Un campamento de verano en Bernedo, Álava, está siendo investigado tras las denuncias de varios padres que aseguran que sus hijos, de entre 13 y 15 años, regresaron después de 15 días relatando una experiencia “traumática”. Según sus testimonios, los menores habrían compartido habitaciones y duchas mixtas junto a los monitores, quienes incluso se bañaban con ellos, hacían toples y, en ocasiones, se movían por las instalaciones “sin sujetador”.
Los padres sostienen que estas prácticas se justificaban bajo el argumento de que, si alguien no se identificaba con el género masculino o femenino, podía sentirse “categorizado”. Este planteamiento habría llevado a situaciones que muchas familias consideran inaceptables y que han desatado un debate sobre los límites en actividades educativas y de ocio con adolescentes.
Denuncias y versiones enfrentadas
La Policía autonómica abrió diligencias tras recibir las denuncias de los progenitores, quienes conocieron lo sucedido a través de cartas que sus hijos enviaron desde el campamento, ya que permanecieron aislados sin acceso a teléfonos móviles. En esas misivas se describían escenas de duchas mixtas y monitores que, según los testimonios, deambulaban desnudos.
Algunos padres afirman que varias adolescentes han necesitado atención psicológica tras la experiencia. “Algunas han salido traumatizadas”, aseguraron, mientras subrayaban la preocupación por los efectos emocionales que estas prácticas habrían dejado en los menores.
Los responsables del campamento, por su parte, niegan que hubiera obligación de desnudarse y defienden que su propuesta buscaba que los participantes vivieran “su propia desnudez y su cuerpo con naturalidad”. Una versión que contrasta con los relatos de las familias, que insisten en que los adolescentes se sintieron presionados y expuestos.
En las instalaciones aún se pueden observar detalles que llaman la atención. En el muro del patio aparecen dibujos de gnomos y setas, entre ellos una figura femenina desnuda con la inscripción “Libre y rebelde”. En la fachada del edificio destaca también una frase en euskera de la banda Negu Gorriak: “El pueblo es el cuerpo, el idioma, el corazón”. Estos símbolos, para algunos, representan el espíritu del lugar; para otros, se han convertido en la incómoda metáfora de lo que califican ya como el campamento de las vergüenzas.



