"Tengo 35 años y no voy a poder hacer nada. Seguramente no pueda volver a trabajar, ni jugar al fútbol"

Carlos Bohórquez es un trabajador de los Astilleros al que dieron de alta con secuelas tras someterse a quimioterapia para tratarse un cáncer. Ahora se confirma que padece polineuropatía periférica crónica

Carlos Bohórquez, inspector de calidad de Buqueland, a quien le han diagnosticado polineuropatía periférica crónica.
Carlos Bohórquez, inspector de calidad de Buqueland, a quien le han diagnosticado polineuropatía periférica crónica.

“Tengo 35 años y no voy a poder hacer nada. Seguramente no pueda volver a trabajar, ni jugar al fútbol. Que te quiten eso de golpe después de haber pasado un cáncer es muy duro…”, acierta a decir por teléfono Carlos Bohórquez, quien hasta hace unos meses era inspector de control de calidad de soldadura para Buqueland, una empresa auxiliar de Navantia en los Astilleros gaditanos.

Después de los efectos de la quimioterapia a la que sometió para tratarse el linfoma de Hodgkin que padeció —un cáncer de una parte del sistema inmunitario (sistema linfático) que puede afectar a los pulmones, el hígado o a la médula ósea— le han diagnosticado una polineuropatía periférica crónica, es decir, que sufre daños en varios nervios, una afectación con la que tendrá que convivir el resto de su vida, además de la diabetes provocada por el tratamiento. 

“Al fin tengo la tranquilidad de saber qué tengo”, apunta Bohórquez, quien contó su historia hace unos meses en lavozdelsur.es. Y es que después de estar 18 meses sin trabajar —el tiempo máximo para la baja médica—, a finales de mayo recibió un SMS del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) comunicándole su alta. “Se me quedó el cuerpo cortado”, confesaba. “Con el trabajo que tengo y el esfuerzo que requiere, soy el primero que sabe que no puede”, agregaba. Después de reclamar pruebas médicas para conocer con exactitud la afectación de la quimioterapia a su organismo, Carlos Bohórquez se sometió a varias pruebas hace unos días, cinco meses después de la solicitud, y fue cuando supo que padecía polineuropatía periférica crónica.

“Ya por lo menos estoy algo más tranquilo mentalmente”, cuenta Carlos. “Me dieron el alta, pero mi abogada lo impugnó y consiguió una prórroga de seis meses”, recalca. “La función del inspector de soldadura es juzgar la calidad de un producto soldado en relación a una especificación escrita o código de fabricación, presenciar la calificación de los procedimientos de soldadura y verificar que se cumpla con todas las variables esenciales", algo para lo que se "requiere de una buena condición física y psíquica de la que carece en la actualidad”, relataba. Ya que el suyo es "un trabajo de gran precisión y responsabilidad", ya que "una mala inspección puede suponer un gran riesgo para la salud y la vida de las personas que luego utilizaran el trabajo final realizado", justificaba el informe.

Carlos Bohórquez, como inspector de control de calidad de soldadura, andaba “unos 11 o 12 kilómetros diarios”, ataviado con botas de seguridad, y entrando y saliendo de barcos. “Ahora hay días que ni me levanto de la cama, no tengo fuerza en las piernas ni en la cabeza. Me levanto y tengo la pierna derecha dormida”, recalca. Por eso quiere reclamar la incapacidad absoluta. “Todo esto, y además en plena pandemia, ha sido una loza en mi cabeza”, especifica.

Bohórquez, que además de su trabajo en los Astilleros era miembro del cuerpo técnico de la cantera del Cádiz CF, ha cambiado sus rutinas por completo. "El cáncer me ha destrozado la vida", dice. A sus 35 años, ha pasado de salir de casa a las seis de la mañana para trabajar y volver, en ocasiones, a las once de la noche tras encadenar entrenamientos y ensayos con su comparsa, a estar días sin salir y casi sin poder andar. "Físicamente estoy muy limitado. No puedo hacer deporte, no puedo subir escalones...", agrega.

“Sigo muy limitado de piernas. Y de cabeza también. Cuando estás en los Astilleros tienes que estar al 200% si no quieres que ocurra una desgracia”, dice el trabajador, que espera que en las próximas semanas le concedan la incapacidad absoluta. Y luego a comenzar la rehabilitación, “para intentar reconstruirme mentalmente porque he pasado lo mío…”.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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