La no siempre buena relación de Kingsley y Martin Amis con el vino de Jerez

Los dos escritores, padre e hijo, hablan del 'sherry' en sus libros en distintos términos: hay chovinismo británico, sus personajes toman sucedáneos y, finalmente, también se reconoce a las grandes marcas

Varios libros de Kingsley y Martin Amis.
Varios libros de Kingsley y Martin Amis. MANU GARCÍA

Teniendo en cuenta que lavozdelsur.es es un medio radicado en Jerez, cabe preguntarse si el artículo que va a continuación es un artículo de naturaleza cultural que aborda el tema del vino o, por el contrario, es un artículo vinatero hecho a partir de materiales culturales... Una duda que ni la de Hamlet, así que vamos a decantarnos (último juego de palabras facilón, prometido), por la primera opción: el lector debe saber que tiene ante sí un artículo cultural, pero que va ir de vino. No solo de vino, sino de vino de Jerez. Lo hemos hecho más que nada por empujar la nueva sección de libros, todavía con categoría de 'nascitura'...

Tras este preámbulo vamos a hablar de los Amis y de su relación con el vino de Jerez. Martin Amis, se recordará, falleció recientemente, el 20 de mayo, mientras que su padre, Kingsley lo hizo en 1995. Curiosamente ambos fallecieron con 73 años de edad... pero si el padre estudió en Cambridge, y luego fue profesor en Oxford, el hijo estudió ya directamente en Oxford, donde nació, por cierto... no hay que especular mucho para pensar que en un período en que su padre estaba dando clase en dicha universidad. En definitiva, ambos, sobre todo Martin, que no vivió guerras ni nada parecido, son clase media acomodada y culta de manual.

Reducir a ambos a la condición de escritores satíricos sería tremendamente injusto, por mucho que las mayoría de sus libros sean divertidos, incluso muy divertidos. Cada uno es hijo de su época y ambos, a su manera, fueron muy populares, tanto de crítica como de público. Eso sí, en España Kingsley es el padre de Martín, mientras que en Reino Unido ahora mismo más bien Martin vuelve a ser el hijo de Kingsley...

Kingsley es uno de los últimos de esa línea de humor británico en la que destacan Evelyn Waugh, P.G. Wodehouse o Saki, ese humor negro, irónico, con un punto excéntrico, en el que los formalismos sociales siempre están inevitablemente presentes. Y de Martin, ya contamos en el artículo de su muerte que alcanzó un estatus en los años 80 similiar al de una estrella de rock. El aparente estallido normativo tras el pop-rock, el ascenso social y el éxito siempre desde la ironía, los pubs de todo tipo, el sexo... No se podía ser más cool. Él, Julian Barnes e Ian McEwan, el núcleo duro de la 'genereación Granta' (por una revista cultural de la época), eran los novísimos de hace cuarenta años. Los que en España dieron todo el nombre a Anagrama. Residencia en Hampstead, copitas en el Soho londinense, encargos de las más prestigiosas revistas, cada dos por tres en NYC... la vida del escritor de éxito, vaya.

Pero ya lo hemos advertido: veníamos a hablar de vino, de vino de Jerez para ser más exactos. Y afinando aún más, de las relaciones de ambos escritores con los vinos de Jerez o sherry, a su modo... y lo primero que hay que decir es que las relaciones de ambos con el oloroso, el amontillado, etc, no fueron siempre amables ni sencillas. Estamos hablando de los gustos de sus personajes, por supuesto, no de los suyos (aunque en el caso de Kingsley puede que sí). Claro que los personajes de Kingsley, esos profesores universitarios que en 'La suerte de Jim' retrata como nadie (con el permiso de David Lodge, generacionalmente a mitad de camino de padre e hijo), esos profes, decíamos, que todos beben casi a diario sus copitas de vino de Jerez o de Oporto, que va en gustos, o en lo que apetezca ese día, que también puede que toque brandy o un gin-tonic.

Lo que pasa es que en 'Sobre Beber', el libro, no el hábito, que desde aquí recomendamos encarecidamente porque es muy divertido, Kingsley no tiene buenas palabras para el negocio del jerez. O sí. A su manera. Y cuando decimos negocio, queremos decir negocio. 'Sobre beber', editado por Malpaso en 2014, es un volumen que en realidad contiene tres libros diferentes con un único, pero importantísimo, motivo: el alcohol. Vinos, zonas vinícolas, evaluación de las resacas, cócteles... todo está aquí unas veces como ensayo y otras como recopilación de artículos. Sabiduría, ironía y humor inglés a partes iguales, por jugar con la idea de los cócteles. ¿Pero qué dice Kingsley para que estemos al borde de ofendernos? Pues que el vino de Jerez está donde está en el mundo, ha alcanzado las cotas de calidad y prestigio de los que goza –este libro recoge ideas y textos de los años 60, 70 y 80, vaya, que su contenido es muy anterior a su publicación en España– gracias a que el negocio siempre ha estado en manos británicas.

