50 años de Ciencias en Cádiz: la facultad "referente en microscopios" que crece en plena naturaleza

El primer centro del Campus universitario de Puerto Real de la UCA, que al principio solo ofertaba estudios de Química, conmemora medio siglo de evolución hasta adquirir reconocimiento internacional en varios ámbitos

La Facultad de UCA  cumple 50 años de clases y laboratorios.
La Facultad de UCA cumple 50 años de clases y laboratorios. CANDELA NÚÑEZ

Hoy no se observan gallinas revoloteando en las inmediaciones. Las cristaleras desvelan un día lluvioso en pleno parque natural Marisma de los Toruños y Pinar de la Algaida. El escenario donde un grupo de estudiantes aprende Física rodeado de naturaleza no es otro que la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cádiz. Desde el Campus de Puerto Real, se toman apuntes de las propiedades mecánicas de los huesos al mismo tiempo que varios investigadores se protegen con la bata y los guantes, por si acaso cae ácido en sus manos.

Este centro universitario cumple medio siglo de vida entre probetas, compuestos y elementos de la tabla periódica que hoy está grabada en una de las escaleras. “Cuando yo estudiaba, la facultad llegaba hasta aquí y había una salida a unas pistas de tenis”, dice José Manuel Gómez, decano desde 2015, pisando el plutonio y el helio.

Han pasado 50 años desde que abriera sus puertas la primera facultad que se construyó en este campus, por entonces inexistente. El isleño, que tiene casi la misma edad que el lugar en el que aterrizó en 1986, es la décimo tercera persona que se pone al frente del decanato. Cuando finalizó la licenciatura de Química, allá por el año 1991, realizó su tesis y obtuvo una plaza como profesor del área de Ingeniería Química, desde donde imparte clases en la actualidad.

José Manuel en una de las escaleras de la facultad.
José Manuel en una de las escaleras de la facultad.   CANDELA NÚÑEZ

Como alumno, investigador, profesor y, hace ocho cursos, decano, José Manuel conoce como la palma de su mano la facultad que ahora pisa desde su despacho, que abandonará en mayo de 2023 cuando finalice su mandato. Sentado frente a una ventana que deja ver la biodiversidad del parque metropolitano, se remonta al año 1972.

"Hay profesores en activo de la primera promoción"

Fue el 30 de noviembre de ese año cuando la creación de esta facultad salió en un decreto de Francisco Franco. Pero fue el 14 de diciembre cuando el BOE recogió el nuevo espacio para el conocimiento que se instalaría en Puerto Real. “Mientras que se construía el edificio, comenzó en lo que hoy es la facultad de Ciencias del Trabajo, entonces llamado Colegio Universitario de Cádiz, en Cádiz Capital. Allí, en la planta baja estaban los alumnos de letras y filosofía y, en la alta, los de ciencias”, explica el decano.

En aquellas aulas, todavía dependientes de la Universidad de Sevilla, estudiaron personas que hoy en día forman parte del equipo docente. “Todavía tenemos profesores en activo de la primera promoción de Química”, comenta el isleño. Por entonces, el centro solo ofertaba estudios de Química, incluso era conocido como “facultad de química” en lugar de “de ciencias”.

El decano durante la entrevista con lavozdelsur.es.
El decano durante la entrevista con lavozdelsur.es. CANDELA NÚÑEZ
Varios estudiantes en los laboratorios de la planta piloto.
Varios estudiantes en los laboratorios de la planta piloto.   CANDELA NÚÑEZ
Una clase en uno de los laboratorios del edificio.
Una clase en uno de los laboratorios del edificio.   CANDELA NÚÑEZ

En el curso del 77/78, el alumnado se mudó a las nuevas instalaciones, que continuó con esta única rama hasta principios de los noventa, cuando comenzó a ampliarse la oferta. “Aquí no había nada, todo era campo, el edifico se construyó en un terreno que era propiedad de una vaqueriza”, cuenta José Manuel que ha vivido en sus carnes la evolución no solo de la facultad sino del campus universitario.

La Facultad de Ciencias permaneció en mitad del paraje, en soledad, durante unos siete años, hasta que se inauguró la Facultad de Educación, la misma que se trasladará a Valcárcel en unos años. “En mi época de alumno, a principios de los noventa, lo que ahora es el Casem era un campo de fútbol donde se hicieron las primeras fiestas pro campus”, recuerda el isleño que, en aquel tiempo, ya percibía carencias en el transporte público al no existir un servicio directo. “Es un problema endémico que, aunque se ha mejorado, sigue existiendo, no hay conexiones con algunos municipios”, sostiene.

Una clase de Física en la Facultad de Ciencias de la UCA.
Una clase de Física en la Facultad de Ciencias de la UCA.   CANDELA NÚÑEZ

El complejo fue evolucionando a la vez que la Facultad de Ciencias daba la bienvenida a los primeros estudiantes de Matemáticas o de Ingeniería Química, que existía como título. Después llegó la licenciatura de Enología, a la que podían entrar alumnos y alumnas de Farmacia, Biología y el resto de ramas tras los tres años reglamentarios. Tras los inevitables cambios en los planes de estudio, surgió una oferta renovada y variada que está compuesta por cinco grados, tres dobles grados y seis másteres. “Todos los títulos que impartimos están acreditados a nivel nacional y algunos, internacional. Por ejemplo, el grado de Ingeniería Química tiene un sello europeo de calidad, es decir, su alumnado tiene plenas competencias profesionales en cualquier empresa europea”, explica el decano.

