De qué hablamos cuando hablamos de 'Jerez, Capital Europea de la Cultura'

Análisis sobre lo construido en 40 años de ayuntamientos democráticos en materia cultural en la ciudad, el irregular presente y algunas claves que sienten las bases de un futuro bajo los parámetros que marca Europa

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Los inicios

Los primeros Ayuntamientos democráticos tomaron posesión en junio de 1979 pero, como he explicado recientemente, no había en Jerez estructura de servicios de cultura, ni siquiera de urbanismo, en un primer momento (la GMU surge en septiembre de 1982) y la ciudad tenía un presupuesto muy pobre con una gran devastación por delante: casi todo el esfuerzo inversor de los primeros años se fue en pavimentación, alumbrado y alcantarillado, en varios planes de choque dirigidos por aquel primer Gabinete Municipal de Planeamiento. Por estas razones, económicas y funcionales, la vertebración de las políticas culturales en Jerez no comenzó hasta el año 1982, con el lanzamiento de una programación de gran intensidad en la difusión cultural: I Festivales de Verano, Concurso de pop-rock Alcazaba, seguidos por giras varias de teatro y música por barrios, muestras de cine internacional, semanas andalusíes, etcétera.

Son algunas primeras actividades de difusión cultural; además, en paralelo, comenzó el desarrollo de nuevos servicios más especializados como el Museo Arqueológico —hasta entonces incluido en el único magma primigenio de "biblioteca-archivo y museo”—. Vino también a continuación la extensión de una oferta cultural periódica de giras culturales por las pedanías y barriadas rurales, a lo cual contribuyó también de forma importante la Diputación Provincial de Cádiz, con su Plan Comarcal de Cultura en Jerez. Igualmente la Biblioteca Municipal,  trasladada en 1982 desde el Cabildo Viejo, abrió -en 1986, creo recordar- sus puertas en el remodelado edificio del antiguo Banco de España. Y lo hacía acompañada en el mismo edificio, donde hoy continúa, por el Archivo Histórico Municipal, que empezó también a tener cierta existencia independiente, tras años de depósito en un casco de bodega. Desde entonces, ambas instituciones se esfuerzan en crecer en fondos y ampliar la oferta de servicios a los usuarios, contando sin embargo con medios muy precarios.

Ya en 1988, se inaugura, como servicio especializado, la Fundación Andaluza de Flamenco, hoy Centro Andaluz de Documentación del Flamenco, en el Palacio de Pemartín, y en 1993 abre sus puertas el renovado Museo Arqueológico Municipal, que cerró en 1982 las instalaciones que tenía -en muy precario estado- en el Cabildo. Este se instaló en un edificio restaurado de la Plaza del Mercado (cuya financiación primera se obtuvo de la Diputación Provincial de Cádiz para el hermoso proyecto de Museo Provincial de Artes Tradicionales, que aún duerme en el limbo). Así comenzó el nuevo Museo Arqueológico, como una nueva institución, que ha ido creciendo, ampliándose notablemente en el edificio anexo que se inauguró hace muy pocos años.En estos años también fue desarrollándose desde la Biblioteca Central una Red de Bibliotecas Municipales, que ha acercado los servicios bibliotecarios a grandes zonas como San Telmo o La Granja, entre otras. Esta Red se completa con las distintas bibliotecas rurales, y con varias bibliotecas especializadas de otras instituciones (Zoológico, Fundación Caballero Bonald, Museo Arqueológico y Archivo Municipal).

Reabre Villamarta y se lanza la Fundación Caballero Bonald

Por otra parte, tras cerrarse en 1986, el Teatro Villamarta, después de años vacío y de años de restauración, abrió sus puertas completamente renovado en 1996, y manteniendo desde entonces una programación estable de gran calidad. En 1998 se constituyó legalmente la Fundación Caballero Bonald, que viene desarrollando una importante labor de difusión literaria desde su edificio en la calle Caballeros, con talleres, lecturas y presentaciones, congresos, etc. Y ya en 2003 abre sus puertas la Sala Compañía, sala de mediano tamaño polivalente en la restaurada antigua Iglesia de los Jesuitas. También en todos estos años se han recuperado, creado o dignificado espacios como el antiguo Cine Astoria, a modo de auditorio al aire libre, usado especialmente en algunos ciclos flamencos. Sin olvidar la creación de otros equipamientos de uso cultural polivalente como la Sala Paúl, dependiente de Juventud, la propia Casa de la Juventud, con una programación periódica de actividades expositivas, musicales, etc. Por otra parte, en cuanto a algunos hitos especiales, es obligado recordar en este panorama la gran revista Fin de Siglo, que tuvo una alta calidad y duró varios años en la década de los 80, así como el fortalecimiento creciente de la oferta flamenca jerezana, mediante ciclos tradicionales como los viernes flamencos, y el crecimiento de eventos como la Fiesta de la Bulería, especialmente en los últimos años.

