Ana Mateos, isleña y guía del Espacio Natural de Doñana, cuenta cómo el fuego ha acabado con gran parte de la vegetación de la zona. “Lo que ha pasado en Doñana es un desastre”.

Atiende al teléfono como puede, porque Ana Mateos, guía del Espacio Natural de Doñana, acaba de llegar a su casa de ver una de las zonas afectadas y vuelve a irse de nuevo para escudriñar el parque. Natural de San Fernando, llegó hace 20 años a esta tierra y descubrió el paraíso: “Amo Doñana. Si no, estaría en La Isla”. El incendio le pilló en León. Por eso, cuando se enteró, bajó rápidamente a Andalucía y pudo llegar hasta el Rocío, hasta que volvieron a abrir la carretera. Socia de WWF, SEO y de una asociación de Guías de Doñana, Ana es además, vecina de Matalascañas, y cuando habla de lo que ha pasado lo hace como una ciudadana más.

A las siete de la mañana ya andaba por el Sendero Cuesta Maneli, un sendero muy conocido porque lleva a un acantilado y con una pasarela de madera, completamente quemada, y pinares bajos que han sufrido la misma suerte. Desde arriba de la duna fósil se ve que lo que era un manto verde de las copas de los pinos, ahora es la nada.  “Menos mal que he visto algún escarabajo y algunas arañas y lagartijas”. También una camariña preñada de frutos. Vida, en definitiva, entre tanta desolación. 

“Afortunadamente no ha habido peligro para la vida humana pero lo que ha pasado es en Doñana es un desastre”. El paisaje es “desolador” y “donde antes había árboles, flores y plantas aromáticas, ahora sólo ha quedado el esqueleto”. No ha visto ningún cadáver durante la inspección de esta mañana pero asegura que no sólo Homer –la lince ibérico- ha muerto por estrés. Y es que “el fuego ha corrido que se las pelaba”, a tenor de cómo se ha encontrado hoy el parque.

A pesar de la tristeza, Ana mantiene la esperanza. No sólo porque haya visto “cochinillas y hasta tres lagartos” sino porque sabe que “la naturaleza se regenera”. Pero entiende que episodios dramáticos como éstos tiene que servir de oportunidad para “repoblarlo con vegetación autóctona. Lo suyo es mantener el monte mediterráneo”. Destaca el trabajo de todos los profesionales en las labores de extinción, “ se han volcado”, y la preocupación de la población por este desastre. “La gente ha visto hasta las cenizas en Cádiz”. Ella se va a ahora al Sendero de Ribetehilos a ver los efectos del fuego. Queda aún mucho trabajo por hacer. 

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Vanessa Perondi

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