Los niños del colegio de Bolonia, sin espacio: "No voy a consentir que mis hijos estén en medio del pasillo"

Patio del colegio de Bolonia donde quería instalar los cinco módulos. FOTO: CEDIDA
Patio del colegio de Bolonia donde quería instalar los cinco módulos. FOTO: CEDIDA

Los niños del colegio rural Campiña de Tarifa. Bolonia-El Lentiscal, no han retomado sus clases como el resto de los centros andaluces. Sus padres se han negado a llevarlos al centro educativo ante las condiciones que les ofrecen. “No vamos a consentir que se perjudique a los niños”, expresa Luz Viudes, portavoz del Ampa y madre de dos pequeños, uno en cuarto de primaria y otro en infantil.

En junio de este año, el colegio amplió en dos nuevas líneas la Educación Infantil, lo que conllevó un aumento de la ratio de alumnado por clase. A los cerca de 40 niños matriculados se sumaron 30 más, es decir, el centro alberga unos 75 en total. Ante esta situación la Junta de Andalucía adjudicó cinco módulos prefabricados, tres nuevas aulas y dos aseos.

“Han entrado muchísimos niños, es muy buena señal que el colegio tenga una acogida mayor pero nos hemos quedado sin aulas”, explica Elena, madre de tres hijos, dos gemelos en sexto y una chica en primaria. Por esta razón se solicitaron los módulos, que se instalarían en los más de 1000 metros cuadrados que el Ayuntamiento cedió bajo acuerdo plenario adoptado por unanimidad en el 2004. Un terreno que aunque esté adaptado “con abastecimiento de agua y de luz, todo preparado” no está disponible aún para su uso.

“Se ve que los trámites entre el Ayuntamiento y Educación no se realizaron en su momento de forma correcta”, comenta Luz, porque cuando la semana pasada llegaron los planos del lugar donde iban a ser colocados los módulos, “para nuestra sorpresa, pretendían ponerlos en la parte delantera del colegio, que es donde los niños salen al recreo, además es una zona ajardinada muy cuidada”.

Las familias se negaron a que se dispusieran estos módulos en el patio del colegio y consideran que “es un trámite que tienen que solucionar ellos”, explica la portavoz que se muestra preocupada por lo que supondría para sus hijos ir a clase en un lugar “sin espacio exterior, se quedaría reducida a menos de la mitad”.

Espacio cedido por el Ayuntamiento en 2004. FOTO: CEDIDA

Esta disminución del espacio se presentaría como un problema añadido a una vuelta al cole donde reina la incertidumbre por el desarrollo de la pandemia en el municipio. “No solamente van a interrumpir el acceso de los niños, sino que además van limitar el espacio cuando precisamente se está trabajando para conseguir una normativa en la que los niños dispongan de más sitio”, sostiene Luz que asegura que la decisión de instalar los módulos en la parte frontal del centro “rompe totalmente la estructura que había generado la directiva” para velar por el cumplimiento de las medidas de seguridad de cara a la situación de crisis sanitaria.

Según explica la madre, se había optado por dividir a los alumnos en grupos burbuja según los cursos escolares, de forma que cada uno de ellos tendría su acceso individual y su espacio de recreo propio. “Para nosotros esa es la mejor solución en todos los sentidos, tanto para cumplir la normativa como para el bienestar de los niños”, dice.

Sin embargo, con la disposición de estas aulas en el patio habría menos sitio para poder mantener esos grupos aislados. Pero a la vez, esta normativa no es posible aplicarla sin la instalación de estos módulos ya que no hay espacio suficiente para los pequeños. “Mis dos gemelos van a sexto de primaria y nos ha dicho que van a tener que poner el aula en el pasillo donde están las puertas de las aulas, de la sala de profesores y del servicio”, se queja Elena que lamenta que la única opción para los ocho alumnos de este curso sea dar clases en el hall de la entrada. “Ellos son los más afectados porque no tienen aula ahora mismo, a los de secundaria los han metido en la biblioteca”, añade la que también tiene una niña en primero.

Las circunstancias se agravan en el colegio donde al problema de los módulos se suma la pandemia. Elena tiene claro que la instalación de estos módulos “es una necesidad porque los niños no pueden ir al colegio, llevan desde marzo sin cole y están ya desesperaditos de poder estar con los amigos y de seguir aprendiendo”, comenta mientras realiza tareas con sus pequeños en su casa.

Ante estas condiciones, las familias exigen que “predomine el sentido común” y han decidido firmemente que “hasta que los módulos no estén montados donde tienen que estar no vamos a llevar a los niños al colegio”.  Una protesta a la que también se han sumado los 25 alumnos del colegio de La Zarzuela por solidaridad.

Hoy las clases del Campiña de Tarifa. Bolonia-El Lentiscal están vacías y así permanecerán hasta que se proporcionen los permisos necesarios para colocar las aulas prefabricadas en el terreno cedido por el Ayuntamiento. “Yo no voy a consentir que mis hijos estén ahí en medio del pasillo, con las mascarillas todo el tiempo, eso no tiene ni pies ni cabeza vamos”, afirma Elena con la esperanza de que se resuelva esta problemática que paraliza la formación de los pequeños.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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