Estamos nerviosos. Para más inri, nos ocurren desgracias como las del pequeño Gabriel que nos saca lo peor que tenemos dentro. Somos humanos y tenemos innatas emociones como el odio, la venganza y el rencor.

Qué difícil es ser cristiano, sobre todo, como decía Teófilo Cabestrero, en tiempos difíciles. Tiempos difíciles estos de hoy, y perdonen el lenguaje, de pensiones de mierda, prestaciones de mierda, salarios de mierda,  que hacen imposible una vida digna para una gran mayoría de personas. El ‘de mierda’ que se nos ha convertido en apellido de tantas cosas.

Estamos nerviosos. Para más inri, nos ocurren desgracias como las del pequeño Gabriel que nos saca lo peor que tenemos dentro. Somos humanos y tenemos innatas emociones como el odio, la venganza y el rencor.

Ahí es dónde es difícil ser cristiano. Lo es para mí. Me cuesta. Pero el evangelio me apacigua, me controla. Setenta veces siete. Setenta veces siete, me repito. El perdón, la reconciliación, el entendimiento, el acompañamiento de los presos, aunque sea el más terrible de los asesinos. ¡Qué difícil es, ¿eh? !Pero es que el evangelio de Jesús es así de radical. O lo tomas o lo dejas. A los tibios los vomitaré de mi boca. Toma tu cruz y sígueme. ¡Pero cuánto pesa esta cruz del perdón, que tiene que convertir el odio en amor!

Padre, perdónales porque no saben lo que hacen, dice Jesús antes de morir el Viernes Santo.

Sin embargo, los cristianos no estamos a la altura, especialmente lo que hacemos oír nuestra voz. Oigo a cristianos pedir condenas eternas, desear el mal sin fin e incluso la muerte a gente que ha cometido delitos de sangre. ¿Qué cristianos son estos? No lo sé ni les entiendo. Quizás sean el fruto de esa religión fabricada de hojalata que nos han convertido en adoradores de imágenes, en simples sacapasos.

Pero hay otros cristianos, que no gritan tanto, que poca gente conoce, que sí son fruto del evangelio y de esa religión liberadora y dignificadora humana que trabaja en las distintas pastorales penitenciarias. Quizás en estos tiempos difíciles de nervios, rabia y deseos de venganza, deberíamos escucharles más, porque ellos si ven el rostro de Jesús todos los días en el de las personas presas. Sí, cuando fue preso y le visitaron.

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Estefanía Escoriza

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