Atracciones de Feria, en una imagen de archivo. FOTO: ADHH
Atracciones de Feria, en una imagen de archivo. FOTO: ADHH

Ya está aquí. Ya llegó la que dicen es la fiesta grande de Jerez. La Feria del Caballo, la más bonita del mundo según los jerezanos y también muchos foráneos, apunta también a ser la más calurosa de los últimos años, pero eso no será impedimento para que decenas de miles de personas se pasen por el Real del González Hontoria a bailar, beber, cantar y en definitiva, a pasárselo lo mejor posible. Porque la Feria es eso, alegría y placer -que diría el villancico-, una semana para intentar olvidar los malos ratos y reencontrase con amigos y familiares en torno a una copa de fino. Y como la cuestión es pasarlo bien, desde lavozdelsur.es hacemos un listado de 12 cosas que hacer -y otras dos que no- para que esta Feria sea redonda.

1. Alumbrado y fuegos artificiales: No podía empezar este listado con lo más básico. Algo que cualquier buen feriante que se precie debe saber es que para empezar bien la feria hay que ir a ver los fuegos artificiales que darán paso a la iluminación del millón largo de bombillas que dan colorido y luz al Real. Tras pulsarse el botoncito y el "oooooooooh" del respetable, dará comienzo oficialmente una semana que será larga. Eso sí, como ahora la fiesta empieza en sábado, no hará falta que se acueste temprano, pero tampoco desfase hasta las seis de la mañana el primer día, que si no a ver quién tiene cuerpo de feria cuando lleguemos al miércoles.

2. Estudiar pormenorizadamente el Real: Hay casetas que por muchos años que pasen siempre estarán en el mismo sitio, pero otras tantas cambian de sitio de un año a otro, por lo que no estará de más darse una primera vuelta de reconocimiento para no sólo situarlas, sino para tantear los precios que manejan. La Feria es un gran negocio, por lo que la ley de la oferta y la demanda está aquí a la orden del día. Antes de sentarse en la terraza de esa caseta que ve tan vacía, piense en por qué lo está, y segundo, observe su lista de precios. No mentimos si le decimos que entre unas casetas y otras puede haber de dos a tres euros de diferencia en una jarra de rebujito. Y lo mismo pasa con las medias botellas de fino. Así que compare y esté al tanto para que la cartera no sufra más de la cuenta.

3. Bailar sevillanas aunque no sepas: Para muchos bailar sevillanas es su asignatura pendiente. Los hay que intentan aprender a última hora, empapándose por Youtube del curso de Matilde Coral y escuchando al Mani a todas horas para pillarle el compás. Pero a decir verdad, la cosa es echarle cara, porque con dos copas de más nadie se va a dar cuenta de si baila mejor o peor, y sobre todo arrimarse mucho a su compañero o compañera de baile. Entre las casetas que recomendamos para marcarse unas sevillanas, la del Disco Rojo (caseta 10, calle Lola Flores) y la de Onda Jerez (Templete Municipal, número 155).

4. Saber esquivar a los pesados: Con tanta gente en la Feria, es normal encontrarse con muchísima gente. Con algunos ya habrá quedado previamente y a otros se los encontrará de camino a tal o a cual caseta, y entre esos habrá alguno que seguramente no tenga ganas de ver por nada del mundo. Saber esquivar al pesado o pesada de turno, a su ex, al incordio de su antiguo jefe, o a ese compañero de trabajo que ya no traga puede salvarle de tener que tomarse una cerveza por compromiso mientras intenta disimular las ganas que tiene de quitarse de en medio. Y lo mismo pasa con esa gitana que insiste en venderle un clavel por mucho que ya lleves dos en la solapa. Como feriantes que son de profesión, ellos mejor que nadie le sabrán dar las vueltas para que te vuelvas a gastar un par de euros, así que intente ser más listo que ellos y apúntese mentalmente una lista de frases a decir como por ejemplo “no gracias, soy alérgico a las flores y/o romero”, “no tengo un duro”, o “Sorry, I don’t understand” (con acento de Massachusetts).

5. Disfrutar del paseo de caballos: Por algo nuestra feria se llama como se llama. No hay paseo de caballos como el de la Feria de Jerez y el simple hecho de pararse un rato para disfrutar de su belleza ya merece la pena. Si puede permitirse alquilar un coche de caballos, hágalo, verá una perspectiva del Real totalmente diferente. Y si tiene labia, quizá hasta pueda camelarse al jinete o a la amazona de turno para que le dé un paseo en la grupa.

6. Hacer amigos en la cola del baño: En la Feria se canta, se baila, se come, pero sobre todo se bebe, y mucho. Y eso significa que la vejiga nos va a decir más de una vez que tendremos que ir al baño. Así que, como desde aquí no recomendamos que vayamos orinando por cualquier rincón del Real, tendremos que echar mano de esas maravillas de la ciencia moderna que son los váteres portátiles. Pero claro, como nosotros habrá otros tantos, porque a ciertas horas de la noche todo el mundo suele tener el mismo problema. Qué mejor oportunidad que ésta para entablar una conversación sobre el calor que hace este año en la Feria, lo bien que se come en la caseta o con qué tranquilidad se lo toma el que ya está evacuando. Cualquier excusa es buena y a lo mejor hasta nos hacemos colega del que nos antecede en la cola.

