Vinoble ha vuelto, eso es lo importante. Pandemia de por medio, hacía cuatro años que no se celebraba y volver a arrancar cuesta. Ahora se abre un tiempo para el análisis y, créanme, hay materia para hablar largo y tendido, para ver dónde estamos 24 años después de que tuviera lugar la primera edición de esta cita y ver hacia dónde se quiere ir.
Recogidos a pie de expositor –se podría decir- hay dos temas fundamentales en los que hay amplia coincidencia entre los participantes de esta edición: falta de universalización y falta de lo que podríamos llamar algún “aliciente”, algún “aliciente importante”.
Del primer punto cabe recordar que ya advertíamos en el artículo de hace unos días que la presencia de algunos de estos vinos internacionales únicamente a través de empresas importadoras no era suficiente, se echa en falta la presencia directa de las propias empresas productoras de los vinos y también de las organizaciones que están detrás, tanto instituciones como asociaciones empresariales, tanto da. Este hecho da lugar a una evidente paradoja: Jerez critica que haya demasiado jerez (y manzanilla) en el salón. Así es. Por momentos parece una feria andaluza y no internacional, dada la abrumadora presencia de Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla, Condado de Huelva, Montilla-Moriles y Málaga.
El otro tema al que hacíamos referencia, el del “aliciente”, es más difícil de abordar, ya que, según se mire, roza el mundo de lo intangible y se puede referir tanto a algo absolutamente ajeno al mundo del vino –una actuación de algún artista determinado, por ejemplo- como a la presencia clave de alguien relacionado con el vino, aspecto este más difícil de entender ya que precisamente este año estaban en el salón a pie de expositor ‘prima donnas’ del sector a nivel nacional e internacional como Peter Sisseck, por ejemplo… O tal vez aquellas míticas catas de ‘Chateau d’Yquem’ o el potente ‘off’ Vinoble que llegó a haber, por ahí tal vez haya “alicientes”, no sé…
Luis Flor, uno de los responsables de la organización de Vinoble, en conversación informal con este cronista, reconoció la primera cuestión, la falta de universalización, si bien relacionó la universalización obtenida por el salón en sus ediciones iniciales con determinadas prácticas de comisariados anteriores que él no comparte y que, además, hoy por hoy, el salón no podría permitirse, dado el ajustado presupuesto con el que trabaja, entre otras razones al no contar con una subvención de la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía. El dinero como condicionante, sin duda.
Flor responde a otras quejas, temas ya más de detalle. Por ejemplo, contrariamente a lo que se percibe o piensan los expositores que están en los patios, “se riega todos los días; es verdad que muy pronto, pero se riega”. La disponibilidad de agua es otro tema que se plantea y cree que es algo que podría estudiarse… pero bueno, no son temas de concepto (y afortunadamente la temperatura durante los tres días del encuentro ha sido muy buena).
Veremos a ver qué ocurre. No voy a decir que hay decepción con Vinoble en el sector del vino de Jerez, pero es un hecho que las cinco o seis opiniones recogidas informalmente sobre la marcha coinciden en estimar que hay que dar pasos adelante –o pasos atrás para recuperar lo que fue en su día esta cita, según se mire- porque este salón tiene pleno sentido cuando los vinos de Jerez se miden a otros grandes vinos internacionales, sin duda… A este cronista le consta que el sector quiere hablar –y de verdad- sobre el futuro de la muestra, que esta vez, cuando se habla de realizar un análisis de la situación no es la típica frase hecha que roza el hablar por hablar…
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