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La Organización Global de Prevención ante el Bullying (Ogpab.org), dirigida por Victor Alejandro Smoly, ha ofrecido a lavozdelsur.es un análisis de un estudio que ha realizado sobre la realidad del acoso escolar en España.
Basándose en denuncias anónimas llegadas a través de la plataforma de dicha organización, los datos reflejan que el panorama del acoso escolar en España durante 2024 ha sido una problemática alarmante. Un total de 836 denuncias de estudiantes y familias contemplan un informe que pone en “evidencia la magnitud de la violencia escolar, las deficiencias en la respuesta de las instituciones educativas y el sufrimiento de los jóvenes que se enfrentan a estas situaciones.
De las denuncias recibidas, un 52% provienen de escuelas privadas, mientras que el 48% restante corresponde a escuelas públicas. Esto resalta que el acoso escolar no distingue entre instituciones educativas, afectando tanto a los centros privados como públicos por igual.
Un 60% de los estudiantes que han sido entrevistados por Ogpab aseguran haber vivido algún tipo de violencia o acoso escolar durante su tiempo en el colegio o instituto. “Este porcentaje se agrava aún más cuando observamos que el 89% ha sido testigo de situaciones de abuso, violencia o acoso entre compañeros”.
Inacción y violencia docente
La violencia, como recoge este informe, no solo proviene de los propios estudiantes, sino también de los docentes y educadores. El 42% de las denuncias hacen referencia a abusos, maltratos o humillaciones por parte de los profesores o educadores.
La inacción y el desinterés son las notas predominantes a la hora de abordar esta violencia escolar por parte de las autoridades educativas. Un alarmante 81% de los estudiantes denuncia la falta de interés de los directivos en activar los protocolos de prevención y respuesta ante el acoso escolar. A esto se suma que un abrumador 93.3% considera que los directivos no se preocupan por la seguridad e integridad de los estudiantes víctimas de acoso.
Esto provoca un impacto psicológico importante, un sufrimiento que difícilmente se pueda borrar con el paso de los años. El acoso escolar deja secuelas profundas en la salud mental de los estudiantes. El 48% de los denunciantes, como destaca la referida organización, ha experimentado pensamientos suicidas como consecuencia de la violencia escolar. Un 18% ha buscado en internet opciones para suicidarse, mientras que un 12% ha intentado atentar contra su vida, ya sea mediante ahorcamiento o cortes en distintas partes de su cuerpo. Estos datos son estremecedores y subrayan la urgencia de una intervención efectiva y una respuesta inmediata ante esta crisis.
La realidad, por desgracia, no ofrece ningún tipo de esperanza. El 69% de los estudiantes ha experimentado deseos de abandonar sus estudios debido a los efectos del acoso escolar. Esta estadística refleja cómo el ambiente escolar hostil afecta el rendimiento académico y la motivación de los jóvenes, llevándolos a considerar la deserción como una forma de escapar de su sufrimiento.
A esto se suma la carencia de empatía y de valores. Solo el 14% de los estudiantes ha sentido apoyo por parte de los docentes, maestros o educadores al manifestarles que estaban siendo víctimas de violencia o acoso. Este dato refleja una más que preocupante falta de empatía y compromiso por parte del profesorado para proteger y asistir a los estudiantes en situaciones de vulnerabilidad.
Cero respaldo de las instituciones
Sin respaldo de las direcciones de los centros ni de las instituciones, la opción que les queda muchas veces a las familias es la de cambiar de centro educativo. En este sentido, un 4% de los encuestados ha optado por cambiarse de colegio a causa del acoso escolar que vivieron, lo que subraya el alcance de este problema y la ineficacia de las medidas adoptadas por algunas escuelas.
Ogpab define esta violencia en las aulas como “terrorismo escolar”. Desde tal organización señalan que “con el incremento descontrolado del suicidio entre niños y adolescentes debido al acoso escolar, nuestra organización y nuestros aliados, hemos llegado a la conclusión de que el bullying debe ser considerado, más allá de una simple forma de acoso, como un fenómeno de terrorismo escolar. Esta etiqueta refleja la gravedad del problema: el acoso escolar no solo destroza la autoestima de los estudiantes, sino que, en muchos casos, les arrebata la vida. El bullying, en este contexto, se convierte en un acto de violencia extrema, que deja secuelas físicas y psicológicas irreparables, y que puede terminar en una tragedia fatal”.
Desde la Organización Global de Prevención ante el Bullying también realizan una llamada de atención a muchas organizaciones españolas. "Son pocas las que trabajan de forma genuina y desinteresada para combatir el acoso escolar. Estas entidades, con recursos limitados, se enfocan en la prevención, la educación y el apoyo a las víctimas. Sin embargo, la mayoría de las ONG parecen más interesadas en beneficiarse de su estatus, captando fondos y donaciones sin traducir esas promesas en acciones concretas. Este enfoque no solo desperdicia recursos, sino que también traiciona la confianza de quienes apoyan estas causas y no se salvan vidas".
Para Ogpab, la lucha contra el bullying requiere "transparencia, ética y compromiso real. No basta con declaraciones de buenas intenciones o campañas mediáticas; se necesitan hechos y resultados tangibles. Cada recurso mal empleado es una oportunidad perdida para ayudar a quienes realmente lo necesitan. Es momento de exigir estándares más altos y apoyar a las pocas manos verdaderamente comprometidas con la causa, porque detrás de cada caso de acoso hay vidas que merecen ser protegidas".
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