Prueba de luces, con la orquesta en el foso, de 'Orfeo y Eurídice', estrenada en enero pasado en el Teatro Villamarta. FOTO: MANU GARCÍA.

También es muy destacable el enorme crecimiento que desde 1981 comenzó a alcanzar la fiesta navideña de las zambombas, que ha ido tejiendo un ciclo cada vez más intenso y extenso en el tiempo. Se han mantenido también en todos estos años una buena red de peñas flamencas, que han ayudado a sostener el nacimiento de nuevos valores del cante, el toque y el baile flamencos, y han promocionado este arte con muy buena voluntad, incluyendo una faceta formativa que han mantenido a lo largo de los años. En este mismo ámbito, destaca especialmente el Festival de Jerez, un gran evento que ya tiene 23 años , que aúna actividades formativas y una muestra artística de enorme calidad, de creciente repercusión en medios y en impacto turístico, y quizás el mayor hito cultural anual que señala hoy a Jerez en el mapa.

Han ido apareciendo otros ciclos, donde se puede destacar Noches de Bohemia, pensado para las noches de verano en la Alameda Vieja y el Alcázar, que –pese a lo cursi del nombre- ha mantenido un nivel medio de calidad, y también en los últimos años un pequeño ciclo MIMA dedicado a las músicas improvisadas en el marco del Museo Arqueológico, que mantiene vivas estas sugerentes pero minoritarias alternativas musicales. El ciclo festivo tradicional ha ido, por su parte, intensificando su oferta cultural colateral, y así -cercana la Navidad y el Año Nuevo- aparece un número cada vez mayor de conciertos especiales, de villancicos, conciertos clásicos, etc. Igualmente sucede con la música sacra y especialmente con la saeta al acercarse la Semana Santa. Las músicas folk o de raíz – aparte el flamenco- han ido teniendo también una presencia pequeña pero más destacada en los últimos años.

Del Trompetera a Intramuros y Xera Festival

En 2015 ha aparecido en la escena musical el Festival Primavera Trompetera, que con cinco ediciones ha ido creciendo enormemente en audiencia, usando como gran escenario el Circuito de Jerez, y ampliando la calidad y cantidad de su programación dirigida a grupos muy variados de la escena internacional y nacional con un acento especial en jóvenes valores, con varios escenarios, dedicando ya uno de ellos a la música electrónica. Este festival cuenta con El Canijo de Jerez como gran maestro de ceremonias. También estos últimos años ha emergido con gran fuerza el Tío Pepe Festival, en organización de las bodegas González Byass, que ofrecen un ciclo creciente de actuaciones musicales de gran calidad, del rock a las músicas melódicas, eclécticamente dirigidas a públicos muy diversos, en el hermoso marco de las bodegas.

También han aparecido últimamente nuevos festivales muy valiosos como Intramuros y Xera, que tratan de aportar una cara de la cultura más alternativa e intercultural que no se ha prodigado mucho por aquí, en los últimos años: músicas del mundo, performances, etc., usando ambos festivales el centro histórico como marco.

Y, fruto de otra larga rehabilitación, la ciudad también cuenta también con el recinto de Los Claustros de Santo Domingo, en pleno centro, en cuyas salas, claustro y patio se producen actuaciones musicales y teatrales, presentaciones de libros, conferencias, y exposiciones, aunque no se le ha dotado de concepto cultural, y se limita a ser un contenedor polivalente. Sin olvidar la pequeña pero hermosa Sala de la Pescadería Vieja, que funciona —con demasiadas intermitencias— como sala de exposiciones desde 1994, fruto de una cuidada rehabilitación.

