Todavía hay quien se acuerda en Euskadi de una antigua banda verbenera llamada Akelarre. Pero de esa, la otra, hablaremos otro día.
William S. Fischer nació en el delta del Mississippi en 1935. Pianista, trabajó para Herbie Mann y Wilson Pickett, y su avant-fusion Circles (1970) anda hoy muy valorado.
No está del todo claro que le llevó a patearse las vascongadas a principios de los setenta, aunque sea fácil de comprender su enamoramiento, hasta el punto de marcarse un homenaje como sólo él sabía: formando una banda local y rindiendo tributo a sus melodías tradicionales ataviándolas de funk, wah wah, moog. Otros contradicen que fue la disquera Herri Gogoa la que viajó a Nueva York para contratar los servicios del afroamericano.
En cualquier caso, ahí están todos: "Gurea Da" (Es nuestro), "Euskaldunak Gara" (Somos vascos), "Pello Joxepe"... El álbum que pudo haber puesto a media Euskal Herria a mover el esqueleto acabó, obviamente, en el cajón de las rarezas, aunque disfrutó de una reedición, con portada más consecuente, en 1973, y de otra de unos 500 ejemplares en 2005.
Tampoco parecía un proyecto con vistas de continuidad, aunque las sleeve notes del original, cuyo autor permanece anónimo, dan para inspirar una carrera entera...
“Satanólogos, brujólogos, especialistas en diversas formas de palingenesia, talmudistas de fama, y otros estudiosos en Sorgiñología, están de acuerdo en afirmar la identidad entre ambiente y música en los viejos akelarres. Quemadas algunas de nuestras brujas por la Inquisición romana, las demás se refugiaron en sus habitáculos subterráneos.
Un fantástico mundo se formó entonces. Sorgiñas y brujos vascos perseguidos por los hisopazos de Pierre de Lancre, aliado con un viajo gnomo judío -que se decía primo de Spinoza-, contactaron con los espíritus subterrestres de algunos negros, cimarrones escapados de las brutales razzias que nuestros antepasados europeos, en nombre de la civilización, realizaban por África.
De tiempo en tiempo, gracias a mágicas fórmulas y ungüentos, surgían a la superficie…
Una feliz conjunción de esfuerzos subterrestres provocó la caída de la Bastilla… Y del viejo Aviraneta, se dijo que estaba mezclado en prácticas sospechosas.
Al mismo Chaho le vieron, varias veces, de noche, con un kapusai negro, un saco, una escuadra y un mapamundi, en un desfiladero próximo a Itxasu, donde existía una falla tectónica sumamente propicia, tratando de tomar contacto con los cripto-sorgiñes… Tres figuras fosforescentes en forma de búho le precedían… y un docto autor integrista afirma seriamente que de esa extraña coyunda salió el pacto satánico que provocó la creación de una secta carbonaria especialmente malvada a la que pertenecieron Garibaldi, Rawachol, el Brujo de Bargota y un ruso misterioso con barba y sombrero hongo.
¡Por algo la reacción hablaba de contubernios y de fuerzas ocultas!
Hoy no nos cabe duda de que la música psicodélica es sumamente propicia a los viejos trasgos y que…
Bueno, oigan Vds. el disco. Y por favor, no carguen en nuestra cuenta los posibles defectos. A última hora, la pobre Maria Zozaya, bruja vascónica quemada en el siglo XVIII, pero rediviva el año 1968 gracias a las últimas técnicas palingenésicas de Mr. Lovecraft enimschol-kai-takos… -y no decimos más por si a alguien se le ocurre resucitar al general Espartero-, escapó, abandonando el proyecto, ante las noticias, ciertamente escalofriantes, que llegaban a su subterránea morada sobre cierto crítico local, no sabemos si donostiarra o sansebastianense. Y es que, con palingenesia o sin ella, también las brujas llegan a la menopausia.
Rogamos nos dispensen".
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