de castings y todo era "no, no y no". 

¿Le encuentras alguna respuesta? 

Creo que simplemente no debía estar en esos proyectos. Yo estaba haciendo pruebas para cosas gordas, papeles para protagonistas y secundarios fijos, pero simplemente no es tan fácil. Hay mucha gente detrás para tomar la decisión, sobre todo en audiovisual. Le puedes gustar mucho la directora de casting, pero luego está el productor, el cliente, la cadena… Puede pasar que hagas una buena prueba y eso siempre queda, a veces no te cogen en ese momento pero a los años te llaman. Las pruebas quedan grabadas y nunca sabes por dónde van a salir. Esto no es un camino de rosas, hay que luchar mucho.

"De los bajones de los 'noes' el ingenio se activa, valemos para muchas cosas"

¿Qué aprendiste de esta crisis?

A mí me dio un bajón grande porque me vi con un bebé y tenía que salir adelante, llegué a plantearme tirar para otro lado, pero en esta crisis descubrí que me gustaban otros mundos, como el coaching y la inteligencia emocional, así que empecé a trabajar con una empresa y a dar clases en la Universidad. De los bajones de los noes el ingenio se activó, y me di cuenta de que valemos para muchas cosas. Parece que la vida me ha dicho que no me fuera aún del teatro. 

Al final es tu mundo, ¿quizás un plan B resulte complicado?

Nunca tuve un plan B porque no quería alejarme del plan A, pero abriendo la mirada me di cuenta de que todo suma. Cuanto menos necesitas lo externo para ser feliz y más te conectas con lo que te hace feliz de verdad, al final las cosas acaban pasando. 

"Para ser actor hay que ser muy vulnerable y a la vez tener una gran fortaleza"

Tiene que ser duro reponerse ante esta situación, ¿hay que tener una buena autoestima?

El actor tiende a pensar: "No valgo, ya no me quieren". Eso es un error. Simplemente, si un proyecto no llega, no es tu proyecto. Para ser actor tiene que darse una gran conjunción, hay que ser muy vulnerable para tener las emociones a flor de piel y habilitadas para sacarlas ante la cámara o en el escenario; pero a la vez ¡qué gran fortaleza indestructible hay que tener para recibir los noes! Si llega a darse una situación de dolor, frustración o rabia, entonces hay que mirar hacia otro lado, tiene que ser una relación sana. Esta profesión va del amor, hay que estar en estado de amor y eso es lo que se refleja en el escenario.

No se deja de ser actriz por mucho que no puedas ejercer, actriz vas a ser siempre…

¿Qué pasa con el actor que ya no trabaja? ¿Que ya no es actor? Un fontanero que no trabaja sigue siendo fontanero, o un cirujano que no está operando no deja de serlo. Este es el oficio y está dentro de ti. Es una forma de mirar el mundo y entender las cosas. Hay mucho complejo con los actores cuando dejamos de trabajar, pero esto se lleva dentro. 

¿Qué hitos recuerdas de tu carrera?

Además de la película El universo de Oliver o actuar en Mérida, el sueño de cualquier actor, me pasó con el CDN que entré de una manera rocambolesca, sustituyendo a Pepa Rus en una misma tarde. Me llamó el director Luis Luque por la mañana y por la tarde estaba actuando, me preparé el personaje en un rato. También fue muy bonito entrar con Juanita Calamidad con Chirigóticas y dirigida por Antonio Álamo. Esta vez además pasó algo extraordinario, fue la primera vez que trabajé con mi acento en un escenario. Conecté con mi verdad andaluza. 

Y si miras al futuro, ¿hay algún sueño que te gustaría cumplir?

Quiero avanzar en el tema audiovisual en Andalucía. He metido un gran pie y es algo que tengo que consolidar. Hay algo que veo muy potente en el audiovisual andaluz, me encantaría pasar una temporadita con mi niña y mi marido por allí. Ahora de repente hablando contigo se me ha venido claro (risas). Me encantaría hacer un conjuro para que se consolide mi carrera audiovisual en el campo andaluz. 

Sobre el autor:

Valeria Reyes

Valeria Reyes Soto

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid, ha trabajado en la gestión y comunicación de proyectos como el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, la Feria del Libro de Sevilla, el Festival de Jerez o el Festival de Cine Europeo de Sevilla; en espacios como la librería Caótica y en proyectos como Luces de barrio. Con especial interés por los programas que unen diferentes puntos de la cultura a través del encuentro, la investigación y la mediación, así como plena vocación por el mundo editorial, librero y literario.

...saber más sobre el autor

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído