Cante y baile flamenco de siempre, en una noche para el recuerdo

Dejando a un lado la típica y tópica alienación de artistas, en las que el cante y el baile se ofrecen por separado, la apuesta escenográfica de la tercera cita de los Viernes Flamencos de Jerez trataba de ofrecer al espectador una propuesta coral, en la que el hilo conductor fue la exposición a los presentes de las cartas credenciales de cada uno de los protagonistas, interrelacionándose entre ellos.

La cita que organizaba en esta ocasión la Peña Flamenca La Zúa — bajo la dirección artística de Perico de la Agujeta— se distanciaba del habitual festival flamenco de verano de pequeño formato, para entablar una conversación artística entre Dolores Agujetas, Inés Bacán y Carmen Ledesma, en la que la versión más clásica del cante y el baile fueron las patentes de corso. Ellas tres son atractivos más que interesantes en sí mismas por separado y, en esta ocasión, se presentaban unidas en una estampa efímera que ofrecía la oportunidad de verlas juntas en Los Claustros de Santo Domingo.

Centrándonos en lo que ocurría sobre el escenario, tener la posibilidad de disfrutar de tres damas consagradas del cante y el baile fue ya de por sí es todo un lujo. Y quien no fue se lo perdió. Juntas y por separado, son genio y figura. Tan viscerales como anárquicas. Ya se avisó al inicio: "no hay nada ensayado, sino más bien un guion a seguir". Cante, baile y toque en su plano más vivencial llevado al escenario.

Por ello, es más objeto de análisis no lo que cantaron o bailaron, sino cómo lo hicieron y ejecutaron, ya que en sus gargantas y cuerpos se encuentra la génesis más profunda del flamenco dinástico, de transmisión oral y legado familiar que hay que disfrutar siempre que se pueda y se tenga la oportunidad. Así como la herencia bailaora de una Triana que en su día fue muy distinta a la que conocemos hoy.

Romances, soleares, nana, seguiriyas, fandangos por soleá, tientos y tangos en solitario al cante — marca de la casa—, más una soleá por bulería para rematar con el baile, fue el repertorio de cantes que tuvieron a Domingo Rubichi y su guitarra como fiel escudero.

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Viernes Flamencos de Jerez 2024 | Dolores Agujetas, Inés Bacán y Carmen Ledesma

Hora y cuarto de duración, en la que las señas identitarias de los Agujetas y los Bacán sacaron a relucir las diferencias cantaoras de Jerez y Lebrija. El eco lacerante y arromanzado de la soleá, las seguiriyas masticadas — hubo dos— o la nana más dulce, junto a los tientos y tangos de marchamo añejo y clásicos o un ramillete de fandangos, que en Lebrija siempre juegan con los compases ternarios para encontrar el compás de la reina de los cantes, nos ubicaban en el espacio y tiempo pretérito. Ese espacio que habita en el recuerdo y que volver a saborear y degustar es un auténtico placer para los sentidos.

"Hoy quiero acordarme de mi tío Diego Agujetas, que se nos fue tal día como hoy" señalaba Dolores antes de comenzar, mientras tanto, por otro lado, Inés Bacán marcaba el compás de los sueños con sus manos, como si el metrónomo lo tuviera al mismo ritmo que su corazón. "Quiero agradecer a Dolores que se haya acordado de mí para estar aquí hoy con ustedes", expresaba emocionada Carmen Ledesma.

Y ellas, que han sido capaces de llenar teatros de medio mundo, no se escaparon tampoco de que el Jerez más áspero y veraniego decidiera una vez más mantener la tónica que se viene produciendo en este ciclo de unos años a esta parte. No vamos a redundar en la necesidad de someter a una profunda revisión esta circunstancia, en la que lo más preocupante está empezando a ser que da igual lo que se programe porque parece que no hay interés. Así de simple y sencillo.

Va siendo hora de que asesores, gestores culturales, técnicos y políticos se pongan manos a la obra para buscar una  solución cuanto antes. Baste destacar que, al menos, esta ha sido de las citas que más aceptación ha tenido en lo que llevamos de verano musical organizado por Fundarte y la Delegación de Cultural del Ayuntamiento de Jerez, que está siendo digno de estudio.