Ha prometido no llorar, pero aún no ha conseguido que no haya un día que no se le haya escapado una lágrima desde que anunciaron en redes sociales que Mamalusa Store cerraba sus puertas en PuertoReal. Lucía Quirós y Manuel Leiva son el alma mater de esta pequeña tienda de juguetes y regalos originales, ubicada en plena Plaza de Jesús de la Villa, que durante una década ha formado parte de la vida de cientos de niños y familias de Puerto Real.
Lo que otrora era un establecimiento repleto de juguetes singulares, venidos de casi todas las partes del mundo, artículos educativos, regalos para el papá, la mamá, ahora ofrece un aspecto desangelado tras las compras de los clientes de toda la vida que, a petición de Lucía y Manuel, están acabando con la poca mercancía que ya les queda.
Fue el pasado 6 de mayo cuando en un post en Instagram dejaban claro lo que era una idea que les barruntaba desde hacía meses y que cualquiera que pasara por la tienda podía imaginar: el próximo 31 de mayo, cierran la baraja para siempre. “No sé si deberíamos haber ido antes, pero te aseguro que después, no”, explica Lucía. “Hemos aguantado por encima de nuestras posibilidades”, dice suspirando. Los motivos, muchos, pero fáciles de intuir en estos tiempos.
“Aunque nuestra clientela ha sido muy fiel, los hábitos de consumo han cambiado por completo. Ahora la gente compra de forma instantánea, por internet y lo quiere todo para ayer. Además, quieren variedad, lo que provocaba que tuviéramos que hacer pedidos grandes de campaña con un coste muy alto que no se puede sostener si luego se quedaban en almacén. Hay una variedad tan amplia que para que un cliente se lleve un producto, teníamos que comprar siete”. También hay factores externos. “Los centros de los pueblos y las pequeñas ciudades están cada vez más deshabitados y, aquí en Puerto Real, llevamos viendo desde hace varios años que, cada vez, hay menos tránsito de personas”.

Coinciden en destacar “las medidas o las no medidas que tenemos a todos los niveles, nacionales, autonómicas y municipales que no están fomentando estas actividades”, explica Lucía. Y aquí, Manuel se muestra más contundente. “Van a por nosotros, a por los autónomos. Lo digo así de claro. Las tiendas pequeñas no van a poder aguantar. Hacienda va a por nosotros, te mandan multas en fechas para que no puedas reclamar, las ayudas que dicen que te dan, tienes que devolverlas al completo. No hay un autónomo que yo conozca que esté contento”.
Él, que lleva a cuestas la historia de fracasos laborales de la Bahía, como ex trabajador de Delphi y de la estafa de Gadir Solar, es el que se ha encargado de la tienda en los últimos tiempos. El cierre de ambas empresas, hace una década, fue el inicio de Mamalusa -el acrónimo de Manuel, Mario, Lucía y Samuel, los nombres de sus hijos-. “Manuel había vivido en sus carnes el cierre de las dos empresas para las que trabajó y yo, en ese momento, me quedé embarazada de nuestro segundo hijo. Ambos nos quedamos fuera del mercado laboral y nos vimos en una situación de supervivencia; teníamos que tirar para adelante y como nos gustaba viajar habíamos visto tiendas similares y dijimos, ¿y por qué no en Puerto Real?”, rememora Lucía.
"Van a por nosotros, a por los autónomos. Las tiendas pequeñas no van a aguantar"
Y empezaron con una tienda de alimentación biológica para bebés y niños, buscando productos naturales y cubrir todas las necesidades que pudiera tener una familia. “Desde el principio fue una tienda de una familia para las familias”. Pronto organizaron talleres de cocina para niños y “ligamos la actividad cultural y social al concepto de tienda. El público demandaba cada vez más productos y la tienda se nos quedaba pequeña”. Así que ampliaron y, el pequeño local, se transformó en un mundo de posibilidades en forma juguetes y regalos originales, “venidos de hasta cuatro continentes”. “A mí siempre me ha gustado todo el proceso de investigación y traíamos cosas de todos sitios. Por ejemplo, esas muñecas artesanales las hacen a mano dos hermanas en Gran Bretaña, o de Holanda e, incluso, de Australia”.

Los talleres y actividades fueron creciendo y las ventas también. “Antes de la pandemia, tuvimos un punto álgido, pero luego nos pegamos el batacazo, como todos los negocios en general. Fuimos remontando poco a poco pero muy poquito a poco, hasta que el año pasado ya vimos la cosa muy regular en cuanto a números. Al empezar el año, intentamos dar un giro a la tienda, traer cosas más diferentes, más para adultos, pero las ventas, malas en enero y febrero como era de esperar, no mejoraron ni en marzo ni en abril”.
Los motivos del cierre de Mamalusa
En todos estos años, no sólo acompañaron a las familias desde la tienda física, sino que fueron pioneros en redes sociales. Licenciada en Comunicación Audiovisual, Lucía vio pronto el poder de las redes sociales y, especialmente, en tiempos de pandemia. “Durante el confinamiento, decidimos hacer todos los días directos haciendo juegos en Instagram y en Facebook y cada vez se sumaron más familias”. Su soltura en las redes y su inquietud, hicieron que Lucía se interesara y se formara cada vez más en el marketing digital hasta convertirse en técnico superior en Marketing y Publicidad y ser hoy docente en un instituto de formación profesional en Jerez. “Yo siempre mantuve mi faceta de docente y, a pesar de haber hecho audiovisual, siempre me interesó más la publicidad y el marketing”.

Los dos están contentos, “y nuestros hijos, mucho más”, destacan, pero los mensajes que les están dejando en redes sociales provocan emociones y hasta las lágrimas de Lucía. “Me he propuesto no llorar, pero ayer mismo, me escribió un post una amiga y no pude evitarlo”.
“La tienda más bonita de todo Puerto Real”; “os vamos a echar muchísimo de menos”; “todos somos un poco Mamalusa… El que hoy en mi casa, es hoy un adolescente, ha vivido junto a vosotros cursos de cocina haciendo pizza casera, ha hecho la lista de regalos de cumpleaños, ha pasado horas mirando juegos de mesa”; “os quedáis en la historia de Puerto Real y en el corazón de sus pequeños que entran en vuestra tienda con ilusión”, son algunos de los mensajes que acumula su anuncio en redes del cierre. “No nos esperábamos la respuesta de la gente y con eso nos quedamos. No sé otros, pero hay una parte de Puerto Real que quiere a su pueblo y nosotros nos llevamos todo el cariño de la gente de nuestro pueblo”.