¿Se puede actuar libremente en el interior de un Bien de Interés Cultural? Evidentemente, no. ¿Se puede alterar o reformar al gusto un patrimonio común de tanto valor monumental? Claramente, no. ¿Por qué la Junta de Andalucía no actúa con la misma diligencia que, en el caso, sin ir más lejos del deterioro del Archivo Municipal de Jerez? Ahí está el misterio.
El Monasterio de La Cartuja de la Defensión, en Jerez, que ha cumplido 20 años sin cartujos, acumula grietas, escasa conservación de su patrimonio y se mantiene cerrada a las visitas pese a lo legalmente exigido. La Asociación para la Defensa del Patrimonio de Jerez (DEPA) exige a la Junta su apertura tal y como marca la norma por ser un Bien de Interés Cultural, mientras expertos denuncian falta de mantenimiento y de observancia de su riqueza patrimonial. Hasta ahí, lo que ya sabíamos.
Pero no solo no se ha actuado en todo este tiempo, pese a que el asunto incluso ha llegado al pleno municipal del Ayuntamiento de Jerez, sino que los estropicios, o lo que los usuarios llaman "atentados" contra el patrimonio, van a más. Una usuaria del foro de Facebook Cosas jerezanas que se han perdido con el tiempo ha subido unas fotos estremecedoras: el suelo original se ha tapado con láminas de madera.
"Sorpresa al visitar la Cartuja de Jerez, ¿esto es cuidar el patrimonio? ¿Parqué? Una reforma al estilo Ikea, si no me equivoco la tumba del fundador (Álvaro Oberto de Valleto, promotor del monasterio) ha quedado cubierta. Alguien que sepa sobre el asunto por favor, gracias", ha lamentado Chari Arellano, con un trío de fotos a cuál más elocuente.
Al ser Domingo de Resurrección, la Cartuja ha abierto, pero la imagen que ha dejado ver de su interior no solo no convence, sino que preocupa: "Hoy he estado en la Cartuja, la iglesia estaba abierta al público por ser domingo de Resurrección. Tenemos un patrimonio realmente impresionante, pero a la vez bastante deteriorado y necesitado de reformas y conservación urgente. Cómo ejemplo dejo foto del techo de la iglesia, se puede observar cómo se han perdido los frescos", ha escrito Inmaculada González. "No se han perdido. La policromía está debajo de la cal", le responde otro usuario. Sea como fuere, la conservación de la Cartuja de Jerez es un sindiós.
Entre las muchas reacciones, algunas como ésta: "Esto se ha denunciado muchas veces. Estas monjas pseudocartujas aborrecen el patrimonio heredado, y pretenden convertir la Cartuja en una suerte de espacio moderno de líneas rectas y colores claros con decoración de iconos neobizantinos. Ya blanquearon la Capilla de Caminantes, pintaron su retablo y cambiaron sus sillas por bancos hechos con palés. Sustituyeron el altar por una especie de baldaquino, mandando a "freir monas" la escultura de José de Arce de San Bruno para sustituirla por una pintura de las suyas. Esto es lo que se ve, podemos imaginar de puertas para adentro".
La Cartuja es el monumento artístico más importante de la provincia de Cádiz. En 1856 fue declarado Monumento Nacional, curiosamente antes que la Alhambra de Granada. Es un edificio de propiedad del Estado —Ministerio de Hacienda— cedido al obispado de Jerez en régimen de usufructuario, al parecer, mientras tenga vida religiosa.
Se calcula que a lo largo de los años, el monasterio ha recibido más de 2,5 millones de euros en subvenciones para su mantenimiento. Pecata minuta para un patrimonio de esta antigüedad y envergadura. A día de hoy solo se puede visitar el acceso principal, la capilla de los Caminantes y la propia iglesia cuando se celebran cultos.
“El retablo mayor fue el primero barroco con columnas salomónicas de la zona, pero acabó como madera para los hornos de las panaderías jerezanas”, ejemplificaba recientemente en lavozdelsur.es el historiador del arte José Manuel Moreno Arana de lo que sucedió cuando esta pieza fue desmontada; un retablo que los Cartujos repusieron colocando otro traído de La Merced de Sanlúcar.
Cuando se marcharon los cartujos en 2002, el entonces obispo Juan del Río maniobró rápido para que el monasterio no quedara vacío de vida monacal y pudiera perderse para la Iglesia, dado su altísimo interés patrimonial. Llegaron las Hermanas de Belén y con estas religiosas llegaron también sus costumbres y su carisma, muy diferente del de sus predecesores, pese a mantener la estricta observancia de la clausura.
Ahí radica una de las preocupaciones que ahora ocupa a los expertos, las posibles ‘aportaciones’ que están haciendo, no estructurales, pero que sí vulneran el espíritu de este recinto. La Orden de Belén ya ha vivido situaciones complicadas en otros monasterios que ha ocupado como el de Santa María de Sigena (Aragón) cuya fundación tuvo lugar el 23 de abril de 1188.
El Gobierno aragonés obligó en 2020 a establecer un programa de visitas lo que llevó a que, 35 años después de su llegada al cenobio, las Hermanas de Belén lo abandonaran a favor de que “se asiente en Sijena una nueva congregación que, como esperan las Hermanas de Belén, pueda combinar mejor su vocación monástica con la acogida de peregrinos y visitantes.”
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