Su vuelo solo aterriza en Jerez unas tres veces al año. A veces, las aventuras están más lejos de lo que esperamos y son destinos a más de 8.000 kilómetros de casa en los que la vida depara sorpresas. Andrea García, jerezana de 31 años natural de Cuartillos, vive desde hace cuatro años en Dubai, la ciudad de Emiratos Árabes con edificios ultramodernos y muchísimos macroproyectos. Le atraía la idea de involucrarse en trabajos de gran calibre y, tras visitar a un amigo, se animó.
Arquitecta de profesión, estudió el grado en la Universidad de Sevilla y, durante esta etapa, se formó en México, donde estuvo rodeada de personas de diferentes países y culturas. Fue en esa estancia cuando “me hice un poco adicta a no dejar de dar vueltas”. Tras volver para acabar la carrera y hacer prácticas en el estudio del urbanista Manuel Ángel González Fustegueras, en Jerez, decidió mudarse a Londres, donde estuvo trabajando en una cadena hostelera “preparando bocadillos y aprendiendo inglés”.
Aunque le encantaba perderse por las instalaciones temporales de cualquier galería de arte, la jerezana regresó a su tierra para seguir en su sector en Emuvijesa, a través de un programa de la Junta. Después, voló a Madrid donde completó una especialidad en instalaciones efímeras y museografía. Corría el año 2018 cuando Andrea consiguió unas prácticas universitarias en Empty. “Yo sabía que tenían proyectos en Dubai y les dije que estaba interesada, me contrataron y dos meses después, el 30 de octubre, estaba volando para allá”, cuenta al otro lado del teléfono con una diferencia horaria de unas tres horas.
Cuando pisó suelo emiratí, comenzó a trabajar con un equipo de 20 españoles en el diseño de un museo sobre la historia de Dubai, enmarcado en un conjunto llamado Shindagha, ubicado en la zona más antigua de la ciudad, proyecto en el que el Gobierno había realizado una gran inversión. “Los salarios que te ofrecen aquí frente a los 1.200 de España merecían mucho la pena”, dice la jerezana que, a su llegada, no notó “ningún choque cultural” pero sí algo en la sociedad que le llamaba la atención.
“Hay dos clases sociales completamente diferentes, el paquete de los países del primer mundo, y la clase obrera provenientes de asía en su mayoría cuyas condiciones laborales son más duras”, explica. De esta mezcla, extrae su jugo ya que asegura que aprende muchísimo de este 90% de expatriados en Dubai. “Te abre los ojos a un contexto global mucho más interesante que el que juzgar solo desde el punto de vista de un ciudadano europeo. Los valores que mis padres me dieron siempre estarán en mi, pero aprender a observar, preguntar y empatizar es la mejor lección que se aprender cuando vives en un país extranjero rodeada de tantas culturas”, comparte Andrea.
"Dubai es una burbuja"
En 2020, la pandemia arrebató el empleo a esta jerezana. La empresa se quedó sin proyectos y prescindió de su contrato de forma abrupta. Hasta entonces, chapurreaba el inglés, pero no fue hasta este momento en el que se empapó del idioma por una razón, entrar en otras entidades. Y así fue, pronto logró un puesto de trabajo en Aecom, un gigante de las infraestructuras a nivel mundial desde donde coordinaba a varios equipos para el diseño de un macro centro comercial con un millón de metros cuadrados.
“Un año y medio después me cansé, trabajaba 16 horas al día y acababa muy cansada”, comenta la arquitecta, que siguió su camino en una empresa británica, en la que actualmente realiza trabajos de coordinación para el diseño de un resort que se instalará a dos horas de Neom, la megaciudad tecnológica prevista a orillas del mar Rojo en una zona desértica.
La jerezana se siente a gusto en un país cuya religión oficial es el Islam. La tolerancia impera en parte, debido a que la mayoría de la población es extranjera. Desde que llegó, nunca ha tenido ningún tipo de problema por ser mujer.
“Dubai es un poco una burbuja, no tiene nada que ver con otros países musulmanes. Aquí el típico comentario del grupo de chicos con el que te cruzas por España no existe. Nunca se me ha faltado el respeto o me han dicho que me cubra”, expresa.
Puede ir en bikini al beach club aunque en los edificios gubernamentales debe taparse los hombros y las rodillas, por respeto a la cultura. “El respeto es total siempre que seas respetuoso con la cultura, ya que nosotros somos los que venimos aquí y los que nos tenemos que adaptar. Los emiratis, hombres y mujeres, aunque siguiendo la tradición, también se mezclan entre los expatriados sin problemas. Yo misma tengo amigas y amigos saudíes y emiratíes con los que salgo los fines de semana", dice Andrea.
A una hora en avión de la localización donde la jerezana sujeta el teléfono se celebra el polémico Mundial 2022. Desde su inicio, Andrea ha notado el movimiento “brutal” que acarrea este evento multitudinario. Los vuelos diarios a Doha, en Qatar, han aumentado hasta 25 y los billetes están por las nubes. Según cuenta, los aficionados solo van al país anfitrión para ver los partidos, pero, la mayoría prefiere desplazarse a Dubai o Abhu Dabi.
Aunque sea el destino favorito y un punto estratégico de unión entre Asia y Europa, para ella no es la ciudad idílica. La que parece ser el sueño de todo arquitecto por sus edificios modernos y sus rascacielos -Dubai alberga el más alto del mundo-, no es lo que más le apasiona.
“Las infraestructuras no están diseñadas para pasear y durante los meses de verano ni siquiera sales a la calle porque la temperatura es de 40 grados y la humedad del 80%, lo que significa una sensación térmica de 52 grados”, añade.
Como todo, ella valora los pros y contras de vivir en esta ciudad. No paga impuestos, pero tampoco cotiza y no tiene acceso a ayudas si se queda sin trabajo. La seguridad social no existe, es la empresa la que le proporciona el visado y el seguro médico. “Se ahorra mucho porque los sueldos son muy buenos, pero la vida cuesta tres veces más que en España”, reflexiona.
"El respeto es total siempre que seas respetuoso"
Entre puntos de vista, recuerdos y pensamientos que rondan por su mente, Andrea esboza su vida fuera de su país natal, una experiencia que anima a realizar a los jóvenes y no tan jóvenes. “Si te quedas en una ciudad durante el resto de tu vida y solo sales para viajar un par de semanas, no te enteras de lo que va la película. Cuando vuelves a casa hay mucho que aportar” añade esta jerezana a la que le cambió la perspectiva. Ella disfruta sumergiéndose en las historias de las personas, descubrir vivencias y ver que “lo que ves no es lo que te han contado”.
De momento, volver a España no está en sus planes, al menos un año más. “Me encanta estar aquí y encontrarme mil historias de gente que te da diferentes puntos de vista. Aunque quién sabe que otros periplos están por llegar.
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