Detrás de todo el barullo político en torno a las listas de espera por una intervención quirúrgica, hay personas con historias reales, para las que su día a día supone un calvario. La ansiedad y la impotencia de aguardar una operación, la dificultad para encontrar trabajo o los complejos físicos impactan en la calidad de vida de estas personas, que observan con frustración cómo pasan los meses sin recibir noticias.
Es el caso de Pilar Gutiérrez Sambruno, jerezana de 49 años, que necesita una intervención para aliviar las molestias de un orificio que tiene junto al ombligo, como consecuencia de una operación que tuvo lugar hace ya dos años, en la que extirparon varios miomas.
Su historia es la de años de lucha constante: "A los 28 años me operé de endometriosis ovárica por laparoscopia. Luego tuve un embarazo de mellizos y me hicieron una histerectomía, y todo fue bien. Para la última operación, tenía unos miomas muy grandes, y me decían que hasta que no me imposibilitara estar de pie no me operaban. Hasta que un médico dijo que sí. Tenía que cocinar sentada, hasta ese punto te dejan para operarte", explica la propia Pilar. Y le sometieron a la intervención en el Hospital de Jerez.
Pilar lleva dos años viviendo un calvario como consecuencia de una operación anterior
En esa operación de hace dos años, encontraron "de casualidad" células premalignas en el cuello del útero. "Me lo dijeron por teléfono, y perdí el habla, porque me dijeron que en dos años más hubiera tenido el 75% de posibilidades de tener cáncer", relata. Su abuela falleció de cáncer de cuello de útero, por lo que su caso es genético, según explica. Afortunadamente, cuenta, los resultados de las últimas biopsias son buenos.
Pero ella no percibe mejoras en su calidad de vida, al revés. Porque durante esa extirpación de los miomas, hace ya dos años, se le creó una acumulación de líquido en un punto al quitarle las grapas y, como consecuencia del drenaje, le quedó un orificio en el abdomen. "Estuve hasta cuatro meses drenándome todos los días y todavía tengo eso que no me ha cerrado. Me decían: eso ya cerrará, ya cerrará…", explica Pilar. En una ocasión, cuenta, le dejaron una gasa dentro.
Las consecuencias de esa operación aún duran, e incluso le costó volver a caminar. "Todos los días me proponía dar un pasito más", rememora.
En febrero, su médico de cabecera solicitó la operación para Pilar, pero aún no ha tenido consulta con el cirujano. No sabe en qué consistirá la operación, ni cuándo será. Tiene miedo de que vuelvan a tener que abrirle, y de que ese orificio que imposibilita su día a día no cierre nunca. "Por favor, entonces no termino nunca, si otra vez empezamos a abrir el agujero… Que no soy una pared", se sincera la jerezana.
Su calidad de vida se ha visto gravemente afectada. No encuentra trabajo, porque, además, necesitaría un oficio en el que pudiera permanecer sentada y en el que pudiera lavarse con frecuencia el orificio y aplicarse Betadine, su aliado durante estos dos años. Mientras tanto, no deja de estudiar y prepararse, y de hacer todo lo posible por estar en las mejores condiciones de cara a la operación. "Hago deporte, estoy dejando de fumar, he cogido peso...", relata. Ha llegado incluso a enviar las fotos de su cicatriz al Ayuntamiento de Jerez, por si necesitase justificar un posible consumo excesivo de agua.
El mayor impacto es quizá en su salud mental y emocional. Pilar relata que, especialmente cuando llega el calor y comienza a sudar, la abertura del abdomen despide un cierto olor que le genera un gran complejo, junto con el pliegue de piel que ha quedado. "No quiero quedarme de revista, solo quiero tener calidad de vida", aclara.
A eso se unen las consecuencias que tiene la propia espera para la operación. "El picor, las heriditas… Claro que crea ansiedad. Me quiero rascar y no puedo, porque me lo pongo peor todavía. He estado también en salud mental, y no tengo ningún problema grave, pero sí ansiedad. A cualquiera que esté esperando una operación, y no llega y está con dolores, le da ansiedad", aclara.
La experiencia en cuanto a las listas de espera de Pilar no es un caso aislado. Al finalizar el año 2023, 205.005 andaluces se encontraban en lista de espera para una intervención quirúrgica, un incremento del 19,2 por ciento. De estas más de 200.000 personas, un 38% llevaba esperando más de seis meses.
No obstante, en estas cifras, ya de por sí alarmantes, no aparecen personas como Pilar, que, si bien hasta este febrero no estaba propiamente en la lista de espera, sí encontraba mermada su calidad de vida.
La jerezana enfatiza que ella no culpabiliza a los profesionales sanitarios, ni al Hospital de Jerez, pero "entras en lista de espera y no sabes cuándo te van a operar", reflexiona. Mientras tanto, su día a día sigue siendo difícil. "Solo quiero que esta sea la última, la definitiva. Una más y ya está", se sincera Pilar.
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