El insomnio juvenil se ha convertido en un problema preocupante en España. El uso intensivo de pantallas, los horarios desordenados y la ausencia de educación sobre el descanso están provocando un deterioro generalizado en la salud del sueño entre los más jóvenes. La Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño ha reclamado una estrategia nacional para abordar el problema desde las primeras etapas educativas, advirtiendo de que el sueño debe considerarse un pilar esencial de la salud pública.
Un tercio de los adolescentes duerme mal o demasiado poco
El presidente de la federación y neumólogo, Carlos Egea explicó en la Cadena Ser que “casi un 35% de los jóvenes en España tiene problemas de sueño. Estamos ante una pandemia silenciosa”. Los datos revelan que uno de cada tres menores de 16 años duerme mal o duerme menos de las horas recomendadas, lo que repercute directamente en su concentración, su rendimiento escolar y su estabilidad emocional. Según los especialistas, el 15% de los adolescentes recurre a fármacos para tratar de paliar el insomnio, un hábito que preocupa a los médicos por sus efectos a largo plazo.
La coordinadora de estudios de trastornos de vigilia y sueño Celia García Malo ha advertido que muchos fármacos y productos que se venden contra el insomnio “no tienen una base científica y, lejos de ayudar, lo único que propicia es que la persona no consulte y que se cronifique aún más el problema del sueño”. Los expertos insisten en que el uso de medicamentos sin diagnóstico ni seguimiento médico puede agravar la dependencia y perpetuar el trastorno.
Los adolescentes españoles, apuntan los especialistas, no alcanzan las ocho horas de sueño recomendadas. Este déficit no solo afecta al descanso diario, sino también a procesos biológicos clave como la producción de la hormona del crecimiento o la consolidación de la memoria, fundamentales en las etapas de desarrollo.
Egea explicó que “cuando dormimos no es solo para descansar. Hay sustancias que oxidan el cuerpo, y si no se eliminan, las neuronas se desgastan como las ruedas de un coche que nunca se detiene”. Según el especialista, el sueño actúa como un proceso de “limpieza cerebral” que elimina desechos metabólicos y protege las neuronas frente al deterioro cognitivo.
El neumólogo insistió en la necesidad de formar a los niños y adolescentes en la cultura del descanso. “Nos enseñan a usar tenedores, a ir al baño, a sumar, pero nadie nos enseña a dormir. Dormir menos de siete horas o más de nueve se asocia a una menor esperanza de vida. Si uno no duerme, está entrando en un problema serio, global, de cuánto tiempo va a vivir”, subrayó Egea. Los expertos coinciden: dormir bien no es un lujo, sino una herramienta esencial para vivir más y mejor.


