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“Una plaza mucho más moderna, que contribuya a que el centro de la ciudad sea mucho más accesible y una plaza que, en definitiva, contribuya a que sea más atractivo venir al centro de Jerez”. Eran palabras de María José García-Pelayo hace justo un año, cuando confirmaba la remodelación de la plaza Esteve para mayo de 2014, consistente en el derribo del edificio del IARA y de la cafetería La Vega para crear una terminal de autobuses y darle más visibilidad al edificio de la plaza de abastos. Un año después, el edificio del IARA sigue en pie, con sus oficinas desiertas, pero en pie, e incluso en sus bajos se ha instalado recientemente una cadena de jugueterías. Por su parte, La Vega también se alza, como desde hace décadas, en la esquina con la calle Doña Blanca.

Mientras, los comerciantes que se iban a ver reubicados en los edificios comerciales que planteaba el proyecto, también se muestran satisfechos de que la obra no se llevara finalmente a cabo. La remodelación, uno de los proyectos estrella de García-Pelayo de cara a las elecciones de 2011, se demostró que al final quedaría en nada como ya barruntaban muchos. Los motivos esgrimidos por el delegado de Urbanismo fueron la conservación patrimonial del edificio del IARA, defendida por algunos historiadores y arquitectos, así como las quejas de oposición y ciudadanos de acometer unos trabajos que, si bien respaldados económicamente por Zona Franca, suponían un desembolso excesivo e inútil en los tiempos que corren. 

Lo que está claro es que el bastón del poder siempre da un plus a los alcaldes, que suelen llenarse la boca de megaproyectos con los que entrar en la historia pero que la mayoría de las veces acaban durmiendo el sueño de los justos. Así le ocurrió por ejemplo a Pilar Sánchez, con su idea de edificar en los actuales terrenos del botellódromo dos edificios que albergarían oficinas y servicios municipales. Pelayo, como buena mandataria, también ha acabado cometiendo el mismo error: prometer sin poder llevar a cabo su proyecto. He aquí la cronología de un proyecto estrella, estrellado.

Marzo de 2011: el PP plantea el proyecto

Con el PP todavía en la oposición, y ya en clave electoral de cara a los comicios que se celebrarían en mayo y que a la postre ganaría, la por entonces portavoz popular, María José García-Pelayo planteaba un plan de remodelación para Esteve con el objetivo de dinamizar el comercio del centro y el transporte urbano, que en aquella época estaba en sus horas más bajas, con casi cuatro millones de pasajeros menos que cuando el PSOE se hizo con la alcaldía. Pelayo ya hablaba de derribar el edificio del IARA y, curiosamente, defendía que no existía ningún impedimento urbanístico para ello al no estar catalogado.

Marzo de 2012: Zona Franca anuncia su inversión en San Agustín y Esteve

Ya como alcaldesa, Pelayo anunciaba la cancelación del proyecto estrella que planteó Pilar Sánchez junto a Zona Franca en el actual botellódromo, que tenía un presupuesto de, nada menos, 65 millones de euros. En su lugar, Ayuntamiento y Zona Franca anunciaban la firma de un nuevo convenio por el cual, a través de fondos europeos, se invertirían 10 millones en rehabilitar San Agustín y en la remodelación de Esteve. La firma de este convenio se realizaría meses después.

Febrero de 2013: primera modificación del proyecto

Empezaban las dudas. La delegación de Urbanismo anunciaba la redefinición del proyecto. Ahora no se planteaba la demolición total del edificio del IARA, sino en parte, manteniendo los locales comerciales que se ubican en sus bajos para no afectar a los comercios y para reducir los costes, ya que de esta manera no habría que indemnizar a los comerciantes durante el tiempo que durasen las obras. Así y todo, éstos ya empezaban a lamentar la poca información que habían recibido sobre el proyecto por parte del Consistorio.

Enero de 2014: La alcaldesa anuncia “para mayo” el derribo del edificio del IARA

Casi dos años después de anunciar de la mano de Zona Franca la remodelación de Esteve, la alcaldesa anunciaba para mayo el derribo del edificio del IARA durante el anuncio del inicio de las obras de San Agustín. La regidora, además, afirmaba que los comerciantes afectados estaban “todos de acuerdo”, si bien muchos afirmaban no tener más noticias que las que habían leído en la prensa. De otro lado, ciudadanos y oposición dudaban de la idoneidad del proyecto, mientras que historiadores y arquitectos defendían la calidad artística del edificio.

Febrero-abril de 2014: El proyecto se paraliza

En febrero, apenas unos días después del anuncio del derribo, el gobierno reculaba y anunciaba que no haría nada hasta que no hubiera un “consenso” entre todas las partes afectadas. En abril, el propio delegado de Urbanismo, Agustín Muñoz, afirmaba que “no tenemos prisa” en lo relativo a la remodelación, y que la misma se llevaría a la Mesa del Centro Histórico ya que había que analizar el valor patrimonial del edificio. Así y todo, y aunque oficialmente no fuera el principal motivo, estaba claro que las críticas ciudadanas fueron las que acabaron frenandoel proyecto, sobre todo para no generar una polémica que pudiera afectar a los resultados del PP en las cada vez más cercanas elecciones municipales.

Enero de 2015: Los comerciantes, seguros de que el proyecto nunca se llevará a cabo

A escasos meses para las elecciones, y después de casi un año sin nuevas noticias, los comerciantes de Esteve ya consideran como seguro que el antiguo edificio del IARA nunca se derribará, al menos por parte del actual gobierno. Además, algunos como Antonio Rodríguez, propietario de la Joyería San Francisco, prefieren seguir tal y como están, sobre todo por el dinero desembolsado en el negocio en los últimos años tras un robo con el método del ariete que sufrió en 2011. Además, el propietario no considera idóneo el tipo de edificio comercial planteado en el proyecto, totalmente acristalado, para un negocio como el suyo, más que nada por motivos de seguridad. Por su parte, desde la zapatería Bonanza, a la que directamente no le afecta el derribo, pero sí la remodelación de Esteve, aseguran con seguridad que “el proyecto no saldrá para adelante, pero el Ayuntamiento nunca lo va a reconocer. La idea no estaba cuajada y, además, no hay dinero”.

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Jorge Miró

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