En estos días salen a la luz muchísimos testimonios de candidatos y candidatas a las oposiciones a docentes en Andalucía. La indignación es palpable tras las innumerables denuncias por irregularidades e invalidaciones que se han dado este año. Luchan por un sistema justo acorde con el gran sacrificio que conlleva estudiar una oposición.
Más allá de los resultados, está la cantidad de horas dedicadas al estudio. La constancia es una aliada en este proceso que no todo el mundo vive igual. Una opositora de Sevilla ha querido compartir su caso con lavozdelsur.es. Ella es madre de un niño de dos años y tiene discapacidad.
En concreto, menciona artritis, hernia, escoliosis, fibromialgia y un síndrome raro que le afecta a los huesos, entre otras patologías. Para personas como ella, el esfuerzo es doble. Este año ha sido la quinta vez que se ha presentado a las oposiciones. “Son las primeras después de concederme la discapacidad, que me ha costado lo más grande”, expresa.
La opositora explica cómo ha sido la preparación de estas pruebas en el último año, compaginando la crianza de su hijo con el estudio, además de la carga de sus patologías. “He estado todo el año encerrada, mañana y tarde, madrugando. He estado hasta las cuatro y cinco de la madrugada estudiando y a las ocho mi hijo ya estaba despierto. He sido un zombi todo el año para conseguir lo que quiero de verdad”, expresa.
“Estoy en tratamiento psicológico por el tema de los dolores, porque no acepto mi discapacidad. Quiero hacer mi vida normal, como antes, y no se puede”, comenta esta mujer que ha pasado por psiquiatras.
El día del examen, escribió 34 carillas en las cuatro horas y media que duró la prueba. “Con la artrosis, tenía la mano que se me iba a caer a pedazos. Me dolía a reventar. Pero bueno, lo terminé”, dice recordando la experiencia.
La candidata cuenta que no le dio tiempo a repasar, pero, aun así, salió “loca de contenta” y con buenas sensaciones.
Un resultado inesperado
Cuando consultó sus notas, en una parte había obtenido un 0,72, con el descuento de tres faltas de ortografía; y en la otra, un 6, pero quedó invalidada por las faltas. Así que su nota se queda tal y como estaba. Según explica a este medio, solo necesitaba un 5, pero se había estudiado los 25 temas para poder sacar una buena nota.
En la revisión, el tribunal le trasladó algunos de los motivos. "Me dijeron que mi letra era ilegible”, dice.
Independientemente de los resultados, esta mujer visibiliza el enorme esfuerzo, el tesón por no rendirse a pesar de las dificultades. Por eso, reclama un sistema justo, que valore sus capacidades reales y que no cometa irregularidades que afectan directamente a obtener plaza.
“Esto es muy difícil”, suspira. “Nadie sabe lo que hay detrás de cada persona que se presenta y cómo puede afectarle en su vida. Se lucha mucho para llegar hasta aquí, yo nunca había dejado mi vida por las oposiciones porque sabía cómo estaba todo, y aun así lo hice”, lamenta.
