El próximo octubre cumpliría 15 años de vida, pero a finales de este mes de marzo la ONG Voluntariado Libre no tendrá más remedio que cerrar las puertas de su pequeña sede de la calle Ídolos. La falta de una nave donde poder albergar los alimentos que actualmente reparte a un centenar de familias a través del Banco de Alimentos y el progresivo descenso de voluntarios han sido los principales detonantes a la hora de tomar esta difícil decisión.
La asociación nació en el seno de la parroquia de San Pedro por parte de un grupo de catequistas que querían transmitir entre la juventud los valores cristianos y la dignidad de las personas. Eran los principios del Consejo Local del Voluntariado en Jerez y ya entonces empezaron atendiendo a unas 30 familias, recuerda María Teresa Rivero Valcarce, presidenta de este colectivo durante los casi tres lustros que ha estado en funcionamiento. Desde entonces, la ONG ha hecho compañía a ancianos, tanto en sus hogares como en residencias; ha atendido a niños en el aula de pediatría del Hospital de Jerez o les ha prestado apoyo escolar en su propia sede; han dado cursos a mujeres y recogido y vendido ropa en un mercadillo que abrieron en los últimos tiempos en un garaje anexo. “Hemos hecho todo lo que hemos podido por no cerrar y hasta el final hemos intentado encontrar a otra persona para que llevara las riendas de la asociación, pero no la hemos encontrado”, lamenta Rivero, que aun así hace un balance “muy positivo en todos los sentidos. He aprendido de muchas personas y todos los voluntarios pueden decir que recibimos más de lo que damos. Aquí se vive y se palpa lo que verdaderamente es la vida para muchos”.
En los últimos tiempos, Voluntariado Libre atendía a unas 160 familias, si bien en el último reparto de alimentos estas no han llegado al centenar. “Se nota que la crisis va un poco a menos, aunque todavía hay muchas personas que eso no lo han notado”, apunta la presidenta. En estos años, la ONG se valía de una empresa privada que cedía sus instalaciones para llevar allí a cabo la descarga y el reparto de los aproximadamente 15.000 kilos de comida que recibían del Banco de Alimentos. Sin embargo, los últimos robos que se estaban produciendo en estas instalaciones han obligado a la asociación a tener que prescindir de ellas. Y aunque han intentado buscar una nave a buen precio, afirma que los precios se escapan de sus posibilidades. “Nosotros nos nutrimos de las aportaciones de los socios voluntarios, de donaciones puntuales y de algunos sorteos, pero no es suficiente. Suma que luego hay que pagar luz, teléfono, transporte… Además tampoco recibimos subvenciones. Hace años recibimos una y tardamos en cobrarla siete años…”.
La falta de voluntarios también es palpable. De unos 40 en sus mejores tiempos se ha pasado a una quincena, la mayoría jubilados. Ha faltado una regeneración que no se ha producido. “Hemos echado en falta mayor implicación de la juventud”, afirma Juan, uno de estos voluntarios, mientras clasifica varias prendas de ropa en cajas de plástico. “Ten en cuenta que tenemos familia, nietos a los que no podemos desatender, porque es que además esto requiere una dedicación constante”, señala María Teresa, que explica que de lunes a viernes la sede de Voluntariado Libre ha abierto unas cuatro horas diarias, repartidas entre la mañana y la tarde.
La decisión del cierre ya la conocen sus usuarios y la delegación de Acción Social del Ayuntamiento de Jerez. “Sabemos que hay otras muchas asociaciones y esperamos que puedan atender a las familias que estaban con nosotros. Hemos tratado de ayudar lo máximo que hemos podido, pero no podíamos seguir en las actuales circunstancias”, finaliza María Teresa Rivero que, no obstante, afirma que seguirá ejerciendo de voluntaria en el futuro.
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