Violeta Gil García lleva desde 2014 en Rotterdam, donde ha tocado en la Joven Orquesta de la Unión Europea y en la Joven Orquesta Nacional de Holanda.
Cuando vio una flauta por primera vez, en Los conciertos de La 2, le llamó la atención su “mágico sonido”, su color plateado y “el hecho de que se tocara de lado”, cuenta la joven jerezana Violeta Gil García. Por aquel entonces apenas tenía nueve años. Poco después empezó a cursar el grado elemental en el Conservatorio Profesional de Música Joaquín Villatoro de Jerez. “En mi primera clase de flauta éramos cuatro alumnos, y realmente fui la última de la clase en sacarle sonido. Luego ya fui cogiendo carrerilla...”, recuerda. Dos años después hizo el grado medio y, cuando le tocó cursar el superior, se planteó la posibilidad de hacerlo fuera de nuestras fronteras. “Mi primera opción era Rotterdam, con Juliette Hurel (solista de la filarmónica de Rotterdam) y Julie Moulin (flautista en la Concertgebouw de Amsterdam), así que vine a hacer las pruebas y para mi sorpresa me escogieron”, apunta Violeta, que lleva cuatro años viviendo en Holanda.
Allí ingresó en la Joven Orquesta de la Unión Europea (EUYO), “siendo la única española de flauta durante dos años”, apunta, aunque también ha sido flauta principal en la Joven Orquesta Nacional de Holanda (NJO) desde 2015 y en 2017 entró a formar parte de la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE). Gracias a tocar con estas orquestas, cuenta la joven jerezana, ha actuado en algunos de los mejores auditorios del mundo, como Concertgebouw (Ámsterdam), Konzerthaus (Berlín), DeDoelen (Rotterdam), Ateneo Rumano (Bucarest) o el Auditorio Nacional de Música (Madrid), con directores como Valery Gergiev, Yannick Nézet-Séguin, Vasily Petrenko, Benjamin Zander, Xian Zhang o Mark Wigglesworth.
Pero para llegar hasta ahí ha tenido que luchar mucho durante una trayectoria que, a pesar de su juventud, está plagada de reconocimientos. “Gané dos años el primer premio del concurso que organizaba el conservatorio —en 2011 y en 2013—, siendo una de las tres finalistas en el Concurso Iberoamericano Música Maestro y en el Concurso Internacional Andalucía Flauta en 2013, donde al año siguiente conseguí el segundo premio”, cuenta la propia Violeta, que en 2014 se hizo con el Concurso Internacional AFE (Asociación de Flautistas de España) —con el primer premio y el premio a la mejor interpretación de la obra comisionada—, gracias a lo que consiguió una masterclass con Emmanuel Pahud, un referente de la flauta a nivel mundial.
“Se puede decir que 2014 fue el año del cambio”, relata Violeta, quien también ha formado parte de varias orquestas de la provincia de Cádiz, pero ese año recaló en la Joven Orquesta de Córdoba —“una a las que más cariño le tengo”—. Este año acaba el grado superior en Rotterdam, por lo que la joven flautista ya está pensando en hacer el máster, “pero el lugar está aún por determinar”, aclara. Su idea es “hacer pruebas de orquesta profesional tanto para titular, bolsa o academista”, y señala que “empezar a tener un sueldo sería un gran primer paso”, aunque es consciente de que “eso es bastante a largo plazo”.
La joven jerezana señala que “no es fácil” abrirse un hueco en una orquesta tocando la flauta —“somos muchos para muy pocas plazas, flautistas de los que más”—, ya que “en España están quitando cada vez más orquestas profesionales al parar de financiarlas, matando la vida cultural y reduciendo considerablemente los puestos de trabajo para los muchos que queremos dedicarnos a ello”. Todo eso hace que “muchas veces la solución sea buscar orquestas en el extranjero, donde haya oportunidades, y emigrar, y en este caso no por voluntad propia”.
Pero Violeta confiesa que vio la opción de recalar en Holanda como “una oportunidad de estudiar con alguien a quien admiro”, como es Juliette Hurel —“me ha inspirado muchísimo y me ha sabido enseñar muchas cosas de esta escuela”—, pero huye de la palabra “ídolo”, porque “eso connota el querer ser como alguien, y es un error que se comete demasiado en el mundo de la música”. Para Violeta, “es ahí cuando viene la frustración, por lo que deberíamos centrarnos más en querer ser una versión 2.0 de nosotros mismos, e ir actualizándola. Que nuestro verdadero ídolo sea nuestro futuro yo”.
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