El Estadio de Chapín, remodelado en 2002 con motivo de los Juegos Ecuestres Mundiales, es usado también, muy puntualmente, como gran espacio de conciertos, habiendo pasado por él algunas grandes figuras como Sabina, Serrat o Bob Dylan.

Finalmente, Jerez dispone del recinto del Alcázar, que se ha ido rehabilitando progresivamente desde los años ochenta, cuyos patios acogen actuaciones musicales y ferias como Vinoble, y -dentro del recinto- el Palacio de Villavicencio, donde se celebran diversos actos, presentaciones y exposiciones. Y también otros espacios del mismo recinto, como la Mezquita o la Sala del Molino, tienen diversos usos culturales puntuales.

Festival Alcazaba, celebrado recientemente en la Alameda Vieja. FOTOS: Manu García

Y en el camino de estos años se han perdido —de momento— otros equipamientos y eventos: salas de exposiciones que tuvieron una intensa vida, como el caso de la bodega del Callejón de los Bolos, que esperemos se pueda recuperar algún día. O eventos que aterrizaron en nuestra ciudad como el Espárrago Rock, en 1999 y 2000, o la 802.Party Informático, que trajo noticias de modernidad tecnológica y se celebraba en el Pabellón de Deportes de Chapín, y después no supimos consolidarlos. Algunas cosas se han perdido, pero otras han llegado: es muy destacable la iniciativa del difunto Joaquín Rivero, a través de sus Bodegas Tradición, quien abrió al público hace algunos años parte de una selección de más de 300 obras de pintura española de los siglos XV a XIX. A pesar de iniciativas como esta, y salvo excepciones, la ciudad sigue careciendo de espacios que programen arte contemporáneo.

También es muy destacable el trabajo iniciado por la Fundación Fondo Kati, con el impulso decidido de DKV Seguros, para preservar el riquísimo legado documental de Al Andalus conservado hasta ahora en Tombuctú, que hoy es una biblioteca en el exilio, debido al peligro real de destrucción por el extremismo religioso. Jerez aspira a ser sede de la Fundación Fondo Kati España.

¿Dónde está el Campus?

Además, a partir de 2004, se ha ido desarrollando —al fin— el Campus de Jerez de la UCA, que actualmente está dedicado casi íntegramente a los estudios sociales y jurídicos, y cuenta también con un aula delegada de estudios de enfermería. En la actualidad, cuenta con dos centros académicos propios (Facultad de Derecho y Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas) y con tres sedes permanentes de otros tantos centros de la UCA (Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Facultad de Ciencias del Trabajo y Facultad de Enfermería), en donde pueden cursarse un total de 9 títulos de grado y cinco másteres oficiales. E incluso en el último año ha comenzado a impartirse en Jerez un primer Máster interuniveritario sobre Flamenco, que usa como sede las instalaciones del recuperado Palacio de Villapanés sede de la nueva fundación Fundarte, que engloba al Teatro Villamarta, con un ambicioso programa de desarrollo futuro de las artes escénicas y el flamenco. Importa destacar en este sentido, sin embargo, el hecho de que la UCA no ha fortalecido en Jerez, en cantidad y calidad, la labor de Extensión Cultural que sí realiza en otras localidades. Y han decaído ciclos como Campus Cinema o Campus Rock.

Además, en los dos últimos años, la gran labor de una renacida Jerez Film Office, ha permitido utilizar la ciudad como gran escenario para producciones internacionales como The Crown o filmes y series nacionales, que este mismo verano de 2019 se ruedan en la ciudad.

También en los últimos años se aprecia la aparición de la música en directo en varios tabancos, con una amplia oferta musical, así como la aparición de tablaos y de algunos tabancos que pretenden conformar una oferta estable, diaria, en torno al flamenco en vivo,

Por último, se anuncia un Museo Flamenco de Andalucía que finalizará sus obras previsiblemente en 2022, como museo de rango andaluz, financiado por la Iniciativa Territorial Integrada (ITI), y gestionado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía. Y también se anuncia , como iniciativa municipal, un futuro Museo de Lola Flores.

