Lola Herrera y Juanjo Artero protagonizan este viernes en el Teatro Villamarta 'La velocidad del otoño', una obra mordaz, divertida y conmovedora que pone en valor la tercera edad.

Lola Herrera y Juanjo Artero protagonizan La velocidad del otoño este viernes 17 de noviembre en el Teatro Villamarta, una obra mordaz, divertida y conmovedora sobre el ocaso de la vida que cuenta con la dirección de Magüi Mira. El espectáculo narra "la particular vida" de una anciana artista, Alejandra, que vive enfrentada con sus hijos porque la quieren enviar a una residencia y quedarse con sus propiedades. Por ello, se atrinchera en su piso amenazando con cócteles molotov. La protagonista recibe la visita de su hijo, Cris, del que no ha sabido nada en 20 años y que pretende disuadirla, a la vez que hace de mediador entre sus hermanos y su madre. A partir de este encuentro  comienzan a salir a flote problemas y dramas familiares.

La velocidad del otoño pone en valor la tercera edad, pero también contextualiza los problemas propios de una época de la vida que no todos han de vivir. Para Lola Herrera, este título escrito por Eric Coble es un reflejo de la vida misma, pues “se cuestiona la falta de respeto a la vida de los mayores, a cómo desean vivir su vejez”. La actriz vallisoletana cree que, “cuando somos hijos, vamos manipulando a nuestros padres para que hagan lo que nosotros queremos que hagan, y que nos parecen que es lo mejor, pero escuchamos bastante poco lo que ellos quieren hacer y se respeta bastante poco”.

Sobre su papel de Alejandra, afirma que es “una mujer que ha sido muy libre toda su vida, una artista que ha recorrido el mundo”. Y ese espíritu inconformista es el que la conduce a no aceptar la decisión de sus hijos de mandarla a una residencia. La función empieza con la mujer rodeada de botellas y cócteles molotov con los que ha decidido volar la casa. El hijo que llega —papel que hace Juanjo Artero— y que no ve hace tiempo “es el que ella ha creado más a su manera”, explica la actriz. “Lo ha educado en la sensibilidad del arte”, añade.

A su juicio, La velocidad del otoño es un drama “pero está tratado de una manea muy bonita”. “Hay humor, ternura y complicidad”, matiza. A ello se suma la magistral dirección escénica de Magüi Mira. “Se nota mucho su mano. Hay una sensibilidad hacia todo lo que ocurre y una manera de introducir al público en la obra que es maravillosa”. De hecho, señala que ha comentado en reiteradas ocasiones con Juanjo Artero que “debe ser emocionante” ver el espectáculo desde fuera. Pese a la cada vez mayor incidencia del mundo digital en la sociedad, Lola Herrera cree que “el directo no va a acabar nunca”. “Me parece que el hecho de elegir un espectáculo, buscar las entradas, saber el día que vas a ir, arreglarte para salir y esperar que se levante el telón conlleva una preparación para luego, en el silencio de la sala, unirte a la historia que sobre el escenario te cuentan”. Y en esa relación entre público e intérpretes, “se intercambian energías y sensaciones”.

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Claudia González Romero

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