La confirmación de un foco de hormiga de fuego roja en la provincia de Málaga ha puesto en aviso a distintos sectores ante la posible expansión de una de las especies invasoras más agresivas a nivel mundial. Aunque su tamaño es reducido, su impacto puede ser considerable en entornos urbanos, agrícolas y domésticos, especialmente en territorios con temperaturas suaves durante todo el año.
La llegada de este insecto al litoral malagueño no es un hecho aislado. Su presencia también ha sido detectada en otros puntos del país como Alicante y varias zonas de Canarias, lugares que comparten características climáticas similares y un elevado movimiento de plantas y mercancías. El contexto de calentamiento global y la intensificación del comercio internacional han facilitado su introducción y asentamiento.
Picaduras dolorosas y riesgo para animales domésticos
Uno de los principales motivos de preocupación es la picadura de la hormiga de fuego, cuyo veneno provoca una intensa sensación de quemazón acompañada de inflamación. En personas sensibles, puede desencadenar reacciones alérgicas que requieren atención médica. En el caso de las mascotas, el peligro es aún mayor. Perros y gatos suelen entrar en contacto con el insecto al olfatear el suelo, lo que puede derivar en lesiones graves si la picadura afecta a ojos o mucosas.
Profesionales veterinarios insisten en la necesidad de extremar la vigilancia en parques, jardines y zonas verdes, así como de acudir con rapidez a consulta ante cualquier síntoma fuera de lo común. La detección temprana puede evitar complicaciones mayores.
Un problema silencioso para el campo y los sistemas de riego
El impacto de esta especie no se limita al ámbito sanitario. La hormiga de fuego crea nidos bajo tierra que alteran el suelo, afectan a las raíces de los cultivos y pueden provocar averías en sistemas de riego por goteo, ampliamente utilizados en la agricultura malagueña y en urbanizaciones. Su presencia supone, por tanto, un riesgo añadido para un sector ya condicionado por la escasez de agua y el aumento de las temperaturas.
Las autoridades recomiendan extremar las precauciones a la hora de trasladar macetas, tierras o materiales vegetales, y adquirir siempre plantas en viveros autorizados. Asimismo, cualquier avistamiento sospechoso debe comunicarse a los servicios municipales para facilitar su control.
La experiencia en otros territorios demuestra que frenar la expansión de especies invasoras es una carrera contrarreloj. En el caso de Málaga, la detección temprana y la colaboración ciudadana serán claves para evitar que este pequeño insecto se convierta en un problema de gran magnitud.



