Oporto, burdeos y jerez fueron rivales durante siglos.

Hubo un momento, a mediados del siglo XIX, en el que el jerez llegó a suponer casi un quinto del total de las exportaciones españolas, transformando profundamente el entramado socioeconómico de Jerez y todas las poblaciones del Marco. Sin embargo, su éxito viene precedido por un desarrollo progresivo desde época medieval. Este fenómeno es comparable con el de otros vinos internacionales como el vino de Burdeos o el vino de Oporto, si bien otros caldos —como los vinos generosos de Madeira—, también competirán con el jerez en el mercado americano. En esta línea, el botánico y geógrafo francés Alain Huetz de Lemps sitúa al jerez, al burdeos y al oporto como “vinos que juegan (históricamente) un papel esencial en el comercio vinícola internacional, presentando cada uno de estos vinos unas características originales”. Pero, ¿cómo fue en rasgos generales la evolución de este complejo fenómeno?

Tanto el Alto Duero como el entorno del estuario de la Gironda y el área del Marco de Jerez son zonas de tradición vinícola desde la llegada de la vid a estos territorios en la Antigüedad. Es con el auge del comercio en la Europa bajomedieval cuando estos caldos se convierten en los más cotizados, llegando en la Modernidad a configurarse en las formas y especialidades que conocemos a día de hoy.

Si bien en época medieval ya se hace mención a los spanish wines, fue el vino de Burdeos el que dominó el mercado europeo. Los caldos procedentes de Aquitania —que durante varios siglos estuvo bajo influencia directa del Reino de Inglaterra—, alcanzaron una cuota media de exportación de unos 83.000 tonneaux de 900 litros a comienzos del siglo XIV, estableciéndose incluso el tonel de vino como medida para el comercio marítimo en Europa Occidental. Los principales importadores de burdeos —Inglaterra y Flandes— serán los mismos mercados que tomarán parte más tarde en el éxito del oporto y del jerez. A este respecto, las guerras que oponen a los Países Bajos e Inglaterra con Francia fueron el principal motivo por el cual las exportaciones de burdeos decayeron drásticamente a lo largo del siglo XVII.

A partir de este momento y durante el siglo siguiente, el ya importante mercado de oporto y de jerez, potenciado este último especialmente tras la empresa colonizadora americana se incrementó  considerablemente. Con el incremento de las exportaciones también creció el número de bodegueros y comerciantes extranjeros interesados en el comercio vinatero. Es precisamente en estos siglos cuando el oporto y el jerez —con grandes diferencias en su proceso de crianza y elaboración— se establecen como vinos fortificados y generosos, tal y como los identificamos en la actualidad, mientras que el burdeos, en sus distintas variedades, como vino de mesa.

El cénit comercial del oporto y del jerez llega en los siglos XVIII y, especialmente, en el siglo XIX, con el auge del capitalismo comercial y la industrialización. A comienzos de este siglo las exportaciones de oporto llegan a 200.000hl/año y las de jerez a 60.000hl/año. El jerez no sobrepasará las exportaciones de oporto hasta una vez pasados mediados del siglo XIX —década de los 60—, cuando se incrementa exponencialmente el comercio de vino y el jerez llega a sobrepasar los 200.000hl/año. El récord lo marcará la década de los 70, la edad de oro del jerez, momento en el que alcanza una cifra de exportación mayor de 300.000hl/año, desbancando al oporto durante varios años.

Lo que el jerez fue para España también lo fue el oporto para Portugal. Si como hemos dicho el jerez llegó a constituir en este periodo el 19% de las exportaciones de España, el oporto supuso en 1875 el 37% de las exportaciones de Portugal, es decir, más de una tercera parte. En cuanto al mercado de destino, más de la mitad de las exportaciones de jerez serán a Inglaterra, seguido muy de lejos y en cifras brutas de Francia, Estados Unidos y Rusia. En cambio, el oporto, que también comparte como primer mercado Inglaterra, tendrá como segundo país exportador a Brasil. Ambos caldos serán, sin embargo, superados con creces en volumen por el vino de Burdeos, que poco antes de la crisis de la filoxera y de la plaga del mildiu llega a superar el millón de hectolitros al año.

A comienzos del siglo XX la coyuntura cambia. La crisis de la filoxera es especialmente grave en Jerez. En Burdeos, por otra parte, la superproducción provoca una bajada considerable de los precios que se une a la falta de viticultores a causa de la I Guerra Mundial. El jerez no superará los 200.000 hectolitros por año, mientras que el burdeos pasará de tener casi 800.000 hectolitros al año a picos de menos de 300.000 hectolitros anuales. El oporto se establecerá como primer vino internacional en este periodo, con una exportación que en algunos años excede los 500.000 hectolitros al año. La difícil tarea del auténtico sherry de lidiar con los otros sherries –vinos de imitación, de origen tan dispar como Sudáfrica o California-, marca otro de los pulsos del Marco, como denota la configuración de la Denominación de Origen en 1933.

La Segunda Guerra Mundial, sin embargo, supondrá un antes y un después para el comercio internacional del vino. Los cambios en el ámbito de las relaciones internacionales y la prosperidad económica marcarán la agenda de estos tres reconocidos caldos. El vino de Jerez conocerá la mejor cifra de exportación de su historia en la década de los 70 —más de un millón de hectolitros de media—, concretamente 1.519.852 hectolitros en 1979. Al mercado británico le seguirá el holandés y el alemán. Por su parte, el oporto volverá su mercado hacia Francia y los Países Bajos, siendo desbancado en cifras brutas por el jerez. De esta manera, el oporto no llegará a superar el medio millón de hl, mientras que el burdeos si bien se ve superado en la década de los 60 y 70 por el jerez, crecerá exponencialmente hasta las altas cuotas que goza a finales de siglo, más de un millón y medio de hl.

El descenso del consumo de vino en general, y de fortificados y generosos en concreto, provocó un declive económico a finales de siglo en el Marco de Jerez y en el Alto Duero. La crisis del oporto y del jerez tendrá consecuencias parecidas en la década de los 80 y los 90: se buscará soluciones en planes de reconversión con un programa de reducción de la superficie del viñedo. Burdeos, sin embargo, intentará mantener el equilibrio en una época en la que los vinos de mesa —tintos, especialmente—— ganan peso. En los albores del siglo XXI y con el auge de la globalización, la coyuntura cambia drásticamente. El mundo del vino tiende en la actualidad hacia una mayor exigencia cualitativa en contraposición a la cuantitativa. Inmersos en esa tarea también se encuentran nuestros vinos.

Bibliografía

Alain Huetz de Lemps (1996). La situación de los vinos de Jerez, Oporto y Burdeos en los mercados europeos en la segunda mitad del siglo XIX. En El jerez-xérès-sherry en los tres últimos siglos (103-127). El Puerto de Santa María: Ayuntamiento de El Puerto de Santa María y Unidad de Estudios Históricos del Vino de la Universidad de Cádiz.

Maldonado Rosso, J. (1999). La formación del capitalismo en el Marco de Jerez. Madrid: Huerga y Fierro Editores.

González Gordon, M. M. (1935). Jerez-Xérès-Sherry.

Montañes, E. (2000). La empresa exportadora del jerez: historia económica de González-Byass, 1835-1885. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz.

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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