La basílica de la Macarena ha vivido este lunes una jornada marcada por el regreso de la Virgen y la figura del restaurador Pedro Manzano, encargado de revertir la intervención fallida realizada por Francisco Arquillo. Sin aparecer junto a la imagen, Manzano ofreció sus primeras declaraciones a los medios oficiales de la hermandad, en las que afirmó que la Virgen "es la Macarena de siempre".
En una entrevista con "Macarena TV", el restaurador aseguró haber recibido "muchas felicitaciones" por el regreso de la imagen al culto y destacó la buena acogida entre los devotos. Tras semanas de trabajo y nervios, dijo sentirse satisfecho: "Le doy gracias a Dios porque todo ha salido conforme estaba planeado".
Manzano subrayó que la restauración no ha modificado la esencia de la talla, sino que ha recuperado valores deteriorados con el paso del tiempo, como la acumulación de suciedad o los efectos del humo de las velas. "La única diferencia es la percepción", explicó, insistiendo en que la imagen actual responde a la identidad histórica de la Macarena.
El restaurador relató que su primer contacto con la hermandad se produjo tras la polémica generada por la intervención de Arquillo, cuando el hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, lo llamó para evaluar el estado de la talla. Según afirmó en el programa "Atrio", encontró entonces "pesadumbre" por la "imagen distorsionada" que presentaba la Virgen y consideró imprescindible un tratamiento científico que no se había abordado hasta entonces.
El objetivo fue, desde el inicio, "revertir la situación" provocada por las dos actuaciones realizadas en junio. A juicio de Manzano, la restauración no solo ha cumplido esa meta, sino que ha devuelto a la talla una "frescura" y un "aspecto de juventud" que muchos devotos recordaban.
Un origen incierto
La intervención reveló dos problemas principales: una alteración biológica causada por insectos —tratada mediante anoxia en un contenedor sin oxígeno— y un recrecimiento del párpado que afectaba a la expresividad de la mirada. Además, se acometió un complejo proceso de limpieza y reintegración cromática para corregir intervenciones anteriores consideradas inadecuadas, evitando el uso de pátinas que pudieran alterar la policromía histórica.
En cuanto al origen de la talla, Manzano señaló que no se ha hallado documentación interna que permita atribuirla a un autor. No obstante, el análisis formal y cromático apunta al siglo XVII, a la espera de los resultados de las pruebas de Carbono 14. El restaurador considera que la imagen se encuentra ahora en un estado "óptimo", aunque requerirá revisiones anuales, y subraya que su ligera asimetría contribuye al realismo que la caracteriza.