Una exposición en Los Claustros. FOTO: MANU GARCÍAák

Este es un resumen a vuelapluma, y de memoria, seguro que hay muchos más servicios y actividades en el tintero, que han ido vertebrándose por el Ayuntamiento de Jerez bajo sus distintas delegaciones de Cultura, Juventud y Educación, y por la UCA. En mucha menor medida se ha producido la aportación de la Diputación Provincial de Cádiz -casi exclusivamente centrada en su aportación a la Fundación Andrés de Ribera- o de la Junta de Andalucía -cuyas principales aportaciones se reparten entre el mencionado Centro Andaluz de Documentación del Flamenco y la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, con el Museo de Enganches.

Lo que pide Europa

Y, siendo este un panorama amplio, sin embargo creo que no basta para aspirar de forma realista a la distinción de Capital Europea de la Cultura. Hablando estrictamente de los servicios culturales locales, hay limitaciones horarias por falta de personal, falta de personal cualificado en algunos de estos servicios, no tienen la dotación tecnológica adecuada, no se ha iniciado un programa sistemático de digitalización de fondos históricos, hay problemas presupuestarios que en estos años han afectado incluso a la seguridad en la conservación de algunos fondos históricos, con un presupuesto irrisorio o nulo a veces en la difusión y promoción de las instituciones culturales, etc. Y así parece ilusorio poder aspirar a esa distinción europea, pues no cumplimos, en muchos casos los estándares europeos que están claramente cifrados en el Indicator Framework on Culture and Democracy, desarrollado por el Consejo de Europa y la European Cultural Foundation.

En el sector de la cultura hay componentes, indicadores y variables, con datos sobre toda Europa. Están radiografiados y hay medias estadísticas de toda índole sobre los siguientes siete componentes: participación cultural, industrias culturales, infraestructuras culturales, sistemas de acceso y representación cultural, patrocinio cultural, transparencia en el sector, y relación entre cultura y educación.

En el interior de cada componente, hay indicadores y variables sobre la actividad artística, el conocimiento de lenguas extranjeras, el grado de interés en artes y culturas de otros países, la movilidad estudiantil, el nivel del trabajo voluntario, las donaciones en el sector cultural, el nivel de contenidos colocados online, la creación de webs o blogs, el uso editor de Wikipedia, las subidas a YouTube, los dominios de nivel superior, el nivel de uso de las webs de los museos, el nivel de lectura de blogs culturales, el nivel de búsquedas online de eventos culturales, la participación cultural online, la consulta de wikis, la lectura de diarios online, la lectura de libros, las visitas a museos, la asistencia a actividades culturales, el número de estudiantes avanzados en temas culturales (humanidades, artes, arquitectura, urbanismo, etc.), intercambios de graduados en artes, el nivel de promoción de patrocinios en arte y cultura, las reducciones de tasas en actividades de arte y cultura, el patrocinio de publicaciones, la promoción de lenguas minoritarias, el nivel de educación multilingüe, el patrocinio de organizaciones de inmigrantes, las películas coproducidas internacionalmente, los sistemas de educación intercultural en las escuelas y en instituciones educativas avanzadas, el comercio de bienes culturales, las películas producidas por empresas propias, el registro de marcas culturales, el tamaño de la industria audiovisual, y de la industria musical, los nuevos desarrollos en industrias culturales, el nivel de empleo en el sector cultural, el crecimiento histórico del sector cultural, el número de museos, el número de salas de cine, los sitios —si existen— declarados en el Patrimonio Mundial, las barreras de proximidad territorial para cines, actuaciones en vivo, museos etc., las barreras económicas para el consumo de cines, actuaciones en vivo y museos, el grado de promoción de la mujer en las instituciones culturales, el porcentaje de mujeres que trabajan en el sector cultural, los sistemas de participación en la gestión cultural…y un largo etcétera.

Cada uno de estos indicadores y variables se ha nutrido de muy distintas bases de datos internacionales, que se especifican en cada caso. Véanse aquí todos los indicadores, los datos y tablas estadísticas, y el informe .

El último informe a este respecto, en cuanto a España se refiere, es el Perfil de España en el Compendio de políticas culturales europeas, de fecha 21 febrero 2019, con la autoría de Ana Villarroya y Victoria Ateca-Amestoy.

