Un pequeño bar de espíritu acogedor y propuesta singular ha abierto recientemente sus puertas en la zona Norte de Jerez. Se trata de La Oveja Gris, un proyecto personal de Manuel Ramos, madrileño afincado en la ciudad desde hace dos décadas. El local, que apenas supera los veinte días de vida, nace con la vocación de convertirse en un refugio gastronómico sin cocina, pero con una cuidada selección de productos.
Ramos llegó a Jerez hace veinte años para visitar a un amigo y desde entonces no ha abandonado la ciudad. Aunque su carrera profesional se ha centrado principalmente en el mundo comercial —especialmente como delegado de bodegas—, la hostelería siempre estuvo presente en su vida, pues procede de una familia dedicada al sector en Madrid.

“La espinita de montar un bar siempre estuvo ahí”, confiesa el propietario. Con el respaldo constante de sus padres y de sus amigos, ha logrado poner en marcha un espacio que pretende distinguirse por su calidez y atención al detalle. “Sin ellos, esto sería imposible”, reconoce.
El nombre del establecimiento responde a una imagen que le evocó una cabaña del norte de España del local donde ha ubicado el establecimiento. Sus raíces familiares en esa zona, unidas a la idea de hacer algo distinto, le llevaron a bautizar el bar como La Oveja Gris: “Ni blanca ni negra. Diferente”. El nombre y su correspondiente logotipo subrayan ese deseo de singularidad que busca trasladar al cliente.

En el local, de reducidas dimensiones y ambientado enteramente en madera, pueden acomodarse entre 15 y 20 personas en su interior, además de ocho mesas situadas en la terraza. El objetivo, según explica Ramos, es que cada cliente se sienta como en casa. “Procuro que el ambiente sea familiar y que todo el mundo disfrute de un rato agradable”, dice.
La carta gira en torno a chacinas, quesos, torreznos y conservas cuidadosamente seleccionadas. En este sentido, destacan productos como quesos de la provincia de Cádiz, embutidos de Guijuelo o torreznos traídos del norte, "que están gustando una barbaridad". También hay espacio para los tradicionales caracoles, muy demandados en esta época del año. “Todo sin cocina como tal, pero con productos de primera”, señala.
Cerveza muy fría y vinos de Jerez
Uno de los pilares del bar es su oferta líquida. Ramos cuida con esmero la calidad de la cerveza, que sirve “muy fría”, y cuenta además con una selección creciente de vinos del Marco de Jerez.
A pesar de la buena acogida inicial, el propietario mantiene los pies en el suelo. Reconoce que el negocio requiere mucho esfuerzo, sobre todo al estar ubicado en una calle que no está en el centro de Jerez. Por ahora, su única meta es consolidar La Oveja Gris y no dispersarse con nuevos proyectos. “No quiero fantasear con expandirme, prefiero centrarme al cien por cien en este bar”, afirma.
Con la Feria de Jerez a la vuelta de la esquina, el bar se prepara para afrontar uno de sus primeros grandes desafíos. Mientras tanto, Ramos sigue trabajando y agradeciendo el apoyo de amigos, proveedores y al propietario del local que, según dice, han sido fundamentales desde el primer día para dar vida a este rincón tan personal en Jerez.



