Fe, oración y patrimonio contra la pandemia

Los fieles acuden con guantes y mascarillas a la iglesia de Santo Domingo y al santuario de San Lucas, dos de las joyas patrimoniales de Jerez, hoy con asientos tachados y geles hidroalcohólicos en la entrada. La Diócesis de Asidonia-Jerez fue de las pocas que mantuvo sus templos abiertos en el pico de la curva del coronavirus.

Una mujer con mascarilla, a las puertas del santuario de San Lucas. FOTO: MANU GARCÍA.
Una mujer con mascarilla, a las puertas del santuario de San Lucas. FOTO: MANU GARCÍA.

Llueve mucho y las pocas personas que hay en la calle se dirigen a comprar o a trabajar. Faltan pocos minutos para el Ángelus, ya no es hora de paseo. La alameda de Cristina, como todo el centro de Jerez, está irreconocible pero la iglesia de Santo Domingo mantiene sus puertas abiertas. Dice una leyenda que este antiguo convento dominico fue el lugar donde se celebró la primera misa católica en la ciudad, tras la conquista castellana de Alfonso X el Sabio. Hoy esta joya arquitectónica construida a las afueras del recinto amurallado está profundamente transformada y ha sido parcialmente restaurada.  

Al entrar, en un cartel pegado a una de sus puertas se ve a Santo Tomás de Aquino pintando un graffiti. El dibujo del santo escribe "Veritas”, en una pared amarilla, naranja y celeste. Un titular a su lado suscribe: "Tomás de Aquino. Buscador de la verdad". Giramos hacia la izquierda y una pequeña mesa con gel hidroalcohólico nos invita a limpiarnos las manos para evitar cualquier riesgo de contagio y frenar la curva. Hace un mes, a principios de abril, durante las dos semanas que el estado de alarma limitó la actividad a los servicios esenciales, la diócesis de Asidonia-Jerez fue una de las siete que mantuvo sus templos abiertos. En plena Semana Santa y rondando el millar de fallecidos cada día, el obispo José Mazuelos ofició la misa del Jueves Santo sin guantes ni mascarilla. El prelado, médico de procesión, fue el único de Andalucía que se saltó el confinamiento para visitar las 45 hermandades de Jerez. Las cofradías de la ciudad no han salido a procesionar este año por primera vez desde 1936. 

Una mujer en la iglesia de Santo Domingo. FOTO: MANU GARCÍA.

El prior de Santo Domingo se aproxima a limpiar con un paño blanco varios candelabros. Detrás suya, está el altar barroco de Francisco Antonio de Soto. Delante, un fiel se santigua y se aproxima a él. Cuchichean. Poco después, tres fieles, sin protección, sostienen numerosos ramos de flores que van a depositar en una de las capillas del templo. El que se sitúa más a la derecha, mide mal, y al colocar las flores se tropieza con uno de los candelabros, se cae al suelo y el sacerdote se echa las manos a la cabeza. El resto de fieles, que están repartidos entre las capillas y la nave central, se asustan. Pero no ha pasado nada. El hermano ríe y resta importancia al suceso, recogiendo el candelabro de plata y haciendo como que lo sacude con su mano.  

Hace unos meses el prior de Santo Domingo, Juan Carlos González, se encontró con la sorpresa de haber perdido a San Pío. El hurto de esta talla del siglo XVIII ubicada en el retablo del Rosario de los Montañeses de Diego Roldán, junto a la casa de hermandad de la Oración en el Huerto, ocurrió bien entrada la tarde. “Faltó poco para que se llevaran a Santo Tomás”, aseguró el sacerdote. El fraile sigue allí. También en la entrada, en un cartel donde invita a la juventud a leerle, simulando que pinta un graffiti 

Rezar para que todo esto pare

Durante la peste de 1656, el papa Alejandro VII cerró las capillas pontificias y clausuró tanto las congregaciones como las iglesias y las procesiones habituales para evitar el contagio que llevó irremediablemente a un millón de muertos en toda Italia. Marco Rapetti habla de que, en otras pandemias, la Iglesia y en concreto la Congregación de la Salud preparó a lazaretos para aislar a los infectados o sospechosos, regulando además la vida religiosa y cancelando las eucaristías. 

En una de sus homilias diarias en la capilla de Santa Marta alerta de otro gran riesgo: el que supone para el pontífice "una fe virtual sin comunidad y sin contacto humano real, vivida solo a través de las transmisiones en directo que viralizan los sacramentos". Acto seguido llamó a rezar por las mujeres embarazadas: "Recemos por ellas, para que el señor les dé el coraje de seguir adelante con estos hijos con la confianza de que ciertamente será un mundo diferente, pero siempre será un mundo que el señor amará tanto". 

El santuario de San Lucas, en pleno casco histórico de la ciudad, ha sido reformado recientemente. El edificio parece haber sido construido sobre una de las seis mezquitas originales que tenía la ciudad en época andalusí. Sin embargo, lo que se ve desde su exterior es del siglo XV. En su interior, la yesería barroca es más reciente, de época dieciochesca. Es lunes, el día de la semana en el que el templo permanece abierto. Sus fieles intentan guardar la distancia de seguridad y se encomiendan al discípulo de Pablo de Tarso.  

Una señora reza en el santuario de San Lucas. FOTO: MANU GARCÍA.

Una de ellas observa atentamente el retablo de la capilla de las ánimas de Francisco Camacho de Mendoza, reconstruido en época barroca, como gran parte del monumento. Otra fiel centra su mirada en Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, que este año se ha quedado en casa. No sabemos qué piensan, pero algunos hermanos se aproximan por el pasillo de la nave del templo. El santuario estuvo en su momento muy ligado a la monarquía castellana por la donación de la Virgen de Guadalupe por parte de Alfonso XI y su relación con la Batalla del Salado. El episodio fue muy importante para la conquista del sur de la provincia de Cádiz y el establecimiento de la frontera con el reino nazarí de Granada. 

Jorge Mario Bergoglio, el 266º pontífice de la iglesia católica, ha llamado ahora a bajar las armas: "Los conflictos no se resuelven a través de la guerra". Sin embargo, no solo se trata de las guerras. El lenguaje bélico tampoco abandona el discurso de la lucha —yo mismo he caído— contra la covid-19. Mientras tanto, con sufrimiento y miedo, como “Jesús en la cruz”, los fieles siguen orando. Mañana será otro día. Oran para que todo esto pare. 

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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