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En días pasados apuntaba un tipo vinculado con las peñas flamencas de la ciudad y poco sospechoso de animadversión pepera: "Esto se llama despotismo aflamencado, todo para el flamenco pero sin el flamenco". Y podría añadirse, la edición número 47 de la Fiesta de la Bulería, el tercer festival flamenco más antiguo de España, fue un experimento político preelectoral para el pueblo pero sin (apenas) el pueblo. La reorganización exprés de la tradicional cita, con las entradas incluso a la venta desde días antes, para celebrarla en la fuente del Mamelón y con carácter gratuito, hizo aguas... como era de esperar.

También como era previsible, las 4.000 sillas que se dispusieron en la acotada plaza prácticamente se completaron en su totalidad mucho antes de las diez de la noche. Eso sirvió para que automáticamente el equipo de gobierno municipal se vanagloriase por redes sociales y por Onda Jerez, con un costoso despliegue pocas veces visto, ante la previsible gran respuesta de público. Satisfacción entre los privilegiados que tuvieron la suerte de disfrutar de la noche. Pero decepción para muchos cientos de jerezanos y jerezanas, que se acercaron a esta zona del centro y comprobaron como esa cantinela repetida por los políticos locales días atrás de que "todo Jerez podrá ver gratis la Bulería" no se ajustaba a la realidad. Peor fue para muchos visitantes, que ni se habían enterado de la gratuidad del evento y venían directamente a sacar su entrada para acceder a la Bulería como siempre. Tuvieron que volverse compuestos y sin Fiesta.

El Mamelón da para lo que da, incluso con unas tres mil plazas menos y mucha menos visibilidad que la Plaza de Toros -enclave clásico de la Fiesta-, por lo que los agentes de Policía Local y la seguridad privada contratada al afecto pasaron por serios apuros e hicieron lo que pudieron para contener a mucha masa enfurecida que se quedó a las puertas de la Bulería. Muchas personas habían acudido horas antes a recoger la pulserita de acceso y regresaron a sus domicilios. A la hora de comienzo del evento aún no habían vuelto, lo que provocó mayor enfado ya que desde zonas como calle Sevilla, con un enorme tapón de público tratando de entrar, podían verse sillas libres mientras la familia Moneo iniciaba una noche que sirvió para homenajear al desaparecido Juan Moneo El Torta.

Los focos de la Fiesta se apagaron a las tres y media de la madrugada. En la esquina de Cristina con Porvera el flamencólogo malagueño Paco Vargas resumía decepcionado: "Desde muchos puntos ni se veía el escenario, la visibilidad era pésima, este no era el sitio más idóneo para celebrar un festival así. Y lo peor es que conozco a una gente que ha venido expresamente desde Zamora para la Bulería y que no ha podido entrar. Una mujer casi llorando me ha dicho que habían pagado una noche de hotel a precio de oro con tal de ver el espectáculo y se ha quedado sin poder entrar". Cuentan casos similares de grupos procedentes de Granada, de Canarias, Algeciras, Cádiz... Todos esperaban poder comprar su entrada y acceder a la Fiesta pero se han ido, como se suele decir, "con la cara partía". Visitante que se marcha indignado, no vuelve. Y eso es muy heavy para una ciudad que pretende focalizar en el turismo su gran tabla de salvación. Muy parecido a lo que pasó con un autobús con gente mayor procedente de Sevilla y que tuvo que dar marcha atrás porque no podían entrar. "Una señora de ese autobús nos dijo que llevaba más de 10 años viniendo a ver la Fiesta de la Bulería y que se volvía a Sevilla llorando, vamos que la vi llorar", aseguraba un miembro de la organización que prefiere omitir su nombre.

Como ellos, cientos y cientos de jerezanos que tuvieron que regresar a sus casas enfadados tras no poder sortear los férreos (según la hora) controles de acceso a una plaza del Mamelón totalmente vallada. Una malla verde en el lado de la calle San Juan Grande impedía para colmo la visibilidad de quienes se habían quedado fuera. Más cabreo. A las horas se ordenó que se quitara pero ya era tarde. El otro extremo de la plaza estaba cortado, al igual que toda la zona entre calle Guadalete y Sevilla. En Cristina prometieron poner una pantalla gigante para quienes no pudieran entrar y se puso, ¡pero sin sonido!