Por otra parte, tampoco los equipamientos culturales de la ciudad de Jerez cumplen, en muchos casos, con la Guía de estándares de los equipamientos culturales en España, establecida por la FEMP hace ya tiempo. En nuestra ciudad sucede que, al mismo tiempo que se busca obtener la distinción de Capital Europea de la Cultura para Jerez, se deja que la UNED Universidad a Distancia finalmente se marche de Jerez. Sin que se haya dado una batalla política en toda regla —por todos los partidos políticos— en este tema. Se podrían destacar otras muchas debilidades, como la muy escasa presencia orgánica de Jerez en muchos circuitos regionales y nacionales de exposiciones, música y artes escénicas. O la muy débil —en comparación con otras ciudades— presencia cultural en Jerez de la Fundación Cajasol, una entidad que nació de cajas de ahorros de Jerez y de Sevilla.

Numeroso público en la última muestra de títeres en Jerez. FOTO: MANU GARCÍA.

O el tejido paupérrimo de nuestra industria cultural local, que obliga desde siempre a los mejores talentos de la ciudad a marchar fuera, en busca de un nivel mínimo de oportunidades, desde nuestro mejor grupo de teatro —La Zaranda— a pintores, músicos, intelectuales, cineastas... Y las generaciones más jóvenes agudizan esta tendencia emigrante, lo cual ilustra que seguimos muy atrás. Y la ciudad sirve de gran decorado para películas , eso está bien, mientras caen una tras otra las salas de cine, -anteriormente ya desaparecieron los cines de verano-, y no se logra articular una mínima industria audiovisual local. Y no hay cabida para la exhibición de cine de autor en la ciudad. También se han perdido muestras como Expresión Joven, abierta a los nuevos talentos plásticos, aunque en el último mandato se recuperaron muestras veteranas como 6 grupos 6, la muestra de títeres y el certamen de cortos que profundizan en la educación y la cultura como transformadoras de la sociedad y en los jóvenes valores.

Concierto en el pasado festival de Intramuros, en el corazón de la ciudad antigua. FOTO: Manu García

Creo que no basta, en este tema, con hacer alarde de nuestra indiscutible historia flamenca, ni con recitar como un mantra que nuestra fuerza es ser Sur de Europa, (una ambigüedad obvia que compartimos con muchas otras ciudades andaluzas). Por otra parte, el programa Capital Europea de la Cultura mira especialmente a fortalecer el patrimonio cultural común europeo, y no tiene su objetivo en los posibles lazos extracomunitarios, que sí se han contemplado en los sucesivos programas INTERREG, y en algunos otros programas europeos.

Y no basta que estemos próximos a Marruecos, por ejemplo, porque esa no es la perspectiva: la distinción Capital Europea de la Cultura tiene como grandes objetivos promover la diversidad cultural y el diálogo intercultural —dirigido a la comprensión recíproca intraeuropea— poniendo de relieve el patrimonio cultural común de la Unión, e intensificando el sentimiento de pertenencia a un espacio cultural común. Hacer más Europa, en una palabra. En sus bases figura expresamente: "El programa deberá poseer una fuerte dimensión europea”, además de promover la integración social y la igualdad de la oportunidades en el acceso y producción de la cultura, garantizando la más amplia participación, y prestar especial atención a los jóvenes y a grupos marginados o desfavorecidos. Y para ello, en primer lugar hay que figurar de forma avanzada en los distintos ránkings que observatorios nacionales como el de la Fundación Contemporánea o europeos como Interarts. Y de momento, la ciudad de Jerez, desgraciadamente, no aparece en sus clasificaciones de grandes eventos nacionales o internacionales, ni en los ránkings de instituciones culturales señeras.

Competencia en el Sistema de Ciudades Andaluzas

Tampoco hay que olvidar —pues no es un detalle menor— que ya la ciudad de Granada anunció en 2015 que presentaría su candidatura para 2031 Capital Europea de la Cultura, y que la ciudad de Sevilla renunció en 2017 a presentar la suya, apoyando así la de Granada, apoyo que ha obtenido igualmente desde 2015 la Candidatura de Granada por parte del Parlamento de Andalucía, lo que viene a significar que de facto Granada es la candidatura andaluza para la preselección nacional. Esto debería hacer reflexionar. Y también Jerez debería, en mi opinión, conocer con precisión y medir con realismo las potencialidades que están ya desarrollando otras ciudades en el Sistema de Ciudades de Andalucía, especialmente Málaga, Sevilla, Córdoba y Granada.

