Esperanza, la 'inquilina' que más tiempo lleva en la residencia San Juan Grande de Jerez: "Nunca me aburro"

Esta sevillana natural de Casariche regentó un comercio y se dedicó a la venta de muebles antes de quedarse viuda y no haber podido tener descendencia

La sevillana Esperanza Reina lleva 23 años viviendo en la residencia de mayores San Juan Grande en Jerez.
La sevillana Esperanza Reina lleva 23 años viviendo en la residencia de mayores San Juan Grande en Jerez. MANU GARCÍA
24 de mayo de 2025 a las 08:21h

Una flor rosa adorna el pelo de una mujer que se refresca con un abanico. Está en la Feria del Caballo de Jerez disfrutando de una convivencia en la caseta Bondad y Misericordia organizada por la residencia de mayores San Juan Grande. Su hogar desde hace 23 años. Esperanza Reina Aroca (1942), sevillana natural de Casariche es la residente que más tiempo lleva en el centro de la orden hospitalaria San Juan de Dios. “Por lo visto soy yo, pero no la mayor por edad”, dice sentada en una silla de ruedas.

La vecina, de 83 años, es una apasionada de esta fiesta que lleva viviendo desde niña. “La de Sevilla la conocía muy bien, siempre me he vestido de gitana. Esta feria es del estilo de la de allí, pero más chica”, comenta con sevillanas y rebujito de fondo.

En medio del alboroto, Esperanza hace memoria. Llegó a la residencia en 2002, siete años después del fallecimiento de su marido. “Murió de la misma enfermedad y con la misma edad que mi padre, de cáncer de pulmón a los 46”, dice esta mujer que se quedó viuda y sin hijos por una cuestión fisiológica.

Esperanza, durante la entrevista.
Esperanza, durante la entrevista con lavozdelsur.es MANU GARCÍA

“Para nosotros no hubo. Yo hubiera tenido con otro hombre y él con otra mujer, pero entre nosotros la sangre era incompatible”, explica sin soltar el abanico en un día caluroso. Así que no le quedó más remedio que entrar en esta residencia donde asegura que se encuentra a gusto. De vez en cuando, recibe visita de su familia sevillana o ella se desplaza a la provincia vecina.

Es allí donde están sus raíces. Nació en Casariche por casualidad, porque su padre trabajaba de maestro, pero él era oriundo de Cantillana y su madre, de Martín de la Jara. Según cuenta Esperanza, después del bautizo la llevaron a la capital, también por motivos laborales de su progenitor.

Hasta que falleció y su madre regresó a su pueblo, Martín de la Jara. “Allí no se podía estudiar entonces, mis hermanas fueron a Sevilla y mis hermanos a Utrera y Alcalá de Guadaíra. Yo me quedé con mi madre, pero no dejé la escuela, siempre me gustó hacer cursillos”, comenta la mayor de seis hijos.

Esperanza Reina lleva 23 años viviendo en la residencia de mayores San Juan Grande en Jerez.
Esperanza Reina en la caseta de Bondad y Misericordia en la Feria de Jerez.   MANU GARCÍA

Como todos sus hermanos tenían carreras menos ella, su madre decidió reformar la casa donde vivían, un inmueble enorme donde residía su abuela con los 15 hijos que tuvo. “Obró la casa de mis abuelos entera y montó una tienda”, dice. Aquella vivienda de grandes dimensiones albergó el local donde Esperanza pasaría horas y horas atendiendo a vecinos de todas partes.

Le llamaban El comercio y en sus estanterías se podían encontrar artículos de mercería, perfumería o confección, así como todo tipo de tejidos. “Tuvo mucho éxito, antes en los pueblos chicos no había tiendas así y esta llamaba la atención. Fue estupendamente, porque iban incluso clientes de los pueblos de al lado a comprar”, explica.

El negocio iba viento en popa hasta que el amor llamó a su puerta. La sevillana se enamoró de un hombre natural de La Roda de Andalucía que trabajaba en una fábrica de muebles familiar. Se conocían desde hace años y ella nunca pensó que acabaría contrayendo matrimonio con él, pero la vida le sorprendió y, con 27 años, “ya mayor”, se mudó al pueblo de su marido.

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La sevillana comparte su historia de vida.   MANU GARCÍA

Una tienda con su nombre en Jerez

Allí, entró a trabajar en la fábrica de su suegro. “La gente me llamaba porque yo les organizaba y les decoraba los muebles. Yo no me he aburrido nunca en la vida”, dice desde la caseta. Con los años, de La Roda se trasladó a Jerez. El motivo no era otro que la gran cantidad de ventas que registraba la empresa en esta ciudad. Así que, pronto, su marido abrió un almacén de muebles y, posteriormente, la tienda Muebles Esperanza, en activo en la calle Ponce durante más de 15 años.

“Llevaba mi nombre”, sonríe recordando aquellos tiempos en los que despachaba con soltura. Cuando su marido enfermó, al no contar con otra generación, decidieron cerrar la tienda, dando por finalizada la etapa laboral de ambos. Al poco tiempo, él murió.

30 años después, Esperanza comparte sus recuerdos entre papas aliñas y jamón. Se queda con lo bueno y con los ratitos de disfrute donde las penas quedan atrás, al menos, durante unos días.

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Patricia Merello

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