7. Comerse un pinchito en el Pozo de la Víbora: Ni que decir tiene que apetece en cualquier momento, pero éste que escribe siempre acude a esa hora de la noche en la que estás entre irte a casa o apurar un poco más, y además cuando el estómago te dice que pares de beber y te tomes algo sólido. A esas horas es difícil encontrar una caseta que siga sirviendo comidas, sin embargo, cual oasis en el desierto, ahí está siempre la caseta del Pozo de la Víbora (caseta 186, Paseo de las Palmeras) para sacarnos del apuro. Aquí, los amigos de Picadueñas hacen los mejores pinchitos del Real, al carbón y al verdadero estilo moruno, con un suculento sabor a especias y a pique que, como diría aquel, quitan el sentío.

8. Peñas flamencas, CCOO y Cherookee, tres estilos para pasarlo bien: Cuando cae la noche, son de las casetas más animadas de la Feria. Cada una a su estilo y con una clientela bien diferenciada, lo mejor de todo es el buen ambiente que se respira en ellas. Para los amantes del cante típico de la tierra, o para aquellos neófitos que quieran acercarse a la bulería por primera vez, la caseta de la Peña La Bulería (número 1, calle Lola Flores), o la de la Buena Gente (68 y 82, Lola Flores y Manuel Torre), son dos buenos lugares para disfrutar de actuaciones en directo no sólo de los grupos invitados, sino de aquellos que, de manera improvisada, les da por pegarse un cante. Nada que ver con éstas dos son las de CCOO (número 83, intersección del Paseo de las Palmeras con calle Manuel Torre) y Rincón Cherookee (número 102, calle Manuel Soto Sordera). En la primera prima el pachangueo —dícese desde el Despacito de Luis Fonsi a ya clásicos como el Torero de Chayanne o Y yo sigo aquí, de Paulina Rubio— en un ambiente en el que tan perfectamente pueden mezclarse veinteañeros y treintañeros con jubilados y amigotes en plena despedida de soltero. De otra parte, en la segunda la música que prima es la rockera. Regentada y trabajada por los moteros del club Cherookee, otra de las cosas buenas que tiene son sus precios medianamente asequibles.

9. Una foto en el caballito de cartón: Otro de los clásicos de la Feria que recordamos desde que tenemos uso de razón. ¿Quién no tiene una foto montado a lomos del caballito de cartón cuando era un niño? Estírese un poco y hágale una foto a su hijo, nieto o sobrino. Tanto uno como otro la recordarán para siempre.

10. Darse una vuelta por la calle del Infierno: Preferiblemente antes de hincharse a beber o un buen rato después, sobre todo para no echar hasta la primera papilla si es que somos de montarnos en las atracciones más bestias. Las hay de todo tipo y para toda clase de personas. Los que no sean muy amantes de las alturas tienen los coches de choque o el Gusano Loco y el Látigo -otros dos clásicos por los que no pasan los años-. A los que quieran algo más movidito tienen para elegir la noria, el Ratón Vacilón -“ay, que te como, te como”- el Ala Delta, la Jungla Encantada o el Canguro. Y para los amantes de las emociones fuertes, el Booster, la atracción más alta después de la noria. Una burrada no recomendable para los que sufren de vértigo o de problemas cardiacos. Pero no podemos salir de la zona de los cacharritos sin tentar a la suerte. Tómbolas hay para dar y regalar, pero una feria no sería lo mismo sin las carreras de camellos. Nunca meter una bola por un agujero fue tan estresante y a la vez tan emocionante. “¡Tataratarataratarataraaa!”

11. Cerrar el día desayunando churros: Y para cerrar la madrugada -o comenzar la mañana según lo tarde que nos acostemos- tenemos para elegir fuera del Hontoria desde los clásicos bocadillos y hamburguesas de la Tere, pasando por los kebabs y las papas asadas. Pero nada mejor para sobrellevar la más que probable borrachera que unos buenos churros con chocolate. Ni que decir tiene que no son comparables a los que nos podemos comer cualquier día en la plaza Doña Blanca, pero servirán de sobra para cumplir con su cometido de reconstituyente de emergencia antes de llegar a casa.

Dos cosas que no hacer

1. Evite el “que no nos falte de ná”: La feria tiene ese momento, sobre todo entre las cuatro y las siete de la tarde, en que el final del almuerzo se mezcla con la hora de las copas largas. A esa hora, si estás en tu salsa, con tus amigos y con unas cuantas copas de más, seguro que te entra el momento eufórico de bailar sevillanas (ver punto 3 de cosas qué hacer) y también de querer demostrar tu cariño y tu amistad queriendo convidar a todos. Es aquí cuando se hace peligrosa la frase de “que no nos falté de ná”, y la tarjeta empiece a circular peligrosa y continuamente entre su mano y la del camarero. Para cuando se le haya pasado la euforia quizás ya se haya dejado el sueldo de un mes. Pero oiga, si lo ha disfrutado, bendita sea su alma.

2. Molestar a los compañeros de las televisiones locales: Cuando uno está de fiesta y de cachondeo, siempre hay otros que están trabajando, y en Feria hay muchos así, entre ellos los compañeros de las televisiones locales. Ya sabemos que seguramente a su madre o a su abuela le hará ilusión que salga usted por Onda Jerez, pero queda cateto y feo reventarle un plano al bueno de Rober Pazo, mientras éste entrevista a una pareja de turistas, pidiéndole a gritos que cante una sevillana de Los amigos del Pelo o saludando a la cámara como si no hubiera un mañana.

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Jorge Miró

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