El vídeo circulaba de mano en mano desde la tarde del lunes. El martes lo había visto media ciudad de Cádiz y la otra media participaba en el comentario.
Cada uno se inclinaba sobre la pantalla con gesto de concentración y contrariedad, como un árbitro al que llaman al VAR. Luego soltaba algún comentario a modo de diagnóstico y sentencia.
"Se están perdiendo los valores". "La gente está muy agresiva, no sé qué pasa". "Lo peor, los niños tirando arena, vaya futuro". "Son todos de Cádiz, yo los conozco".
"Son todos de fuera, si no les conocería". "Son los de siempre, están allí todos los días". "Esa gente no me suena y yo voy todos los días". "En La Caleta, hace cuatro días, se lió una igual".
"Pues cuando los policías locales no fueron a la playa tres o cuatro veranos, con Kichi, no pasaba nada. A ver si el problema van a ser ellos". "Si hemos criado niños que tratan así a la policía, qué nos harán a los demás, vamos muy mal, tenemos un problemón".
Es un compendio aleatorio y de memoria (random por mantener la semántica juvenil contemporánea) de lo escuchado en la mañana del martes, al día siguiente, en el mercado de abastos Virgen del Rosario, apenas a 500 metros de la playa en la que se vivió la escena: Santa María del Mar arena.
Son las reacciones de la afición orillera gaditana a la jugada más revisada desde el penalti de Julián Álvarez.
Su relato resumido puede ser: dos personas, madre e hija (45 y 16 años) son detenidas tras una pelea multitudinaria, propia de la Copa Libertadores, tras un partido de fútbol playero.
La jugada mil veces repetida
Todo sucede alrededor de las 18 horas de este lunes. Inicialmente, nada que no haya pasado un millón de veces en las playas de Cádiz desde Hércules.
Varias llamadas de bañistas transmiten quejas a la Policía por un partido demasiado grande o acelerado, agresivo, invasivo.
Acuden al imaginario rectángulo sin áreas ni porterías cuatro funcionarios municipales (tres mujeres y un hombre) que ya vienen escarmentados, hartos de coles y de goles, por retirar "hasta cuatro balones" minutos antes.
Los de uniforme vienen cansados, también, de decirles a grupos de chavales si pueden bajar el volumen a Cruz Cafuné en el bluetooth, que retumban los bloques del Campo del Sur y algunas ventanas del Pirulí presentan severas grietas.
Fieles a su misión arbitral en la sociedad, los trabajadores públicos les llaman la atención a los jugadores.
Una enjuta, correosa y rocosa medio centro -de contención, al parecer, poca- se encara, dice la policía. Algún agente acude con la correa justa y se excede, en vez de rebajar la tensión, la eleva, dicen dos testigos presenciales.
A la menor, después detenida, se le pide inicialmente la documentación. Se niega y trata de marcharse, sale corriendo. Una agente le agarra cerca de la escalera de la salida. Caen al suelo, asidas por los pelos, y empieza un forcejeo que dura más de un cuarto de hora.
Curiosos, muchos, futbolistas descamisados, familiares y amigos se suman a la melé. Una decena de ellos lanza arena, insulta, grita, manotea o araña a los agentes.
El Ayuntamiento de Cádiz, en su nota oficial, resalta que madre e hija detenidas tienen su domicilio "en otra localidad de la Bahía"
Los policías, visiblemente agobiados, tratan de deshacer el nudo de brazos y piernas que se ha formado en la escalera central de la playa. Al mismo tiempo, deben contener una turba en la que hay pocos Turbo.
La madre de la menor que forcejea con la policía local en posición de cúbito (L. G. A. de 45 años) se suma con vehemencia para defender a su cría de lo que considera una agresión desproporcionada. Acabaría como la segunda detenida.
Una masa con más de 300 personas -hinchas enfervorizados del equipo no policial, en su mayoría- se ha formado ya alrededor del espectáculo.
Aparece al rato -demasiado largo y triste- una patrulla de la Policía Nacional y consigue separar a los contendientes. Se lleva a madre e hija.