Incluso en temas como el flamenco o el vino, que creemos tan nuestros, y donde se están ya desarrollando y articulándose en Andalucía nuevas propuestas. Quizás habría que —en primer lugar— encargar un estudio sobre Jerez, aplicando todo ese corpus de indicadores culturales, indicado anteriormente a la realidad local, para tener una radiografía real de la situación cultural de nuestra ciudad, sin confundir la realidad con el deseo. Creo que a Jerez como ciudad le convendría en este tema varios grados menos de grandilocuencia y varios grados más de inversión en fortalecer sus aún débiles estructuras y servicios culturales. Si algún sentido puede tener crear una Oficina Especial no es para la búsqueda de la -por el momento- quimérica distinción, sino como Oficina de coordinación de un plan de servicios culturales a ocho años vista, que durante las dos próximas legislaturas (2019-2023, y 2023-2027) llevara todos los servicios culturales de Jerez a los estándares europeos antes citados, y aún los sobrepasara.

Preparativos previos al rodaje de escenas de la tercera temporada de 'The Crown' en Jerez. FOTOS: MANU GARCÍA.

Con una amplia participación social, y contando con la participación real de los propios técnicos municipales de Cultura, Juventud, Educación, Urbanismo, etc., entre los cuales surgen —conozco muchos casos— propuestas serias que a veces no son siquiera escuchadas. Entonces sí podría plantearse una hipotética candidatura, entonces sí estaríamos en una nueva transformación cultural de Jerez, esa tercera gran transformación que necesitamos, y que debe venir de la mano de una potente imbricación con el Campus, que incluya la acogida y lanzamiento de industrias culturales, y debería venir junto con un imprescindible avance urbanístico de la ciudad, con planes avanzados de movilidad que promuevan una nueva cultura urbana: nuevos nodos de convivencia social, articulados por una eficiente e integral red de transporte público, y con las arterias de los carriles bici funcionando ampliamente. Un Plan que busque la participación real de la sociedad civil, sin intentar centralizar la oferta por el Ayuntamiento, dejando hacer y apoyando ampliamente las nuevas iniciativas.

Mucha tarea por delante

Es comprobable que la presencia de Jerez en el sistema de ciudades de Andalucía se ha desdibujado bastante en los últimos años, y se observa una curiosa y creciente bipolaridad cultural en la ciudad por la cual se sobrevaloran algunos aspectos y peculiaridades de nuestras tradiciones culturales, por encima de su peso histórico real, y de pronto —parte eufórica— se proclama: ¡Jerez es lo mejor del mundo!, y un rato después aparece en las conversaciones -muchas veces con los mismos interlocutores- la contraparte de la ola emocional: "¡Jerez es una mierda!". Esta enfermedad emocional que sufre especialmente Jerez por el peso de la propia losa de sus iconos debería encontrar una forma moderna de solventarse, no en una ataraxia, sino quizás en un nuevo desarrollo y relación armónica entre raíces e innovación cultural. Con una concepción del turismo cultural muy cercana a la ciudad histórica, pero sin impostaciones, huyendo de los procesos de gentrificación, y  evitando convertir la marca Sherry en un parque temático bajo el opio precarizante del supuesto maná turistico.

Con el turismo supeditado a la realidad cultural, y no al revés. A este respecto, mejoraría bastante esta autoestima de la ciudad plantear un proyecto de ciudad ilusionante que trabajase con estas coordenadas. Y creo firmemente que la cultura puede y debe generar importantes beneficios sociales y económicos, puede mejorar la ciudad, y puede ser un gran vector catalizador del desarrollo local y del turismo. Pero hay que lanzar un proyecto de ciudad que acabe bien, no que vuelva a frustrar ilusiones que se demuestren finalmente vanas. Sin alharacas ni aspavientos. Y en todo esto, creo, hay que actuar con calma, conocimiento y precisión, y —desde luego— hay mucha tarea por delante.

(*Joaquín Carrera, primer Director de Cultura del Ayuntamiento de Jerez, 1982-1984)

Sobre el autor:

Joaquín Carrera.

José Joaquín Carrera

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