3_grabado_de_una_visita_a_una_bodega_jerezana
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Causas del deterioro comercial de estos caldos tras el esplendor del XIX

Aunque nuestros caldos ya se exportaban a todos los rincones del mundo -y especialmente a Gran Bretaña- desde varios siglos antes, vieron el punto álgido de su éxito a lo largo del siglo XIX. Como es bien conocido, el jerez no sólo se constituyó como vino con mayor proyección del país sino que a mediados de siglo llegó a suponer el 19% de todas las exportaciones españolas. Esta circunstancia influyó notablemente en la ciudad y las relaciones socioeconómicas en las que se veía inmersa; Jerez, de esta forma, se caracterizó por ser en el siglo XIX –aún más si cabe- la cuna de numerosas innovaciones tecnológicas y, por supuesto, logísticas. Muchas bodegas se lanzaron –por necesidad y como estrategia expansiva- a llevarlas a cabo con el consistorio de la ciudad  y las autoridades competentes. Sólo así se explica la llegada del ferrocarril, de las aguas, el alumbrado eléctrico o la fundación de la Caja de Ahorros de Jerez –modelo para el resto de España- entre otros.

Jerez vivía por y para su vino. La llegada de numerosas familias foráneas –especialmente de origen británico- con intención de establecerse en la ciudad y emprender la empresa vinatera propició, además, el nacimiento de una burguesía comercial que se fusionó en las relaciones sociales y de poder con la ya influyente aristocracia local. Este proceso, progresivo en el tiempo, se puede percibir desde varios siglos antes de la ‘edad de oro del jerez’ aunque, sin duda alguna, su cénit tuvo lugar en época decimonónica. En el ámbito social, esta serie de circunstancias económicas supuso un cambio drástico en las formas y relaciones entre las diferentes capas de la sociedad jerezana. Es la época en la que nace el concepto de ‘señorito’, tópico del jerezano bien acomodado que presume de su posición social y económica al que todos quieren imitar. Las maneras y modos de proceder de una élite, claramente diferenciada del resto de las capas sociales, que se mira en el espejo de la sociedad británica, trascendería el terreno de la propia ciudad de Jerez y su entorno, llegándose incluso a conocer en el Londres decimonónico la figura de los “ingleses andaluces”.

De vuelta a la realidad económica y la empresa exportadora, sabemos que la etapa de mayor crecimiento del vino de Jerez es la de la década de los años 20 del siglo XIX. Los estudios llevados a cabo se han basado especialmente en las conocidas como ‘listas de exportación’ y las estadísticas de comercio exterior, si bien en numerosas ocasiones se emplean los datos recogidos por bodegueros como el propio González Gordon, que facilitan con publicaciones de esta época el contraste de la información. En esta línea y como ya hemos comentado, es en el periodo comprendido entre 1822 y 1834 cuando el jerez experimenta su mayor crecimiento hacia el mundo.

Un periodo que coincide con la llegada de singulares familas británicas y el inmediato nacimiento de importantes bodegas, como es el caso de González-Byass, fundada en un primer momento por Manuel María González Ángel y su socio inglés Robert Blake Byass a partir de 1835 y 1836. En este periodo, tal y como aseguran los datos extraidos de las listas de exportación y las investigaciones llevadas a cabo por Caro Cancela o Maldonado, la tasa de crecimiento anual del jerez es del 11,4%. Entre 1835 y 1864, sin embargo, esta se reduciría a aproximadamente el 4 %., solventada la década posterior con un 5% y relegada a apenas un 1% en las décadas de finales de siglo. ¿Qué circunstancias provocaron este posterior deterioro comercial de nuestros caldos?

El jerez en su época dorada se vio notablemente influenciado por los vaivenes de la política fiscal y arancelaria con el Reino Unido a lo largo del siglo, si bien tampoco podemos decir que condicionara su situación. Aún con ello, tenemos conocimiento de que la imposición de la ‘escala alcohólica’ en 1861 hizo sufrir a los vinos de nuestra tierra, que por su carácter de vino generoso o fortificado y su elevado contenido alcohólico (entre 13 o 21% vol. según la propia clasificación de la época) competían en desigualdad con otro tipo de caldos, fundamentalmente vinos franceses.

Afortunadamente, la nueva clasificación vino acompañada –un año antes- por una considerable bajada impositiva sobre la importación de vinos en Gran Bretaña que vino a suponer aproximadamente un 48% del total de los impuestos. Dos circunstancias paralelas que, en un primer momento, hizo que la década de los 60 del siglo XIX sea la segunda con mayor expasión del jerez, pero que también provocó su posterior estancamiento comercial con el protagonismo, además, de las convulsas y cambiantes relaciones económicas internacionales de la época. A este respecto, el jerez pasó de ostentar a principios de siglo el 19% de las exportaciones españolas a aproximadamente el 9% en la década de los 80. Un descenso que sumado a la plaga de la filoxera que se produce precisamente a finales de siglo produjo un descenso considerable del peso de Jerez en España y en el mundo; un jerez que si bien se recuperó varias décadas después, lo hizo en unas circunstancias -y con peso económico- muy distintas, no contrastable al que tuvo durante gran parte del siglo XIX.

Bibliografía

Montañes, E. (2000). La empresa exportadora del jerez: historia económica de González-Byass, 1835-1885. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz.

Borrego Plá, M. (2003). El jerez, hacedor de cultura. Jerez: Caja San Fernando, Consejo Regulador D.O. “Jerez, Xérès, Sherry”, “Manzanilla de Sanlúcar” y “Vinagre de Jerez”. 

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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