Tres nombres, siete víctimas

Aún se desconoce la identidad de los restos de cuatro de las personas localizadas en la segunda fase de las fosas comunes del cementerio de San José

Los arqueólogos Juan Manuel Guijo y María Isabel Gómez trabajan en la exhumación de uno de los restos de los represaliados de la fosa común del cementerio de Cádiz. FOTO: E. ESCORIZA.
Los arqueólogos Juan Manuel Guijo y María Isabel Gómez trabajan en la exhumación de uno de los restos de los represaliados de la fosa común del cementerio de Cádiz. FOTO: E. ESCORIZA.

Juan Diego Cortés Pacheco ingresó en prisión en octubre del 36. Tenía dos hermanos, Enrique y Francisco. El primero, de 32 años, era panadero y afiliado del Partido Comunista Español. Lo detuvieron el 10 de agosto por participar en la resistencia y fue enterrado el 22 del mismo mes. El destino de Juan Diego fue el mismo, siendo asesinado por los fascistas el 12 de octubre. Francisco Cobos Moreno Rafael Aleo Carrasco también murieron ese día en el foso de las Puertas de Tierra. La paradoja de morir a manos de los 'defensores de la patria' en el día de la Día de la Fiesta Nacional.  

Sus restos fueron encontrados en el cementerio de San José, en Cádiz, en la sepultura número 28 de la segunda fila del patio tercero. Son los únicos con nombres y apellidos de las siete víctimas de la represión franquista que se han localizado hasta el momento en este camposanto. Los otros cuatro aparecieron recientemente en la Fosa Norte, después de duros meses de trabajo por parte del equipo de arqueólogos. Estaban enterrados por parejas, en dos cajas, uno con la cabeza orientada al norte y otro al sur. Conservaban restos de calzado, botones de hueso, corchetes y uno de ellos, un peine. Todos presentan diferentes orificios de entrada y salida de proyectiles de armas de fuego. Algunos restos presentan también algunas fracturas conminuta en las manos y otras partes del cuerpo donde les alcanzaron los proyectiles.

Conservaban restos de calzado, botones de hueso, corchetes y uno de ellos, un peine.

"Todas estas lesiones perimortem, junto con el análisis del contexto estratigráfico, nos permite identificar estos cadáveres como parte de los 141 represaliados enterrados en la Fosa Común Norte del Patio 1, tal como está registrado en el Libro de Actas de Inhumaciones del cementerio", apuntan. "También se ha documentado varios individuos que presentan posibles indicios de violencia, pero no han podido ser excavados al encontrarse parcialmente en los perfiles del sondeo. Estos se exhumaran en la próxima fase de excavación".

Esta siguiente fase continuará a partir de septiembre, tal y como ha expresado este martes el concejal de Memoria Democrática, Martín Vila. Para el edil, uno de los pilares que fundamenta la actual legislatura está marcado "por las tareas de verdad, justicia y reparación de la memoria democrática emprendidas por el equipo de gobierno y fundadas por la convicción política de que la sociedad de presente debe construirse respetando el pasado para poder avanzar hacia el futuro y en cumplimiento estricto tanto de la ley estatal como la andaluza sobre memoria histórica". 

Por su parte, la arqueóloga Fátima Barreiro -en representación del equipo que ha llevado a cabo las tareas de excavación-, ha subrayado "la complejidad de encontrar una fosa de la que no se sabía su ubicación en 400 metros cuadrados de superficie". También existía la dificultad de localizar a los 141 represaliados entre las miles de exhumaciones realizadas, "y la complejidad añadida de que en 1979 se había vaciado parcialmente la fosa para hacer una construcción de hormigón arriostrada en su base". Este último dato ya se dio a conocer en las anteriores visitas al cementerio por parte de los familiares para conocer los adelantos de los trabajos. 

"Sólo conocemos poco más de la mitad de las personas que fueron enterradas en el cementerio de San José"

Finalmente Antonio Chico, como portavoz de la Plataforma de Memoria Histórica, ha hecho un llamamiento a aquellas personas que pudieran tener familiares que fueron fusilados o represaliados durante el golpe y la Guerra Civil para que se acerquen a la asociación y así poder avanzar en las labores de identificación pues "sólo conocemos poco más de la mitad de las personas que fueron enterradas en el cementerio de San José". 

La fosa sigue abierta, y con ella una herida que sólo sanará con el reconocimiento de todas esas víctimas a quienes les robaron sus vidas. Dentro no sólo hay huesos, sino también recuerdos, esperanza, lágrimas de los familiares, la sangre y las balas. Los arqueólogos continuarán en septiembre la búsqueda de la verdad, acariciando con sus brochas cada hueso hallado e intentando devolverles su lugar en la historia.

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Estefanía Escoriza

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