En el taller de El Botana, el penúltimo zapatero de la Bahía de Cádiz: "Cosía balones del Cádiz CF"

Félix Delgado mantiene vivo el legado de su familia dedicada desde 1935 a la reparación de calzado, un oficio casi inexistente en el que comenzó con apenas 10 años junto a su abuelo

Félix Delgado, El Botana, zapatero en el centro de Puerto Real.
Félix Delgado, El Botana, zapatero en el centro de Puerto Real. JUAN CARLOS TORO
03 de octubre de 2025 a las 20:29h

La puerta está abierta. En un diminuto local del centro de Puerto Real se percibe un olor característico que todo el mundo reconoce. No cabe duda de que es un zapatero quien trabaja detrás del mostrador. 

Pares de zapato amontonados, bolsos, cinturones y herramientas revelan el oficio de un hombre que abre y cierra cuando quiere. Un puertorrealeño, autónomo, que lleva toda la vida entre suelas y pieles. Él es Félix Delgado, de 57 años, pero le dicen El Botana. En una mano sujeta un matacanto y, la otra, la deja libre para señalar una vitrina cargada de historia. 

Medidores de pies y otros utensilios con solera -el más antiguo data de 1890- reposan por todo el espacio. Félix los guarda como reliquias. Al igual que un sinfín de fotos de sus amigos, y una colección enorme de llaveros procedentes de todo el mundo. 

Es su rincón de la calle de la Plaza. El lugar donde lleva desde 1991 arreglando zapatos destrozados o creando bolsos. “Estas herramientas son de mis antepasados”, dice a lavozdelsur.es este “zapatero remendón”, o que es lo mismo, reparador de calzado y otros artículos de piel. 

El puertorrealeño muestra las herramientas antiguas.
El puertorrealeño muestra las herramientas antiguas.   JUAN CARLOS TORO

Fue en 1978, con apenas 10 años, cuando empezó a adentrarse en este oficio en el que su familia ya se desenvolvía con soltura. Su abuelo fundó el taller en 1935, después pasó a su padre junto a su tío y, ahora, él está al frente. Félix es la tercera generación que mantiene vivo todo un legado cada vez menos presente. 

El Botana es el único del municipio y muy probablemente de la Bahía. Además, es uno de los veteranos de la calle de la Plaza. “Y soy uno de los más baratos”, dice este zapatero que no solo repara calzado, sino también trata guarnicionería y piel. “Hago de todo. Todo lo que pienses en tu cabeza. Una funda para la cámara, te la hago, una funda para un pastillero, también”, dice sacando una de ellas. 

Más de 40 años en el taller le han permitido ver la evolución de un oficio ya casi inexistente en una sociedad donde reina el usar y tirar. En sus comienzos, los zapatos a medida estaban a la orden del día. “Yo empecé cosiendo balones del Racing Portuense, del Sanluqueño, del Cádiz CF. Antes se reparaban. Eso ya se ha perdido”, comenta.

Detalle de zapatos antiguos en el taller.
Detalle de zapatos antiguos en el taller de El Botana.   JUAN CARLOS TORO
El zapatero fabrica un cinturón desde cero.
El zapatero fabrica un cinturón desde cero.    JUAN CARLOS TORO
Una de las fotografías familiares que conserva.
Una de las fotografías familiares que conserva.   JUAN CARLOS TORO

Por sus manos han pasado los vaivenes de la moda y ha podido ver los cambios constantes. “Ahora viene el zapato con pico, me harto de poner zapatos redondos y, al año siguiente, vuelven otra vez los de pico”, añade.

Por eso, Félix siempre recomienda no tirar ningún zapato nuevo. “Guárdalos, que tarde o temprano se pone de moda”, dice sin solar la lezna, ese utensilio que usa para agujerear o pespuntar.  

Un oficio casi extinto 

El puertorrealeño lleva toda su vida tocando zapatos. Aunque también ha compaginado su trabajo con otras empresas, nunca se ha separado del negocio familiar. Se ha esforzado para no perderlo. “Aquí hay que ganar dinero en invierno para el verano, porque en verano estamos todos con chanclas”, explica.

Otra de las dificultades están relacionadas con los precios del calzado en los comercios. “Cada vez se arreglan menos zapatos, aunque parezca que no, porque hoy los zapatos están muy baratos”, dice Félix que también nota que hoy en día muchas personas optan por los tenis. “Esos no vienen a repararse, se rompen y se tiran”, dice. 

Acaba de entrar una mujer, con tenis puestos, que llega para pagar un pedido. Le da el efectivo en mano y se marcha. Él cobra en efectivo, sin embargo, desde hace una semana puede hacerlo con tarjeta. Aunque asegura que todavía no ha usado el TPV. Prefiere el dinero en mano porque “los bancos nos controlan”. 

Así es el trabajo de Félix, tercera generación de una familia de zapateros.
Así es el trabajo de Félix, tercera generación de una familia de zapateros.   JUAN CARLOS TORO
Herramientas que el puertorrealeño utiliza en su día a día.
Herramientas que el puertorrealeño utiliza en su trabajo diario.   JUAN CARLOS TORO
Zapatero Puerto Real  05
Uno de sus zapatos en reparación, pasando por el torno de trabajo. JUAN CARLOS TORO

“No tengo Bizum. Cuando viene alguien sin efectivo le digo que cambien o que mañana me lo paga. Como aquí conozco a todo el mundo. Si viene y luego no me lo paga, bueno, pues peor para ellos, en su conciencia está, en la mía no”, reflexiona. 

Desde el local, sigue haciendo magia para que sus clientes puedan volver a usar esos zapatos con desperfectos. Félix tiene pensado transmitir su legado a nuevas generaciones con ganas de dedicarse a este oficio. “Esto no se va a perder porque voy a dar cursos”, comenta. 

Dice que cree que se jubilará, pero que le va a costar mucho trabajo. Cuando él finalice, no hay relevo generacional. Ni sus hijos ni sus nietos tomarán el relevo de este negocio histórico que conserva el encanto de los talleres de antaño. 

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Patricia Merello

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