Wilson llegó un día a trabajar, al centro logístico que Amazon tiene en la localidad sevillana de Dos Hermanas, cuando lo llamaron desde Recursos Humanos. En un despacho, le comunicaron que se le iba a abrir un expediente sancionador, sin darle muchas explicaciones. “El protocolo marca que te vayas a casa durante tres días y que alegues qué podría haber ocasionado este expediente”, le dijeron, según relata a lavozdelsur.es.
“No me lo esperaba, para mí fue un shock”, confiesa Wilson García, quien fue despedido por Amazon a mediados de 2021. “Estaba bien valorado dentro de la empresa, hasta me habían propuesto para ser supervisor de área”, señala. Pero en la carta que recibió, idéntica a la de un padre y un hijo que fueron despedidos por esas fechas, Amazon le comunicaba que había “tenido conocimiento” de que mantenía “una conducta negativa, reflejando continuas carencias a la hora de trabajar en equipo y de seguir instrucciones de sus superiores”.
“Me mandaron a casa a pensar lo que había hecho, como a un niño pequeño, y no entendía nada”, reseña Wilson García, vinculado a movimientos sindicales dentro de la compañía. En las alegaciones que presentó tras su despido, decía a la empresa que no encontraba “la supuesta indisciplina que alegan para mi despido”.
“Quisiera saber, por favor, qué he hecho tan mal para que me echen de esta manera, ya que no han tenido en cuenta mi trabajo en estos casi tres años, en los que lo he dado todo”, reseña Wilson en su carta a Amazon, en la que recuerda que se trasladó desde Madrid a Dos Hermanas —“dejando familia y toda mi vida allí”— para ser despedido unos meses después.
Tras la falta de respuesta —y de una solución— por parte de la empresa, Wilson García denunció su despido en los tribunales, buscando el despido nulo, aunque todavía tendrá que esperar para conocer la decisión judicial, porque se ha fijado el juicio para 2024. “Esto es pelear contra Goliat, pero hay que hacerlo”, confiesa el ex trabajador de la multinacional.
“Yo es verdad que protestaba por todo, pero siempre buscando el bien de mis compañeros”, dice Wilson. “Había muchos que se quejaban de que no tenían vida social, que no podían conciliar…. Y lo hablaba con mis superiores, pero nunca les falté al respeto”, relata. En Madrid, antes de recalar en Dos Hermanas, donde llegó voluntariamente buscando mejor calidad de vida y mejores condiciones laborales, formó parte de una mesa de diálogo entre plantilla y empresa.
Por 20 horas de trabajo semanales, cobraba unos 900 euros en Madrid. “Me ofertaron irme al turno de noche”, señala Wilson, pero prefirió trasladarse a Sevilla, con un contrato de 40 horas semanales, y un sueldo que raramente bajaba de los 1.500 euros mensuales. “Antes de venir a Dos Hermanas estuve en los preparativos de la mesa de diálogo para ir a las elecciones sindicales”, cuenta Wilson, que recaló en la provincia sevillana antes de culminarse el proceso.
“No sé si se sintieron incómodos porque estuviera reclamando mis derechos y los de mis compañeros, puede que supusiera cierta amenaza”, cuenta el ex trabajador de Amazon, quien relata que “en Sevilla los jefes te ven como un número”, y que “se cambian horarios de un día para otro”, dificultando la conciliación familiar.
Casi un año después de su despido, Wilson aún sigue buscando “explicaciones”. Después de dos décadas en Madrid, cambió de aires con destino a Sevilla, y poco después perdió su empleo, con dos niñas a su cargo. Como Pedro Luis Expósito y Daniel Luis López, padre e hijo respectivamente, que fueron despedidos en las mismas fechas, reclamará judicialmente la improcedencia del despido, aunque para ello tendrá que esperar a 2024.
El centro logístico de Amazon en Dos Hermanas tiene a unos 1.300 trabajadores que, hace una semana, eligieron a los representantes del comité de empresa, constituido en un proceso muy marcado por el miedo, tras los despidos ejecutados unos meses antes por la empresa. Con jornadas semanales de 52 horas —cuando el convenio de logística de Sevilla contempla 40—, turnos rotativos encadenando seis días de jornadas maratonianos sin apenas descanso, la exigencia constante de los superiores para ser más productivos, generando “competitividad” entre compañeros o las dificultades para conciliar empleo y familia, los trabajadores de Amazon Sevilla decidieron que era el momento de organizarse sindicalmente.
Después de muchas “trabas” por parte de la empresa, las elecciones sindicales pudieron celebrarse, otorgando diez delegados a UGT, ocho a CCOO, tres a Fetico (Federación de Trabajadores Independientes de Comercio) y dos a un sindicato independiente. A lo largo de una jornada, un trabajador de Amazon en Sevilla puede andar en torno a 30 kilómetros por el centro logístico, con botas de seguridad, lo que supone "un gran desgaste" para una plantilla que, en gran parte, está desmotivada.
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