Triunfal regreso de La Esperanza a la Plazuela

Entre un importante gentío, la hermandad devolvió a su capilla a la Dolorosa de la Madrugá con un gran sabor cofrade, solvencia y derroche de devoción

ESPERANZA DE LA YEDRA VUEKTA A CASA

Daban las cinco de la tarde cuando la Catedral abrió sus puertas para que saliera La Esperanza de la Yedra en su soberbio paso de palio. Extraordinaria fue la tarde del mismo modo que todo lo que la hermandad proveyó para unas horas de muchedumbres. Con un derroche de saber cofrade y de devoción, la hermandad  puso en las calles a la Dolorosa de la Plazuela, que regresaba a su capilla después de haber permanecido en la seo jerezana desde el pasado día 8.

El público rodeó en todo momento al palio verde y oro, un gentío en el que adivinaba la presencia de cofrades vendidos desde muchos lugares de Andalucía. El itinerario esquivó las zonas del centro con más ambiente navideño. Solo las rozó cuando llegó a San Agustin pero en ningún momento se confundieron lo cofrade con la celebración propia de estos días. El paso por la vera de las viejas murallas y torres del Alcázar, por Alameda Vieja, regaló estampas de gran belleza, una mixtura entre la armonía de un palio con los restos almohades totalmente iluminados gracias a ese alumbrado singular instalado por el Ayuntamiento en este monumento y en otros muchos de la ciudad.

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Imagen cenital del palio en la que se ve el sobre techo del palio que reproduce una fotografía de La Esperanza.  MANU GARCÍA
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Monaguillos en el amplio cortejo de hermanos que acompañó a la Virgen.  MANU GARCÍA

Entre marchas semanasanteras, cortejo de hermanos con cera, varas de los oficiales de la cofradía, las intervenciones del coro de la hermandad, dirigiendo coplas navideñas a la Virgen, y el arreglo floral del paso, donde se intercalaron magistralmente flores de pascua, La Esperanza se metió por los adentros del barrio de San Miguel. Allí llegaron los momentos más íntimos que conceden las calles estrechas. Íntimos pero de grandes bullas, como en la plaza León XIII, donde fue recibida por la Hermandad del Santo Crucifijo y donde el palio reviró frente a la puerta principal del templo mientras que el volteo de las campanas y la marcha Madrugá llenaba los recipientes vacíos de los cofrades tan necesitados de colmarse de esos instantes de belleza y armonía.

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Varas de oficiales de la hermandad precediendo el paso de palio.  MANU GARCÍA

Así transcurrió una tarde y noche en la que se saboreó la verdad de una cofradía y una devoción que arrastra de gente sea cual sea la fecha en la que se eche a la calle. No importa que haya gente con ridículos gorritos de Papa Noel o de cornamentas de Alce,  que haya luces navideñas o que se escuchen ecos del ‘marinerito ramiré’. Es el poder de una advocación y de una hermandad que no improvisa y se sacude los remilgos cuando se trata de mimar a La Esperanza.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

Periodista.

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