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Psicología y sociedad: claves para superar tus miedos.

“El miedo, ese fantasma que sólo se desvanecerá, si nos atrevemos a tocar”

Si existe una emoción que el hombre ha evocado con el deseo de conocerla y controlarla, esa ha sido “el miedo”.

Pero el miedo como emoción psicobiológica, no es de por sí una condición para producirnos un determinado trastorno psicológico, al contrario, es una emoción fundamental para la adaptación de los animales y de los seres humanos a su ambiente. Sin una dosis de miedo, no se sobrevive, porque ésta es una reacción de alerta ante los posibles peligros reales del entorno, que nos permite reaccionar y afrontar ciertas situaciones tras haberlas interpretado como peligrosas. Objetivamente no se concibe al ser humano sin la facultad para experimentar el miedo, de hecho, si careciéramos de esta emoción, estaríamos más emparentados con los autómatas que con los seres vivos.

“Sólo quien ha tenido miedo puede ser valiente; lo demás es inconsciencia” (G. Nardone)

Sin embargo, al igual que pasa con otras emociones psicobiológicas (tristeza, enfado, alegría…) cuando el miedo sobrepasa cierto umbral, la persona se bloquea y se vuelve incapaz de reaccionar de manera práctica ante la consecución de un determinado acontecimiento. Por lo tanto, lo que marca la diferencia entre un miedo adaptativo y útil y un miedo como reacción enfermiza, es que el primero incrementa nuestra supervivencia y adaptación al medio, mientras que el segundo, por el contrario, limita y anula esta capacidad, condenando a la persona a la prisión del pánico.

“El miedoso edifica sus terrores y luego se instala en ellos” (E. Cioran)

Curiosamente la mayoría de las personas que padecen algún trastorno basado en el pánico (fobia o ataques de pánico) tienen en común una estrategia conductual insistente: la evitación. Este recurso que en principio funciona, porque tiende a reducir la sensación fastidiosa de miedo, poco a poco va convirtiéndose en una trampa tóxica, puesto conduce al sujeto a incrementar el número de evitaciones hasta la incapacidad típica que conllevan los trastornos fóbicos.

“Si quieres saber cómo funciona algo, intenta cambiar su funcionamiento” (K. Lewin)”

En efecto, cada evitación confirma la peligrosidad de la situación evitada y prepara la siguiente evitación. En consecuencia, cuando una persona entra en ese círculo vicioso de las evitaciones, empieza a mostrar la activación de otra estrategia desacertada: la solicitud de ayuda. O sea, la solicitud de estar siempre acompañado por alguien que esté preparado para intervenir en caso de una crisis de pánico o pérdida de control. Cada uno de nosotros puede construirse esta trampa, pero lo peor es que una vez consolidada, ya no somos capaces de salir de ella por nosotros mismos. Estos intentos de solución producen un aumento del problema en vez de una solución. 

“La mayoría de las veces, con las mejores intenciones se obtienen los peores resultados” (O. Wilde)

No hay nada biológicamente determinado en estas patologías. Nadie nace fóbico, sino que se convierte en ello mediante una gradual evolución de intentos fallidos y reiterados del manejo de la realidad, o sea, actitudes, pensamientos y comportamientos que la persona elabora sobre la base de la percepción de sensaciones, situaciones o condiciones personales vividas como amenazantes. La persona fóbica no está en condiciones de tener una visión a largo plazo: para ella, en el momento de pánico, lo único importante es reducir el propio terror. Por eso pone en práctica lo que funciona, según su experiencia en esta dirección, aunque luego esa reacción conduzca a agravar el trastorno. Nada mejor que un ejemplo para aclarar esta mecánica.

Un psiquiatra le preguntó a un paciente que batía continuamente las manos:

-¿por qué sigues batiendo las manos?

-El enfermo respondió:

-para echar a los elefantes.

-El psiquiatra rebatió:

-¡pero si aquí no hay elefantes!

-El  enfermo replicó, mientras continuaba batiendo las manos

-¡ves cómo funciona!

(P. Watzlawick)

Mucha gente se avergüenzan de sus miedos como si fuera posible en esta vida estar libres de ellos. ¿Quién no ha experimentado miedo alguna vez? Afortunadamente hoy en día la psicología nos demuestra que existen técnicas estratégicas que hacen que una fobia, por muy arraigada que esté pueda ser desbloqueada de manera sorprendentemente rápida. Todas las personas tienen los recursos y capacidades necesarias para cambiar, aunque hay momentos en los que se necesita la ayuda de un profesional para conducirlas hacia esa confianza en la que sus futuras experiencias de cambios la guíen hacia la completa autonomía e independencia. En la actualidad, mediante la observación, sabemos cómo aparecen, cómo se mantienen y lo más importante, como pueden superarse los miedos.

“La lección más importante que puede aprender un hombre no es que en el mundo existe el miedo, sino que depende de nosotros sacarle provecho y que se nos ha concedido transformarlo en valor” (R. Tagore)

Francisco Javier Rodríguez del Valle es psicólogo clínico e hipnoterapeuta.

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