Antonio Barce, el gaditano que paralizó a más de 1.000 trabajadores durante siete días

Antonio Barce, de acampada frente a la factoría de Airbus en Puerto Real. FOTO: MANU GARCÍA.
Antonio Barce, de acampada frente a la factoría de Airbus en Puerto Real. FOTO: MANU GARCÍA.

"Si él fuera mala gente íbamos a estar nosotros aquí...", murmura uno de los sindicalistas de CGT sentado en una silla de playa frente a la planta de Airbus de Puerto Real mientras mira de reojo a Antonio Barce. Él, con polo azul de la empresa y una gorra con un dibujo de un buitre en bicicleta, le devuelve la mirada y sonríe. "Le tengo que dar un beso a cada uno de mis compañeros. ¿Van a parar una fábrica por un sinvergüenza?", pregunta.

Durante cuatro días, cerca de cinco trabajadores miembros del sindicato han permanecido de acampada a las puertas de la factoría con el objetivo de que uno de sus compañeros, que fue despedido "por ponerse enfermo" y estar más de 12 días de baja en menos de dos meses, fuese readmitido. Pero días antes, Antonio Barce —el protagonista de esta historia— consiguió paralizar a más de los 1.000 trabajadores que operan en la planta puertorrealeña durante una semana. "Nunca se ha vivido eso en el sector", incide otro sindicalista.

Nacido en Cádiz, en el año 1960, Antonio Barce estudió Mecánica en San Severiano. Con un abuelo y un hermano mayor vinculado al sector del metal, empezó a trabajar con 21 años en Dragados y Construcciones, construyendo Delphi. "Hay que trabajar ya, me decían mis padres". Al año, en septiembre de 1982 entró a formar parte de la plantilla de CASA Construcciones Aeronáuticas S. A., en Puntales (Cádiz).

"Yo era muy buen ajustador", rememora, ya que en la actualidad hay oficios que se han perdido dentro de la industria. Todo cambió en el 2000, cuando CASA (de carácter público) fue absorbida por Airbus, a día de hoy el mayor grupo aeroespacial del mundo. 36 años trabajando como montador aeronáutico, en plantilla fija. "Toda mi vida con los jierros, con jota", dice con sorna. Hasta que el pasado viernes 15 de junio el jefe de Recursos Humanos de Puerto Real le comununicó en su despacho que "por las sucesivas bajas, aún justificadas por los diferentes motivos, prescindimos de sus servicios".

https://www.youtube.com/watch?v=B4IK8ADB8Bs&feature=youtu.be

"Me caí al suelo... Sufrí un ataque de ansiedad en ese momento", narra Barce. Cuenta que se asfixiaba y que se le subió la tensión. "Mal, muy mal... Me iba muriendo", suspira. Se lo llevaron en silla de rueda desde Airbus hasta el hospital de Puerto Real, donde le dieron otros dos ataques de ansiedad. Aquello ocurrió en la mañana, a eso de las 11:00. Y justo, una hora después, todos los compañeros pararon toda actividad en la planta.

Cuando supieron los motivos, fue tal la indignación, que todos —unos 1.000 trabajadores entre profesionales del metal y auxiliares—, que llegaron a estar inactivos hasta el viernes siguiente: el 22 de junio. "Si lo consentimos nos echan a todos”, expresó Juan Antonio Guerrero, secretario general de CGT en Puerto Real y montador aeronáutico en la planta de Airbus, también en Puerto Real, al tiempo en que exigía la no aplicación del artículo 52, artículo por el cual despidieron al compañero, Antonio Barce.

"No recuerdo que se haya aplicado nunca este artículo con otro trabajador... Quizá en el año 88, en Puntales, pero eran por problemas diferentes", cuenta Barce. En su caso, este montador aeronáutico gaditano se dio de baja en marzo de 2018 por una bronquitis aguda, que le mantuvo en casa durante dos semanas.

"Y un viernes pido el alta voluntaria para incorporarme el lunes siguiente porque ya me encontraba mejor. Pero ese mismo viernes me llaman del hospital más tarde para decirme que me van a operar de la lesión del hombro derecho —enfermedad profesional con la que lleva 2 años y medio— y que me tienen que ingresar ese mismo lunes. Razón por la que entré en una segunda baja, coincidiendo con la primera. Y al ser dos bajas en menos de 20 días, me han aplicado el artículo 52. Pero claro, el hospital te llama cuando te tiene que llamar", explica.

"Todo esto por pedir el alta voluntaria...", se retuerce. Desde aquella fatídica noticia, Antonio Barce sufre depresión y visita al psicólogo desde el pasado 20 de junio. Además, tiene poliartrosis degenerativa y epicondelitis, ambas enfermedades profesionales. "Y el corazón partío", bromea.

Antonio Barce junto a algunos de sus compañeros, de acampada frente a la factoría de Airbus en Puerto Real. FOTO: MANU GARCÍA.

Según relata Barce a este digital, cinco días después de ser despedido, en la factoría de Puerto Real hubo una reunión que duró casi 24 horas en el que estuvieron presentes el comité de empresa y la dirección. "En esa reunión el director llegó a decir verbalmente que retiraba el artículo 52 y que iba a readmitir a Barce. Pero luego llego el de Recursos Humanos, se negó y se acabó", comparte un sindicalista.

Por aquel entonces había unidad sindical y todos (CCOO, UGT, ATP y CGT) luchaban para negociar la readmisión de Barce. Pero desde que la reunión del comité interempresas se saldara con su despido y una cuantía de dinero, los compañeros de CGT se rebelaron contra el resto acampando frente a la planta de Puerto Real. "No se logra nada sin luchar", espeta uno del sindicato frente a Airbus.

Han estado durmiendo en cuatro tiendas de campaña y en los coches. Sin moverse del sitio, comiendo bocadillos de caballa, de mortadela con aceitunas y una cerveza, o en el mismo comedor de la empresa. Hasta que finalmente este pasado jueves 12 de julio se celebró una reunión de carácter urgente en el que Barce ha llegado a un acuerdo con el jefe de Recursos Humanos, para cobrar el 95% de su salario durante los cinco años que le quedan para jubilarse, y cotizar una pensión del 100%.

Y así termina la historia de Antonio Barce, el gaditano de 58 años de edad que consiguió movilizar a más de 1.000 trabajadores. Eso sí, el próximo 19 de julio será cuando todo lo acordado será formalizado en un papel y toda la pesadilla habrá acabado.

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Claudia González Romero

Periodista.

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