Lola Segovia quedó huérfana de madre cuando era una niña. Ahora, siendo abuela, se enfrenta a sus miedos –sobre todo su miedo a la muerte– de manera colectiva junto a su hija, su nieta y otra madre con sus hijas en un escenario.
Esto ha sido posible gracias a Mamá, ¿cómo se quita el miedo?, una propuesta escénica que se representa el 21 y 22 de enero en el Teatro Central de Sevilla, en la que dos familias vinculadas al arte plástico, el cine, la escritura y la interpretación, construyen a través de relatos personales, escenografías audiovisuales y maquetas, una identidad política y social con los miedos heredados de generación en generación.
La idea surgió en la cabeza de Rocío Huertas, artista sevillana con un amplio bagaje artístico, durante el confinamiento. "Se me ocurrió que sería bonito hacer un espectáculo de objetos donde remezclásemos miedos de las dos familias utilizando maquetas y muñecos", explica a lavozdelsur.es. Además, conmovida por la obra de Ana Jonsson, no dudó en proponérselo para hacer tándem.
A través de una serie de sesiones y cuestionarios, afloraron los miedos que aterran a las mujeres, al menos, a las de estas familias. "La guerra, los monstruos, el acoso sexual, el miedo a la locura o la fobia social, fueron los más señalados", recuerda Rocío. Greta García Jonsson, otra de las artistas que interviene en el espectáculo, añadió el miedo a perder a una madre y el miedo a perder a una hija.
"Nos hemos centrado sobre todo en historias terroríficas que han surgido en las familias, que nos han contado nuestras abuelas y que ahora nosotras relatamos a nuestra manera", continúa Greta, dedicada a la parte interpretativa de la obra. La abuela de la obra, Lola Segovia, expresa que su mayor miedo desde que se casó y empezó a tener tantos niños –cinco en total– era morirse. "Pensar en morirme antes de que ellos fueran mayores me horrorizaba por el hecho de dejarlos solos, ya que yo me quedé huérfana siendo una niña".
La colectividad prima en este proyecto intergeneracional creativo y familiar, donde no existen jerarquías y la confianza es plena."Con las sinergias que se crean y la ayuda mutua todo sale mucho mejor y se aprende más", espeta Rocío. Greta, por su parte, está muy acostumbrada a trabajar con Ana, su madre, pero destaca lo divertido que ha sido la unión de las dos familias. "Un día llegas y todo es un caos, pero dentro de ese caos, hay un consenso y una horizontalidad muy agradable".
Daniela Huertas, hija de Rocío y nieta de Lola, se ha sentido muy bien durante el proceso de aprendizaje y está deseando estrenar el espectáculo ante el público del Central. Tendrá un papel fundamental en el final de la obra.
El proceso sanador de este proyecto se hace patente con el testimonio de la abuela Lola, quien reconoce que siempre que contaba la historia de su orfandad acababa llorando, pero desde que lo expuso en público con este grupo de mujeres, ha dejado de hacerlo. "A fuerza de compartirlo se me ha naturalizado, no sé si cuando esté delante del público lloraré, pero si lo hago, no pasa nada, es algo que he hecho toda la vida", comenta antes del ensayo.
Durante el proceso creativo ha habido espacio para el descubrimiento de otros miedos, pero también de cómo combatirlos. Greta revela que "una cosa que tenemos en común las dos familias es que para sanar el miedo de manera inmediata, acudimos a la risa. Ha sido algo que hemos tenido super presente para que no regocijarnos en él". Anna destaca el carácter de collage en escena y en los procesos. "Ha sido una manera nueva de trabajar. Lo que hacíamos en casa y luego lo poníamos en común". comenta.
Antes de comenzar con los ensayos, las seis mujeres –una todavía niña– que forman esta obra reflexionan acerca de qué ha supuesto para ellas trabajar en este proyecto.
Para Rocío ha sido "una manera de pasar la pandemia estando acompañada en mi propia isla". Además, "me ha empezado a gustar el humor, porque con las Jonsson y mi hija Daniela es muy fácil trabajar la comedia". Greta reconoce que "ha sido un gusto trabajar con objetos y cosas pequeñitas, además de contar historias de otra forma". Escribir ha sido "un gustazo" para ella y se queda, sobre todo, con la "oportunidad de haber conocido en profundidad a otra familia".
Ingrid agradece la libertad que ha tenido para jugar, proponer y jugar. "Esa horizontalidad nos ha dado mucha confianza para dar lo mejor de nosotras sin ningún tipo de pudor ni de traba. Ha sido muy enriquecedor como creadoras". Lola asegura haberse sentido como en casa, ya que los textos "me salen con naturalidad porque los he vivido y contado muchas veces". Su nieta Daniela lo ha pasado genial con el proyecto ideado por su madre.
El elenco se completa con Jordi Gil al sonido y Carmen Mori en la iluminación, que sacarán el jugo de las historias de Birgitta, Vilma Concordia, Rocío Segovia y su niñez, los fallecimientos por accidente de familiares cercanos y los miedos compartidos en un ejercicio de memoria, risa y acompañamiento.
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