Trabajadores municipales de la Delegación de Medio Ambiente, Policía Local y Bomberos de Jerez que intervinieron van a tardar en olvidar el servicio que prestaron a la ciudad este pasado lunes. Después de más de tres meses y medio —más de lo que se creía en un principio— cerrada a cal y canto, la nave 24 del polígono industrial Bertola fue por fin desalojada. Los empresarios de naves aledañas en este polígono en la entrada de la carretera de Sanlúcar llevaban semanas y semanas denunciando el olor putrefacto y cada vez más insoportable que desprendía la instalación.
En el interior, confirman fuentes municipales a lavozdelsur.es, "miles de kilos de pescado y marisco podrido después de que la nave se quedara sin suministro eléctrico y todo el género se descongelara". Al parecer, problemas económicos derivados de la crisis por la pandemia, unido a la enfermedad del propietario, provocaron el abandono del material junto con el corte del fluido eléctrico lo que ha ido amasando el estado horrible que presentaba el interior de la nave.
Después de una trabajosa labor para averiguar el paradero del propietario de la explotacion, la Policía Local supo que el dueño se encontraba ingresado en la UCI, por lo que recurrió a otro empleado de esta empresa. A partir de esta actuación, Medio Ambiente organizó el dispositivo para acceder a la nave y retirar el dispositivo. No fue sencillo. Los empleados de UTE Jerez reclamaron EPI y finalmente Bomberos tuvo que entrar hasta con bombonas de oxígeno ya que el pescado y el marisco en putrefacción "despide gases tóxicos como amoniaco muy perjudiciales para la salud".
El servicio se activó a las diez y media de la mañana de este pasado lunes y no concluyó hasta pasadas las cuatro de la tarde, casi seis horas para retirar todo el voluminoso género en descomposición. "Hizo falta un camión de carga trasera para ir aplastando y metiendo todo. Fue horroroso", comentan a este medio las mismas fuentes municipales. Cajas y cajas de pescado podrido y un hedor "totalmente insoportable". La pestilencia fue tal que los empleados públicos aseguran que se les impregnó en la ropa y hasta en el interior de los coches, pese a que iban con protección.
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