El 23 de julio de 2025 sería un día como otro cualquiera si no fuera porque es una pequeña efeméride, como son los dos años transcurridos desde las últimas elecciones generales, las de la derrota del PSOE que se presumió victoriosa y que así fue. Pedro Sánchez olió esa noche que tenía serias opciones de sumar una mayoría de gobierno –dejémonos de eufemismos: ya lo sabía– aunque luego le pusieran algo de espino hasta que el 21 de noviembre, cuatro meses después, pudo ser proclamado por tercera vez presidente.
¿Qué ha ocurrido estos dos años, la primera mitad de la legislatura? En primer lugar, hay que recordar que fue Santos Cerdán quien negoció la mayoría de los acuerdos con otros grupos parlamentarios para sumar esa mayoría que permitió la investidura (estirada hasta el límite con Junts y PNV como nuevos 'partidos de progreso'), con un nivel de exigencia en los pactos sorprendente (por lo bajo): luego supimos que tal vez, solo tal vez, porque en realidad el nº 3 de los socialistas estaba ya a otras cosas.
En último lugar, a modo de paradigma, nos vamos a fechas tan recientes como el pasado martes, a la enésima derrota parlamentaria de los socialistas, que no pudieron sacar adelante el llamado decreto 'antiapagones', una más de las cien iniciativas parlamentarias que a lo largo de la legislatura le han echado para atrás en el Congreso (por no hablar de otras que llevan meses 'agazapadas' a la espera de sumar mayoría: ahí está la ley de las 37,5 horas de jornada laboral).
Por medio, estalló, una vez más, el problema de la corrupción, primero entre las huestes socialistas –Koldo, Ábalos, Cerdán... por no hablar de los problemas de la familia del propio Sánchez– y después en las del PP, después de que se dieran a conocer los tejemanejes de Cristóbal Montoro –y su cúpula– en el Ministerio de Hacienda durante el gobierno de Rajoy, algo que ha venido a reavivar los ánimos socialistas. Todo ello ha conformado una acción de gobierno muy complicada, en la que es difícil separar la gestión del ruido que genera.
Una vez hecho el resumen, que vienen a ser, digamos, las reglas del juego que los propios partidos han establecido, queda plantearse qué se puede esperar en los próximos dos años, algo que resulta muy fácil de esquematizar: el PSOE piensa aguantar pase lo que pase –o casi, veríamos que ocurre si hubiera otro arreón con el tema de la corrupción– y el PP da por finalizada la legislatura, va a seguir instalado en el no y va a insistir en pedir la convocatoria inmediata de las urnas.
Mientras cuestiones como la vivienda, el alquiler, los bajos sueldos, la sanidad o el transporte ferroviario siguen a la espera de soluciones, los españoles se preparan para vivir otros dos años en los que lo único seguro será el ruido, pase lo que pase...