Acaba el bochorno, empieza la tertulia
Media hora después del inicio de la contienda, cada cual a su toalla y comentario para varias jornadas. Nadie quiere perderse El chiringuito esta noche. El más cercano se llama Tirabuzón y se come estupendamente.
El debate aparecido en Cádiz desde esa tarde de lunes 7 de julio podría titularse en un curso de verano universitario Deterioro de la convivencia en las orillas de la ciudad ¿evidencia empírica o exageración clasista?
La Policía Local de Cádiz, en su nota pública y oficial, detalla que "la menor de 16 años está domiciliada en otra localidad de la Bahía".
También lo destaca de su madre. Es un dato que parece menor pero conviene conservar para el análisis posterior en las tertulias especializadas.
Acusa a la más joven "intentar huir del lugar, siendo interceptada a escasos metros". Añade que "en ese momento, la menor empezó a agredir a los agentes con puñetazos, patadas y dos bofetadas a una agente, a la que también tiró del pelo arrojándola al suelo".
El Ayuntamiento dice que los cuatro policías sufrieron "traumatismos en el rostro, arañazos en brazos y erosiones en las piernas, teniendo que recibir atención médica". Con daños materiales: unas gafas de sol y un móvil rotos.
Central: manden refuerzos, tenemos un problema
Juan José Ortiz, concejal responsable de la Policía Local, afirma El día después que "son muchas las quejas recibidas de familias que no pueden disfrutar tranquilas de la playa por constantes balonazos a pesar de que están prohibidos los juegos de pelota".
El edil, a la vista del incidente, anuncia que "reforzará la presencia policial en las playas de la ciudad" y recuerda que el verano de 2024 se impusieron 77 multas por este motivo, "con la retirada de 274 balones, luego donados a colegios y a asociaciones".
La reacción del munícipe resalta la existencia de un problema de convivencia que precisa de refuerzos, lo da por hecho. Qué tipo de problema. Quién lo causa.
El único policía local varón implicado en los hechos es Pedro Vázquez, al tiempo secretario general del sindicato UPL en Cádiz. El martes, 16 horas después de la conflictiva jugada, interviene en el programa Hoy por hoy de la Cadena SER en Cádiz.
El funcionario aporta un elemento nuevo, el origen de los que causan estos disturbios. Afirma Vázquez que los -generalmente- jóvenes que provocan estas molestias con balones demasiado rápidos y altavoces demasiado fuertes son "los mismos de siempre".
¿Son de Cádiz-Cádiz?
Afirma que los empleados policiales los conocen de episodios anteriores y que "vienen de fuera de Cádiz, de otras localidades de la provincia, San Fernando, Chiclana o Jerez".
Llega a decir que provocan escenas de "pánico" y que los policías locales de Cádiz "en algunos momentos están desbordados" cuando la temporada alta -julio y agosto- no ha hecho más que comenzar.
Como añadido, el representante sindical del cuerpo municipal añade que en dos tercios de las intervenciones ante estos grupos playeros, "en el 70% de los casos", los jóvenes advertidos o multados "tienen estupefacientes encima".
El debate queda centrado ahora en saber si los que molestan en la playa son más que antes o forman el mismo número de siempre. Si la actual generación de jóvenes es más violenta, grosera y rebelde que las anteriores o está en los mismos niveles desde Troya.
Como última clave, antes del refuerzo policial, queda averiguar si los que protagonizan los altercados con el balón envenenado y el altavoz alterado son jóvenes gaditanos o inmigrantes efímeros, por unas horas, llegados de otros mundos como La Isla o Jerez.
Mientras se resuelve la cuestión -a falta de soluciones profundas, reales y de largo alcance como la educación familiar- habrá refuerzos policiales. Poner puertas en la playa para pedir DNI o hacer controles de acceso por carretera parece un remedio aún lejano.
Quizás pueda estudiarse más adelante, elecciones mediante, al mismo tiempo que Vox aplica la deportación de ocho millones de extranjeros, o descendientes, que anunciaba el mismo día de autos, el 7 de julio, San Fermín.