Con soltura, muestra cada rincón donde algunos estudian, otros buscan el despacho de un profesor para ir a tutoría y otros suben las escaleras para asistir a una clase. Trabajo y esfuerzo que comparten más de 300 docentes y unos 1.400 alumnos y alumnas —cada año entran más de 250. Cifras muy distintas a las registradas en los inicios, sobre todo, por la presencia de las mujeres en las carreras STEM. Según explica José Manuel, en los primeros años predominaban los hombres y, en la actualidad, el 51% del alumnado son mujeres.

“Se observa esa evolución en ese sentido, ahora, en cuatro de los grados hay coordinadoras”, señala el isleño, que considera que el crecimiento de esta facultad, en todos los aspectos, se debe “al espíritu de colaboración”. Para él, “siempre ha sido una gran familia y eso sigue transmitiendo a día de hoy”.

Varias alumnas realizan una práctica en un laboratorio.
Varias alumnas realizan una práctica en un laboratorio.   CANDELA NÚÑEZ
Una estudiante toma apuntes en la Facultad de Ciencias.
Una estudiante toma apuntes en la Facultad de Ciencias.   CANDELA NÚÑEZ

El afán del personal por mejorar se ha manifestado a lo largo de los años. José Manuel atraviesa un largo pasillo y se adentra en los Servicios centrales de investigación en ciencia y tecnología, que no dependen de la facultad pero sí se alojan en ella. En distintas salas se divisan equipamientos pesados que llegaron a base de peticiones de los propios investigadores, agrupados en asociaciones con la motivación de ampliar sus estudios.

"Solo hay dos microscopios como este en Europa"

“Están reconocidos como una infraestructura científica de especial relevancia a nivel nacional”, dice entre microscopios electrónicos basados en distintas técnicas que tienen sala propia. El más llamativo de todos es el conocido como Titán, que llegó hace unos siete años y se ha consolidado como la estrella de la casa. Solo hay dos como él en toda Europa, el que una investigadora está manejando desde Puerto Real, y el que usan en Francia.

“Se tuvo que hacer una obra especial para poder instalarlo porque no entraba, necesitaba un equipamiento auxiliar y una adecuación”, explica. Tres millones de euros para conseguir millones de aumentos. Un paso más que convierte a esta facultad en referente en el tema de la microscopia electrónica.

Sala del microscopio Titán.
Sala del microscopio Titán.   CANDELA NÚÑEZ
Un investigador controla el Titán a través de monitores.
Un investigador controla el Titán a través de monitores.   CANDELA NÚÑEZ
Cada microscopio tiene su propia sala.
Cada microscopio tiene su propia sala.  CANDELA NÚÑEZ

Uno de los puntos fuertes del centro es la comunidad investigadora, repartida en más de 40 grupos que generan cientos de estudios al año y en los institutos de Biomoléculas y de Microscopia electrónica y materiales. Sus integrantes trabajan con esmero en las instalaciones, hoy muy diferentes a las originarias. En 2011 se llevó a cabo la ampliación con un nuevo edificio conectado al inicial, y en 2016 la zona más antigua se sometió a una remodelación. Las puertas dejaron de ser de madera adoptando un aspecto más moderno.

Cientos de estudiantes aprenden en las aulas, asimilan conocimientos en las salas de estudio o merodean por las torres Sur, Norte y centro en dirección a los nueve departamentos instalados en esta facultad. El alumnado de Enología realiza sus prácticas en el aula de catas y el resto, se adentra en los distintos laboratorios.

Un martes cualquiera, en la clase de Química Analítica, que imparte la profesora Ana Ruiz, los estudiantes usan tubos de ensayo de cristal para completar un ejercicio que consiste en determinar si las muestras tienen cationes. “Le echamos distintos reactivos para ver si van reaccionando y van cambiando de color. Así identificamos si tienen Níquel o Zinc. Es una práctica muy visual y muy gratificante para ellos porque lo ven”, comenta la docente del departamento de Química Analítica.

La profesora Ana Ruiz explica una práctica de la asignatura Química Analítica.
La profesora Ana Ruiz explica una práctica de la asignatura Química Analítica.   CANDELA NÚÑEZ
Una alumna realiza la práctica de Química Analítica en el laboratorio.
Una alumna realiza la práctica de Química Analítica en el laboratorio.   CANDELA NÚÑEZ

El espacio donde se encuentran, en nada se asemeja a las primeras estancias. “El edificio era muy primitivo, lo conocí en una situación muy precaria”, comenta José Manuel, que cuando comenzó como alumno colaborador, “me encontré un laboratorio vacío, sin nada de equipamiento”.

Con los años, los avances se palpan. Ahora solo quedan recuerdos y vivencias de aquella época, y materiales que han quedado como reliquias antiguas propias de museo. A unos metros de una exposición que reúne algunos de los equipos ya en desuso, varios artefactos reposan en vitrinas, en las que se acaba de observar el reflejo del decano al pasar frente a ellas.

El decano de la Facultad de Ciencias junto al panel conmemorativo.
El decano de la Facultad de Ciencias junto al panel conmemorativo.   CANDELA NÚÑEZ

Desde que alcanzó este cargo de gestión, los cambios han sido notables. Por ejemplo, un máster en Química que estaba “a punto de desaparecer” se transformó en dos másteres nuevos, uno de Química Médica —que solo se imparte en dos universidades en España— y otro de Nanociencia y tecnología de materiales. Satisfecho con su labor, el isleño reconoce que aún quedan aspectos por mejorar. “El próximo reto es acreditar al centro con un sello de calidad, no solo a los títulos”, dice. Pero eso ya le tocará a la persona que tome el relevo.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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