Había que decirlo y ya lo ha dicho este cronista. ¿Opinable? En realidad, sí, porque si bien es cierto que la familia González aún mantenía sociedad con los Byass ingleses o que los Domecq (origen francés, no británico) hacían impresionantes negocios con Allied, las bodegas las dirigían jerezanos; Williams era ya española antes de Ruiz-Mateos y los Osborne hacía generaciones que eran españoles, que habían pasado de Thomas a Tomás. Sobre Harvey's... pues depende del momento: desde el contrato con Ruiz-Mateos a su integración en Fundador han pasado muchas cosas, Allied por medio, efectivamente, entre otras. Croft sí era y fue inglesa ya que González Byass la compró mucho más tarde. Total, que esos apellidos británicos están ahí por algo, que es historia, pero ya no lo eran tanto. Decir inglés –de cierta clase social– y chovinista puede ser reiterativo y pensamos que Kingsley, aunque militó en el Partido Comunista británico y todo –y bien que le ajustó las clavijas su propio hijo muchos años después en 'Koba el Temible' por no denunciar los crímenes estalinistas–, nunca se quitó de encima al Imperio Británico, y seguramente ni ganas.

Caso totalmente distinto con el jerez es el de Martin. Amis hijo nos presentó en la novela 'Dinero' a Johnny Self, un creativo de publicidad procedente de la clase obrera ronzando el lumpen al que enredan para rodar una película en NYC. Él y Selina Street, su novia (a veces) son una especie de Sid (Vicious) y Nancy, de los tiempos en que no hacía mucho que Sid y Nancy nos habían dejado. Bien... El caso es que gracias a Self aprendimos muchas cosas, desde aforismos como "solo hay una manera de aprender a pelear, peleando", a la existencia de otros sucedáneos del jerez más allá del british sherry, caso del 'cyprus sherry', el sherry de Chipre. Como es sabido, el sector bodeguero de Jerez mantuvo un largo pleito contra el 'british sherry' y lo hizo en el Reino Unido, para preservar la exclusividad del uso del término 'sherry'. Mientras el eje de argumentación de los británicos era que 'sherry' era un término genérico para referirse a determinados tipos de vinos, desde Jerez se argumentó que el término proviene de la antigua terminología árabe de la ciudad: Sherish. Gran victoria de Jerez y en campo ajeno, ya que haber ido a la justicia española frente a un tema inglés huelga decir que no hubiera servido para nada.

En cualquier caso, efectivamente, íbamos diciendo que Martin Amis, a través de Johnny Self, nos descubrió que en el Imperio Británico había ido derivando la acepción 'sherry' hacia otros dominios, caso de Chipre, disponible por entonces, mediados de los 80, en las licorerías de Londres. De hecho, un maestro de la ironía, como Martin, no tiene ni que decirnos qué le parece el 'cyprus sherry' o jerez de Chipre, ya que, de entrada, se refiere al envase del vino como "barreño", es decir, que encima habría que ver tamaño y modelo... Hoy, con España y Chipre dentro de la Unión Europea, cabe suponer que dicho sucedáneo ya no existe. Otros sherrys del mundo anglosajón son el 'californian sherry' y el de Sudáfrica, éste también en vías de extinción. El de California, no tanto, y de hecho tiene su pequeña historia. Cuando en alguna peli americana, sobre todo en las de época, le ofrecen a alguien un jerez (ya traducido), siempre se generan dudas de qué le están ofreciendo realmente, si el nuestro o un vino más o menos dulce y fortificado, 'a la manera de'. A menor escala pasa un poco como con Champagne: esa zona de Francia nunca habría podido servir todo ese vino espumoso que se ha despachado en el cine y la literatura...

Por lo demás, aunque la estrella de Martin Amis declinó notablemente con la llegada del siglo XXI, sus libros siempre están bien escritos porque hay gente a la que, sencillamente, le resulta imposible escribir mal. El libro de esta época en el que tal vez esté más presente el vino de Jerez es 'La viuda embarazada', una expresión con la que se nombra algo que ha muerto (hablamos de sistemas, conceptos, mundos), de ahí la viuedad, y que hay algo por nacer pero que todavía no lo ha hecho, el embarazo. Bien, en esta novela, que no está entre lo mejor de Martín, los jóvenes que pasan por sus páginas beben a menudo Tío Pepe. La vida de los personajes de Martin: el camino que va de los barreños de jerez de Chipre a una de las principales marcas de vino de Jerez.

Sobre el autor:

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Carlos Piedras

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

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