La sala VIP del Consistorio, escenario de recepciones y encuentros privados durante buena parte de los mandatos de Pacheco, exhibe por primera vez, desde su creación hace 25 años, sus 120 metros de historia, leyendas y secretos. 

Cruzas el dintel de la fachada renacentista del Cabildo Viejo; pasas el antecabildo —con el escudo real y el de la ciudad sostenidos por leones rampantes en sus muros—; atraviesas el salón noble desde el que te mira impertérrita la talla de Alfonso X el Sabio, rey que reconquistó la ciudad en 1264; pasas por la galería de retratos y, justo al fondo, te topas con las puertas de entrada a la Bodeguita del Ayuntamiento. El recorrido es de apenas unos metros pero hasta ahora siempre había sido una zona exclusiva, vedada, ajena al común de los mortales. Antes de entrar, nos detenemos en la galería de retratos de alcaldes que luce el Ayuntamiento. Comienza con el del republicano Manuel Moreno Mendoza —que apenas ostentó el cargo medio año, entre mayo y diciembre de 1931— y acaba con el de Juan Corchado Moreno, regidor entre 1978 y 1979, en el final de la Transición y del periodo predemocrático. Luego hay un enorme hueco. No es físico porque la pared de la galería acaba justo ahí, pero sí mental. Un significativo boquete en el imaginario de la ciudad. En este hall of fame de los munícipes jerezanos figuran todos los alcaldes del franquismo pero, paradójicamente, no aparece ni uno solo de los tres que Jerez ha conocido en la democracia reciente. Así nos va, pensamos.

Pedro Pacheco, que gobernó el municipio durante 24 años ininterrumpidos (1979-2003), se encuentra hoy en prisión cumpliendo condena por dos casos de enchufismo —más otra serie de causas que aún no son firmes—. Sus sucesoras, Pilar Sánchez (PSOE) —también en la cárcel por prevaricación— y María José García-Pelayo —exculpada in extremis de la pieza jerezana Gürtel—, tampoco parece que vayan a ampliar la galería a corto o medio plazo. Todos ellos, en mayor o menor medida, han contribuido a convertir el Consistorio en uno de los más endeudados de España frente a una población con tasas de paro insoportables. De esta historia democrática reciente, y de la forma en que se ha gestionado el presente y futuro de la ciudad durante décadas, queda lo que se conoce como la Bodeguita del Ayuntamiento. Por ella es como si no hubiera pasado el tiempo. Ninguna de las dos alcaldesas que sucedieron a Pacheco en el cargo se atrevieron a retocar demasiado este espacio VIP del Consistorio. Ni siquiera a airearlo, a mostrarlo públicamente.
Alguna rueda de prensa de balance político de Sánchez, algún intento de recuperar sus vinos, de más de 50 y 60 años, por parte de Pelayo, pero poco más. Nada más girar a la izquierda para acceder a su interior pueden verse tres fotografías para mayor gloria de Pedro Pacheco, quien posa junto a la infanta Elena durante una visita que realizó en 1993 a la ciudad y a su Ayuntamiento. De hecho, no hace falta observar mucho más para comprobar como aquello es casi un santuario personal del único alcalde que durante casi dos décadas y media conoció la ciudad. Escenario de reuniones privadas, conspiraciones, intrigas palaciegas, negociaciones con buen jamón y oloroso Pacheco, criado por el difunto Rafael García Kubala. Un tiempo de supuesto esplendor o un símbolo de aquellos polvos que hoy son lodos.

La galería de retratos de alcalde incluye a todos los del franquismo pero ni a uno solo de la etapa democrática reciente

En las 56 botas de vino de esta Bodeguita, de unos 120 metros cuadrados e ideada por Pacheco para las recepciones privadas en el Consistorio cuando este se trasladó de Madre de Dios a su emplazamiento actual en 1991, hay una sucesión de loas al alcalde eterno. Dedicatorias de personalidades pero también de simples amistades personales que pasaron en algún momento por allí. Pintores como Antonio López, políticos como José Bono —"mi sincero afecto para el alcalde Pedro Pacheco y mi admiración a Jerez"—, la propia infanta Elena —"con afecto"—... Las firmas se amontonan y en algunas de ellas se dibuja la historia reciente de la ciudad. Incluso la que no fue. "Gracias en nombre del grupo Riofisa. Vamos a realizar un proyecto que será el orgullo de Jerez, Andalucía, España... ¡viva Jerez!", escribían con tiza en marzo de 2000 los responsables de una firma que proyectó el malogrado proyecto Equinoccio, que vino a suceder a Speed Festival y que al final acabó siendo Área Sur y Luz Shopping, el mayor complejo comercial de Andalucía.
Del suelo al techo hay cinco metros de altura. De las alfombras hechas de esterones a las vigas de madera. Hay tres enormes cartelones de ferias de ganado de principios de siglo, con sus carreras de caballos, cucañas y batallas de flores, e incluso otro que sirve casi de bando para anunciar la primera que tuvo lugar en la ciudad, en mayo de 1868, y que al parecer tuvo que sortear infinitas dificultades para poder celebrarse. Fue el origen de la Feria del Caballo que conocemos hoy y que, cómo no, debe mucho a la gestión de Pacheco en algunos de aquellos años de mandato. Hay un plato decorativo de la ciudad de Colonia, una mesa comedor con ocho sillas, cortinajes palaciegos, catavinos con el escudo institucional de la ciudad serigrafiado, una lámpara de bronce, flores secas, una especie de caseta para pájaros regalada por el embajador del Reino de Marruecos, enormes lienzos de Ramírez, Ayala, Gutiérrez Montiel... Un sinfín de detalles de una estancia en la que corría el vino y la comida —hay una pequeña cocina anexa— en aquellos años de gobierno del que para muchos es hoy el innombrable, mientras que para otros siempre será don Pedro. El actual gobierno municipal, dirigido por Mamen Sánchez, ha decidido airear la Bodeguita y exhibir su interior. Por ahora, se trata de una experiencia piloto coincidiendo con el día de San Dionisio. En el futuro, quizás se convierta en un reclamo turístico, en una parada más en la ruta de la ciudad histórica. 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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