El caso es que unos 500 agricultores de las campiñas de Jerez y Sevilla no tienen muy claro qué van a hacer, qué van a cultivar la próxima campaña. Se trata, claro está, de los remolacheros. El anuncio de que la planta que AB Azucarera tiene en El Portal (Jerez) no va a molturar remolacha en 2026 (dejando extrañamente abierto el futuro para la campaña del año siguiente y sucesivos) se ha producido en un momento crítico, ya que la siembra de este cultivo en estas dos provincias se lleva a cabo ahora, entre mediados de octubre y noviembre... pero claro, podía haber sido peor, justo durante o después de la siembra.
Había ya aproximadamente unas 4.000 hectáreas comprometidas ((el año pasado fueron 5.900 hectáreas) para cultivar remolacha esta campaña, lo que significa que, con toda seguridad, se hubieran sumado algunos cientos más, hasta que se anunció que no se iba a molturar en El Portal, hace unas dos semanas. Esta decisión ha creado un doble problema a estos 500 agricultores ya que tienen que decidir, y en muchos casos tienen que hacerlo ya, a qué cultivo van a destinar sus tierras y, por otra parte, está por ver qué va a pasar con los 2,65 millones de euros/año de la ayuda acoplada (fondos de la Unión Europea) comprometidos con la zona sur remolachera.
Por lo que se refiere a la primera cuestión, habría que distinguir si las tierras son de regadío o de secano. Si son de regadío se abren muchas más opciones para el agricultor, caso de hortícolas, maíz, algodón (si la parcela está dentro del mapa algodonero) o incluso alfalfa (teniendo en cuenta, eso sí, que es un cultivo plurianual), pero si se trata de secano las perspectivas son cereales, girasol y poco más. Otra opción sería el olivar, ahora tan de moda en la provincia de Cádiz, pero claro, pasarse al olivar es una reconversión en toda regla, no tiene en el corto y medio plazo vuelta atrás y, además, hay que 'aguantar' al menos tres años hasta que el olivo comience a ser productivo.
En Sevilla hay mucho más regadío que en la campiña jerezana –de hecho demostrar la viabilidad de este cultivo con el denominado ciclo inverso, sembrar ahora y recoger el cultivo en verano, al contrario de lo que ocurre en el norte de España, fue clave para 'traer' la remolacha–, aunque también hay regadío en algunas zonas del bajo Guadalete, por lo que el problema es más grave en Jerez, y algunos municipios limítrofes, que en Sevilla.
Consultado al respecto el secretario privincial de Coag, Miguel Pérez, señaló que "hay gente que no sabe qué hacer. De lo que no hay ninguna duda es de que si no se moltura en El Portal, nadie, absolutamente nadie, va a plantar remolacha –dónde iban a llevar el cultivo– pero hay agricultores que siguen dando vueltas a qué podría ocurrir en 2027, si es cierto que está la puerta abierta a que vuelva la producción a El Portal después de un año de parón. Esa variable, complica aún más cualquier decisión".
La otra cuestión son los 2,65 millones de euros anuales de la ayuda acoplada para el conjunto de la zona sur remolachera. Este dinero se da por hecho que se va a perder por lo que respecta a la zona sur, otra cosa es si irá a la zona norte. El problema lo puede tener algún agricultor que se haya podido financiar esta campaña contando a futuros con este dinero que estaba aprobado...
Eso sí, si se confirma más adelante que en 2027 El Portal abrirá sus puertas, nadie sabe qué ocurriría con ese dinero, si hay que renegociarlo desde ahí o hay que empezar de cero. De hecho, otras fuentes consultadas dicen que la Consejería de Agricultura llegó a ofrecer una ayuda extra a Azucarera –se habla de 1,2 millones de euros– para que se molturara esta campaña en Jerez, pero no ha habido manera de llegar a un acuerdo con la industria.
La ayuda de acople, alguna ayuda agroambiental e incluso la ayuda directa de la PAC (el llamado pago básico) es lo que mantenía en la zona cierto interés por la remolacha más que lo que propiamente paga la industria, aunque las cifras, esas casi 6.000 hectáreas de la campaña 2024-25, distaban ya mucho de ser las de comienzos del siglo XXI, como más de 40.000 hectáreas en toda Andalucía –casi todas repartidas entre las provincias de Sevilla y Cádiz– cifras que parece imposible que vuelvan.



