El trabajo en viñas del Marco de Jerez, pero en las de hace un siglo

'La viña de Jerez. Por un obrero' es una curiosidad escrita en 1925 por Manuel Paz, "un obrero viticultor", que ha sido editada por Peripecias Libros con una introducción y un apéndice fotográfico de Miguel Lara

'La viña de Jerez. Por un obrero' cuenta con un estupendo apéndice fotográfico complementario.
'La viña de Jerez. Por un obrero' cuenta con un estupendo apéndice fotográfico complementario. JUAN CARLOS TORO
13 de diciembre de 2025 a las 07:45h

La viña de Jerez. Por un obrero es una auténtica curiosidad que acaba de editar Peripecias Libros. Su autor es Manuel Paz Guerrero, que nos cuenta cómo eran distintas labores de la viña hace exactamente un siglo, ya que el librito, realmente un opúsculo (editado en facsimil, por cierto), está escrito en 1925… La edición, que corre a cargo de Miguel Lara, se completa con un bonito “apéndice fotográfico” en blanco y negro, con una visión deliberadamente retro tanto del paisaje del Marco de Jerez como de determinados trabajos y útiles todavía presentes en su viticultura.

Pero vamos al autor. Si echamos la vista atrás exactamente un siglo y hablamos de bodegas, todos sabemos, damos por supuesto, que en González Byass estuvo al frente un González, igual que en Domecq un Domecq o en Barbadillo un Barbadillo, solo se trata de consultar quién exactamente y durante qué período estuvo al frente.
Pero, como diría Miguel de Unamuno, ¿qué ocurre con la intrahistoria? ¿Qué pasó, qué fue de las personas desconocidas, pero en absoluto insignificantes, que rodean a los nombres que están en los libros, en los archivos?

libro La viña de Jerez por un obrero  2
La obra data de 1925 y Peripecias Libros ha aprovechado el centenario para su reedición.  JUAN CARLOS TORO

No se sabe apenas nada de Manuel Paz Guerrero, el autor de este libro en el que expone determinadas funciones del día a día del cultivo de la vid, y lo hace a petición expresa del Ateneo. Lo primero que choca es que es alguien, siendo “obrero viticultor”, tal y como se define desde la primera línea, supiera escribir bien. Recuerden los lectores que estamos hablando del campo hace un siglo (en los años 30 se estima que, en total, un tercio de la población española seguía siendo analfabeta) y Manuel no solo se defiende, sino que expresa por escrito perfectamente “su laboriosidad, su arte y su mentalidad”, como él mismo dice.

Vean qué curioso. Paz Guerrero nos habla por ejemplo de la ‘agosta’, la roturación de tierras que se lleva a cabo dicho mes, un “trabajo rudo” que realizan cuadrillas de tres o cuatro obreros o que ya podía hacerlo una máquina bastante rudimentaria llamada malacate. El autor da todo tipo de detalles, incluso económicos, sobre una u otra posibilidad, dejando claro que para los terrenos infestados de malas hierbas el malacate no es una buena idea. El precio de la agosta por aranzada (cerca de media hectárea) en 1925 era, según sus cálculos, de casi mil pesetas si lo hacían las cuadrillas de obreros y de unas 385 pesetas si se hacía con malacate. ¿Entonces? Pues Paz Guerrero lo tiene muy claro: lo que parece barato puede resultar caro, “pues esta economía (entendida como ahorro) de 600 pesetas en muchas ocasiones hay que gastarlas en esgramar y limpiar el terreno, no quedando la tierra en las condiciones de purificación y sazonamiento necesarios para recibir la planta”.

Ya ven. El autor nos explica cosas y sus consecuencias de la viña desde tan adentro como solo lo puede hacer un trabajador del sector.

Paz Guerrero nos sumerge en el vocabulario de la época en las labores de la viña, parte del cual se ha perdido. Ya ha aparecido ‘esgramar’, pero también están ‘viña a barra’, ‘encaracolar’, ‘hacer cajones’, injerta de orejilla, injerta de hombrillo… pero tal vez más significativo es comprobar la variedad de uvas que había en el Marco por entonces, hace un siglo… un período no tan alejado si tenemos en cuenta la historia milenaria de la comarca en cuanto al cultivo de la vid. Así, nos habla de Palomino y Pedro Ximénez, claro, pero también de Beba, Cañocaso y Albillo para los terrenos de albariza, mientras que para los arenosos se prefiere Castellano, Mantuo, Moyar y Garrido Fino.

¿Y cómo es una injerta? Pues, en sus propias palabras, “la obra no es de gran inteligencia, pero sí de gran cuidado”… imposible expresarlo mejor.

Ya decimos: es un libro escrito en su día con una clara vocación técnica sobre las labores de la viña, pero que resulta ameno e incluso por momento delicioso por la facilidad con la que escribe este obrero viticultor.

Volumen, en definitiva, más que interesante, tanto por la introducción y la fotografía de Miguel Lara como por el texto de Manuel Paz Guerrero. Al final ha sido una edición casi contrareloj, pero tenía todo el sentido sacar adelante esta edición 1925-2025.   

Sobre el autor

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Carlos Piedras

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