Se desconoce cuánto ha gastado el Ayuntamiento solo en este detalle pero al lumbreras que olvidó sonorizar aquello es para hacerle un monumento... a la incompetencia. El enfado en este punto caliente era doble: jerezanos que no habían podido acceder al recinto y, encima, que veían una pantalla con una fiesta muda. Sobre las doce de la noche se sucedían ya los botellones incontrolados por Cristina, San Andrés y, especialmente, por el Callejón de los Bolos. Muchos jóvenes cambiaron el botellódromo por esa supuesta Bulería gratis. No pudieron entrar. "Me ha dicho que la gente que ha entrado es la que ha venido a las siete... ¡Pero si a esa hora me estaba yo duchando!", decía un joven tras increpar a los agentes de seguridad, quienes realmente tuvieron que canalizar la indignación ciudadana por las malas decisiones políticas. Miembros de Cruz Roja informaron a este medio, sobre la una y media de la madrugada, que apenas habían tenido que atender llamadas sin trascendencia.

En el escenario, el esperado nivel de calidad del flamenco de Jerez volvió a dar la talla. En las sillas habilitadas, el murmullo de quienes no distinguen la soleá de la seguiriya, y los que realmente quieren escuchar y habrían pagado su entrada de todos modos. Es un mal endémico de la Bulería agudizado por esta entrada 'libre'. Un jerezano regresa a casa sin poder entrar pero no pierde la calma: "Bueno, toda esta gente (señala a algunos bares de Cristina) son autónomos que al menos esta noche van a hacer una buena caja". Otros hablan de caos: "Ha sido una verdadera desorganización". "A Javier Durá (delegado municipal de Personal y Seguridad) lo abuchearon cuando lo reconocieron y por miedo a que le corretearan dejó entrar a unas 70 personas sin pulseras, desacreditando la labor de los que estábamos para cumplir con la orden de no dejar pasar a nadie sin pulsera", relata uno de los implicados en un operativo de seguridad y control de acceso a ratos desbordado. "Había momentos en que nos daban la orden de dejar pasar a gente sin pulseras, se nos llegó a ordenar que no dejáramos pasar a nadie que llevara algún tipo de bebida como un simple refresco en vaso de plástico, mientras que dentro había hasta gente con neveras. Había gente que venía a los controles con entradas de las que se vendieron para la Plaza de Toros", añade sintetizando lo caótico de la noche y la improvisación que ha sacudido de cabo a rabo esta idea de desvirtuar la cita flamenca más genuina de Jerez.

Casi a la misma hora que sucedía todo esto, según pudo saberse con la alcaldesa María José García-Pelayo en la velada de El Pelirón, el portavoz del gobierno municipal se multiplicaba en la red social Twitter destacando el que a su juicio era un abrumador éxito de público e incluso de organización. Ya lo dijo días atrás la regidora popular: "Si la gente acude será un éxito". Así de simplista. Así de populista. Pero, ¿un éxito para quién? ¿Para el flamenco? ¿Para el turismo? ¿Para el futuro de la Fiesta? ¿Para Jerez? ¿Un éxito tal vez para el PP? Más esclarecedor fue el tuit que el pasado viernes publicó la responsable de comunicación del PP en Jerez donde, se entiende que por un lapsus, denominó la cita como 'Fiesta de la Burlería'. Aunque de hecho, no pudo ser más acertado y descriptivo de lo que anoche aconteció realmente en el Mamelón: una fiesta para algunos privilegiados y una burla para muchos, incluidos los muchos visitantes que se llevaron a su tierra la peor de las imágenes de la ciudad. 

Vídeos de las diferentes protestas que se sucedieron en calle Sevilla y Cristina: 

Protestas Bulería 1 Protestas Bulería 2 Protestas Bulería 3

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