Bernard Sumner aborda la trayectoria de uno de los fenómenos musicales más importantes de la historia contemporánea.
Quizá por la fecha simbólica del 25º aniversario de la muerte de Ian Curtis, acaecida el 18 de mayo de 1980, algunas editoriales se han aprestado a recordar su figura y la del mítico grupo que fundó, Joy Division, pieza clave para entender la evolución de la música electrónica. A Joy Division: el fuego helado. Unknown pleasures y Closer (Quarentena, 2014), En cuerpo y alma: cancionero de Joy Division (Malpaso, 2015), habría que sumar ahora New Order, Joy Division y yo (Sexto Piso, 2015), escrito por su compañero de cruzada y vocalista de New Order, Bernard Sumner. Esta interesante trilogía, que afronta el legado del grupo desde diferentes perspectivas –canciones, álbumes más recordados e historia musical-, se unen a la biografía de la excompañera sentimental de Curtis, Deborah Curtis –Touching from a distance: la vida de Ian Curtis y Joy Division (Metropolitan, 2008)- y a la evocadora y sentida aproximación de Antonio Lucas en su reciente colección Vidas de santos (Círculo de Tiza, 2015).
Sin proponerse alcanzar ninguna meta literaria, Bernard Sumner, con la perspectiva temporal que permite apreciar mejor las cosas, se ha decidido a abordar la trayectoria de uno de los fenómenos musicales más importantes de la historia contemporánea vivida en primera persona a través de los dos grupos citados, sin olvidar su participación personal en varias aventuras alternativas como Bad Lieutenant y Electronic, ni su experiencia empresarial al frente de la mítica discoteca The Hacienda, causa de frecuentes discusiones entre los miembros de la banda.
Con un estilo llano y, haciendo gala de una sinceridad abrumadora, Sumner nos habla de su humilde y peligrosa infancia en Salford, de los difíciles inicios musicales del grupo –en principio llamado Warsaw- con conciertos que reunían a una decena de personas, de la grabación de álbumes imprescindibles como Technique –al sol de una Ibiza en plena eclosión del acid house-, de sus encuentros y desencuentros con los diferentes miembros de la banda, reservando unas pocas pero intensas páginas al malogrado Curtis, y de la desordenada –en todos los sentidos- vida de un músico en las últimas décadas del siglo XX. En este interesante itinerario no faltan las anécdotas, a cual más divertida, ni tampoco la transcripción de un curioso ejercicio de hipnosis grabado a Ian Curtis poco antes de que tomara su trágica decisión. En definitiva, una lectura altamente recomentable para seguidores de Joy Division y New Order cuyo aderezo perfecto sería una buena selección de sus canciones o el visionado de sus excelentes vídeos y actuaciones en Youtube.
Comentarios